Tenía ganas de ir a Sicilia desde hacía mucho, isla italiana por la que han pasado todas las culturas mediterráneas. Finalmente, nos decidimos a ir, en plan turismo a nuestro aire, a ver todo lo que nos diese tiempo y a disfrutarlo.
Me encantó, lo recomiendo, es precioso aquello y tiene muchísimo por ver. Espero volver algún día para completar este viaje, nos faltaron buenos sitios por ver, como el oeste de la isla, pero en esa semana tuvimos tiempo de ver mucho, de pegarnos buenas palizas y de entender un poco mejor qué es eso de Sicilia.
Guardaba en algún sitio la idea de tratar de subir al Etna, pero no pude encontrar ninguna información en internet que me valiese para algo, con lo que se supone que sería una locura siquiera intentarlo. Mi imaginación me decía que podía estar bonito correr desde el nivel del mar hasta lo más alto posible dentro de la seguridad: el Etna es un volcán activo, que continuamente emite gases tóxicos, y un cambio de viento te puede dejar en el sitio si vas de listo. No sabía más.
Alquilamos un coche (Ford Fiesta, con Hertz) para visitar la isla a nuestro aire, y uno de los días que andábamos por Catania fuimos a echarle un vistazo; nos costó mucho encontrar un 'hueco' entre tanta parcela y casa para poder llegar al mar, lo que querría que fuera la salida; y trasteando, probando y con mucha navegación visual conseguimos sacar la complicada ruta a la carretera que, cruzando algunos pueblos, era la que subía al volcán. Curioso ver cómo algunas lenguas de lava hacía relativamente poco se habían llevado la carretera por delante. Con el GPS fui cogiendo algunos de esos puntos para que me sirviesen de referencia, aunque sabía que podía hacerlo 'a vista' tras el reconocimiento pues no tengo mala memoria para rutas.
Y sí, me lancé a por ello al día siguiente, con grandes dudas, pero con ganas por la novedad y las sorpresas que supongo me esperaban. Para empezar estúpidamente, mientras le daba al 'start' al pulsímetro... una ola me bañaba un pie, hay que joderse lo idiota que puede ser uno a veces, con lo que empecé con un pie mojado, bien por mí. Vagué entre algunas parcelas, por carreteras vecinales, y pronto por una de las que da acceso al Etna, muy estrecha, sin arcén, sin visibilidad y con cierto riesgo. Pero bueno, iba atento y confiaba en mi oído y reflejos... aunque había momentos en los que las altas vallas me impedirían pegar un ágil salto en caso de que un coche me enfilase, pero algún riesgo a veces hay que asumir, no todo se puede controlar. Llevó un buen rato salir de estas zonas entre pueblos y sin arcenes, me mantuvieron despierto y atento, centrado también en un ritmo ameno y alegre.
Poco después encontré un Ford Fiesta parado, el 'nuestro'; Raquel había parado hacía poco, y ya estábamos en carretera "abierta" (estrecha, poco arcén, pero mejor visibilidad). Tiré rápido para arriba, iba bien, motivado y parecía que la primera parte de asfalto saldría bien, luego ya se vería.
Un poco más arriba empezó a cerrarse el cielo, cosa que no me gustó, me metí en una niebla bien pronto, y me gustó aún menos. No hacía frío, pero empezaba a refrescar llegando al final de la carretera, las pistas de esquí de la estación. De la niebla asomé, no muy peligroso porque había algo de arcén y no demasiado tráfico, y empezaba a refrescar bastante.
Me había establecido un avituallamiento ahí, más que nada para cambiarme de ropa; cambié zapatillas (a unas Nike de bota, casi una botas, pero con forma, materiales, flexibilidad y tacto de zapatillas), malla larga, camiseta de manga larga y Gore-Tex, que parecía que podía hacer falta. Comí algo, bebí un poco y zumbando para arriba. Vi una posible subida, me lié, y fui a peor, cada vez más arena, más pendiente, y más lento. Fatal, lentísimo, muchísima niebla, no atinaba con ninguna forma lógica de subir, y no sabía si la había. La debía de haber porque sabía que se podía subir en Unimog, y por donde iba yo, tan suelto como estaba, como si fuera una duna, no subía un Unimog fácil ni de coña. Casi al coronar, desde donde acaban los telesillas, encontré la pista por la que suben, compacta, fácil y sostenida. Perdí mucho tiempo.
A partir de aquí, de nuevo subida, buenas pendientes a ratos, pero mantenida y casi todo corriendo. Más rampas, más arena suelta. Un buen rato después llego a 'meta', un pequeño refugio (Refugio dei Filosofo), final de la mayoría de las ascensiones, puesto que seguir, aparte de prohibido, es un poco peligroso: recuerdo que el Etna está activo, y aunque es poco probable que te vaya a explotar bajo los pies justo cuando tú pasas por allí, sí que puede cambiar el viento y asfixiarte con las tóxicas humaredas que continuamente emana. Subí ininterrumpidamente una maratón, más o menos, 40 kilometrillos.
Sólo me quedaba bajar al coche, recogí unas piedras de recuerdo (¡calientes!), corrí a buen ritmo, y la segunda mitad volé, pero mucho, muy divertido. Raquel estaba muy preocupada porque había tardado mucho, especialmente por el tramo arenoso en el que no veía nada por la niebla y me lié demasiado.
Duro, divertido, curioso.
Nuevo.
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