viernes, 8 de diciembre de 2006

Um grazinho de terra

Dice una leyenda local que cuando Dios acabó de hacer el mundo le sobraban algo y lo tiró donde pilló, creando Cabo Verde. Me da a mí que esto no va a ser cierto, pero en uno de esos grazinhos estoy, Boavista, la más oriental, a poco más de 500km de Dakar, aporreando un teclado que va como el culo porque estará lleno de arena, que lo inunda todo.

Unos prolegómenos.
El lunes me levanté con la garganta jodida, y es que aquí frío no hace pero sopla un viento de cojones. Y la cosa acabó en fiebre. Bien. El martes aún peor, fiebre, malestar general y debilidad. Estaba malo y tenía que meterme 150km al día siguiente. No es que me pensase mucho el salir o no, es evidente que sí iba a salir, pero no tenía muy claro cómo podía acabar la cosa. Posiblemente desde Jordania 2001 no pienso antes de competir que la retirada es una opción posible; lo malo era saber hasta donde se puede llegar con "cordura". Mal empezábamos pues.

También en la revisión técnica me faltaba el certificado médico y yo juraría que sólo era necesario el electro y el grupo sanguíneo; con lo que firmé un papelote de descarga de responsabilidades y aunque creo que suponía sanción no sé si la harán efectiva.

Para desquitarme de los malos pensamientos nos alquilamos un quad por 60 pavos todo el día y me hinché a pegarme cruzadas (imposible llevarlo recto, es que se va él solito), a hacer playas kilométricas y a pillar dunas. Auténtico escándalo cómo me lo pasé hasta que lo empancé en una duna (era de esperar por otra parte) y luego casi vuelco un par de veces. Merece la pena venirse sólo por rodar por caminos, playas y dunas y sin agentes de verde que te persigan.

Total, que medio malo y no muy seguro de mis fuerza me iba a meter un palizón de los antológicos.
Hice mis preparativos, dormí bien, no llegué tarde a la salida (!) y a por ello.

Veinte mil caboverdianos salieron delante, tres italianos y un espagnolo detrás, a ritmeta. En un kilómetro ya estábamos en la arena y en siete llegamos al primer CP, curioso porque era junto a un barco encallado, realmente espectacular. Es un pecio español, de 1968, que iba camino de Brasil con comida, ropa y un par de coches nuevos. Quiero pensar que estaban de peloti en peloti y se les olvidó que en el Atlántico hay tierra de vez en cuando. Y ahí sigue desde entonces. Podéis verlo, para aquellos privilegiados que tenemos Google Earth, en 16°12'12.95"N 22°51'54.07"W

Hasta el quince era seguir la costa, sin pérdida; pero con mucha arena, fuerte viento y continuo subebaja. No estaba mal la cosa, frescos te pueden meter lo que fuera, pero más adelante ya es otra cosa.

Uno de los tramos que me preocupaban de orientación era el del 15-22, con datos en el road-book del tipo free orienteering (a tu bola, vamos). Pero me junté con un caboverdiano y me llevó increíblemente entre dunas, valles pedregosos y lugares que parecían el fin del mundo, directos a la Grande Palma que era la referencia del control; aluciné en colores cómo se orientan, y yo como un monigote detrás. Me encantó cruzar dunas sin saber adonde carajo iba, pero a la vez fue algo estresante porque me tiré una hora sin ver a nadie ni a nada que me hiciese pensar que estábamos por el camino correcto o que no nos habíamos saltado el CP. Pero sí estábamos en nuestro sitio, fuera el GPS (GlobalPositionSystem), llega el CVS (CaboVerdianSystem).

Hasta el 30 era un tramo insulso, hasta una alta chimenea de una antigua fábrica abandonada de tejas, ladrillos y vasijas (lugar que ya habíamos visitando, y junto a ella una gran duna de la que se podías pegar unos saltos increíbles, hablo de unos 8m tranquilamente, y sin sangrar copiosamente luego). Allí estaba Raquel, el único punto donde me vio, reposté y a tirar por la costa. Venía un tramo infinito de casi 55km cerca del mar. Prometía ser duro. Adelanté a algún caboverdiano tirando a petadillo, empezó a pegar el sol bien y tenía viento a favor. Fuimos girando de oeste, a sur y a norte; primero una playa de 30 minutos; luego un campo de piedras de casi una hora; una playa de 15km; ya un poco tostadillo en el 55 me encontré a un local en el suelo con tirones, poco pude hacer excepto avisar a la organización después; y en el 57,5 (CP 9) me dijeron que iba segundo. Sorpresa.

Es fácil soñar, pero con cien kilómetros por delante y ya con el cuello un poco 'pallá' no se puede hacer mucho el tonto. Empecé a notar ya el paso de los kilómetros cuando necesitaba andar con más frecuencia, no más de quince minutos en hora y media, pero me empezaba a pesar el viento y las piedras en los pies, que me los estaban machacando. Un pueblo, abandonado, una salina, horas y horas sin ver a nadie, y se me hizo de noche, justo al llegar al 83. Lo malo de correr en diciembre es que los días son cortos, y me pillaba con poco más de la mitad de la prueba, y bien servido.

No había aún Luna, me desorienté al salir del CP y encima vi a dos que llegaban cuando yo salía, es decir, querían soplarme la nuca. Casi en el 100 había que subir a un faro (porque el control no podían haberlo puesto abajo, no qué va), pero me confundía continuamente con el camino a seguir; harto de hacer zigzags, tiré tudo direito y aunque me metí en algún berenjenal, no fue mal. De nuevo a la salida del CP vi a mis perseguidores, metiéndome una prisa que me apetecía mucho mucho.

A estas alturas de la noche ya había una espléndida Luna llena y no volvería encender el frontal porque se veía perfectamente; es realmente bonito moverte sin luz artificial, lo ves todo con nuevas tonalidades, el mar, la arena, es un fantástico lujo.

Hasta el 102,5 podemos decir que fui entero; pero con más de doce horas empecé a caer; se me hizo bastante largo hasta el 109, y soplaba un viento indecente; en contra de mi opinión, el viento no iba a decaer por la noche, algo frecuente en muchos sitios; si tuviese pasta iba a montar aquí unos aerogeneradores que me iban a hacer de oro. Absolutamente insano, bochornoso y reprobable que la organización no previera lo del viento y pagara a quien fuera para que apagase el ventilador. Inhumano que haya soplado en contra al menos dieciocho horas de carrera: al que no le guste el viento que ni se deje asomar por aquí, pero claro, yo no lo sabía, si no, iba a estar aquí quien yo me sé...

Pues el 109. Según me siento al llegar al CP, más muerto que vivo, aparece un figura con un gorro que parecía de coña y que quería adelantarme. Salimos juntos pero me sacaba un palmo en cada zancada y me era imposible ir a su ritmo; todo atleta sabe que si no vas a tu ritmo vas a petar tarde o temprano, no hay que ser especialmente espabilado, pero eché lo que pude hasta que reventé por todos los lados. Digo yo que lo oiríais. Fue aquel 'boom' a las 0400h más o menos. Siempre que sufres mucho crees que es la vez que más has sufrido en tu vida, por eso hay que verlo con perspectiva; pero que sufrí como un poseso y que iba dando más tumbos por mi lamentable estado que por la arena es cierto. Tengo serias dudas de que todo eso fuesen sólo diez kilómetros. Indescriptible, para qué contar más.

Casualidades de la vida, nos juntamos el segundo, tercero y cuarto en ese CP, km 119. Y claro, derrengaíto perdido como estaba, tenía que seguir intentándolo. Ni cuento cuánto me dolían las plantas de los pies. La parte buena es que sólo quedaba carretera; la mala es que lo que aquí llaman carretera es un empedrado mortal para unos pies jodidos. Sorprendentemente no llegué mal al 125 y me lancé con ánimos al 135, coño, sólo a 25 de meta.

Aquí fue cuando volvisteis a sobresaltaros con el segundo 'boom'. Ciego es poco. Tronadísimo y me quedo corto. Se supone que eran diez kilómetros, pero con las eses me debieron salir 30 al menos. Muy muy mal. Me presioné para no pararme entre controles, y conseguí no hacerlo, pero a un precio demasiado alto: no es lógico torturarse tanto. Al llegar a ese control casi se me cae alguna lágrima del estrés que me estaba autoinfringiendo. De nuevo, manos a la cabeza; de nuevo, horrorizado de lo mal que se puede pasar voluntariamente.

Pero era el último control, quince kilómetros más del puto empedrado de mierda y estaba en meta. Motivado de nuevo, 5km "sin enterarme", llego al último pueblo hablando con un paisano, el aeropuerto, esto me lo conozco bien, viva la madre que me parió, no me duelen los pies, Thom Yorke en mis oídos, un coche me dice algo, tutto bene no hay problema, insiste el pesado, me paro y me dice que me he saltado un control, que o me doy la vuelta al último pueblo o me caen cuatro horas. Me ofrecen llevarme y no iban a decirlo a nadie, lo cual es rechazado sin pensármelo (nadie dijo que fuera inteligente). No fue todo por mi culpa, hubo alguna confusión, pero bueno, lo asumí. Me doy la vuelta, y salen de mi boca algunos insultillos dirigidas a ciertas divinidades, a mi madre (lávate mamá que me he cagado en ti), etc. etc. Derrengado llego al pueblo, tardo cinco minutos en encontrar el control, ficho y al tajo otra vez; pero habían cambiado muchas cosas, justo ya había amanecido, me dolían los pies muchísimo de nuevo y estaba francamente mosqueado por la "injusticia", no porque pasara a escasos veinte metros del control y no me dijeran nada, sino porque es injusto que me pasen estas memeces siempre a mí, cojones.

Fatal como iba, sólo me arrastré a duras penas, me acompañó un tipo que estaba de footingueo por allí, maldecía mis pies, el tipo que me acompañaba se paró a hablar con uno de un coche y acabaron untándose los morros, me filmaron la llegada, y se acabó.

Y la clásica decisión post-mortem: ducharse versus comer versus domir.
Y quejidos varios.
Y cantidad de chorizo que me encalomé las horas posteriores para aromatizar el apartamentillo.
Y un cuarto puesto del que estoy bastante orgulloso por lo duro que ha sido.
Y hoy ya apenas me duele casi nada excepto los pies, tobillos, hombros, espalda y alguna rodilla que otra.
Y me quedan unos días de vacances de calor y sin lluvia.

Boavista.
Tredici.
s

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Flyin' Fogo

Tras la Boavista Ultramarathon y como seguimos una semana más de vacaciones, aparecimos un buen día en Fogo, una de las islas con "más" turismo por el bonito volcán que la dio a luz.

Una vez allí alquilamos un coche, un Suzuki Vitara con 'slicks' para "mejorar" el agarre en las carreteras (nada de asfalto, todo empedrado) y nos fuimos a dar una vuelta, literal, por la isla. Yo albergaba la esperanza de poder hacer algo interesante, pero sin conocer nada de la zona ni ninguna información más que algún que otro trasteo por internet y algún vistazo en Google Earth, era demasiado soñar.

El día consistía en dar la vuelta a la isla (creo recordar que unos 100km) por unas carreteras bastante pestosas, estrechas y, como ya he dicho, de ese "fantástico" empedrado de basalto que tanto daño me hizo en la carrera. Para acercarte al volcán tienes que subir por una carretera con bonitas y comprometidas vistas para salvar el primer cráter, el que cubre buena parte de la isla; pero, de repente, te encuentras con el volcán reciente, el espectacular y precioso que, en ese momento, decidí que tenía que subir como fuera.

La vista era magnífica, sabía que se podía subir, pero la cuestión era el cómo. De GPS ni hablamos, claro, era todo improvisación.

La localidad que está en las faldas del volcán, Cha das Caldeiras, que por supuesto alguna vez ha tenido que ser evacuada a marchas forzadas por la erupción del vecino, era el inicio del trekking clásico: pero dado que hay guías locales (en realidad unos chavales que te acompañan, nada serio ni oficial), no había nada marcado ni carteles ni senderos visibles para que pases por caja. Dimos unas cuantas vueltas, hasta que se acababa un camino, no había nadie por allí, y casi me di por vencido tras un buen rato... hasta que en un momento todo se solucionó al llevar a una mujer en el coche que cargaba un espectacular saco. La acercamos un par de kilómetros y "a cambio" nos dijo dónde arrancaba. Era muy sencillo, pero no era visible.

Emocionado, me cambié, dejé a Raquel tomando el sol y leyendo, y salí zumbando para arriba, era tarde y la adrenalina me hervía.

Poco después me encontré con los dos españoles que nos habíamos cruzado en el aeropuerto de Sao Filipe, curioso encuentro; su guía me dijo que en una hora a ese ritmo llegaba arriba... Se empezó a empinar, ritmo alto andando, alguna sección que me lié yo solito; más paredes, más arena suelta; cierto cansancio, algún que otro riesgo estúpido, algún creo otro rodeo por perder el sendero; alguna subida ayudado por las manos; y me cruzo con unos cuantos que iban de bajada, iban haciéndolo por tramos porque creo que no podían bajarla del tirón (esos cuádriceps que tiran lo suyo...), e intuí que me quedaba poco.

Un rato después me vi en el filo de un precipicio, el borde cráter en realidad; incluso me dio un poco de vértigo y decidí, tras unas cuantas fotos, que no pintaba nada allí. Sí que coroné en una hora o muy poco más, como bien me dijo aquel chaval guía. Para abajo. Primero con calma, zonas algo técnicas y mucho cuidado, porque una caída podía tener consecuencias graves (altitud, desconocimiento del lugar, sin seguro, solo, etc. etc.)
Pero llegó la arena... y el desparrame. Sin ninguna de las dudas, la mejor bajada que jamás he hecho, la más rápida, la más agresiva y la más alocada. Descendí casi 1000m en poco más de cinco minutos, absolutamente "a machete", alucinado, de arena hasta bastante más arriba de los tobillos, con los ojos como platos y con la sensación que experimentas cuando sabes que estás haciendo algo único. Fantástico. Y me quedo corto.

Alcancé a los que me crucé en la subida, los rebasé a la velocidad del rayo completamente "empalmado" y seguí a por todas, disfrutando como un auténtico poseso. En la foto se puede ver a alguien (¿yo?) bajando por semejante pared, a buen ritmo (o lo parece) y levantando una buena polvisquera. Y en el vídeo, tomado con la cámara de fotos, unos segundos de semejante espectáculo. Parece que vas en moto al ver lo que vas levantando, sencillamente espectacular.

Muy recomendable. Sonrisa de oreja a oreja. Inolvidable experiencia.
s


+: YouTube - Flyin' Fogo

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jueves, 7 de diciembre de 2006

Boavista Ultramarathon - Media


Salió un artículo de casi cuatro páginas en Runner's World; creo que quedó bien, con una impresionante foto abriendo el artículo con ese "barco fantasma" de fondo

+: Runner's World - Contra Viento y Arena

Como es lógico, al estar la prueba organizada por italianos, salieron muchas noticias allí; dejo unas cuantas como ejemplo.


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martes, 5 de diciembre de 2006

From Cape Verde

Hi.

I came back from another sport trip.
This time to a sunny and warm island, Boavista, in Cape Verde, around 600km west Dakar.

I love non-stop races, i'm not made for them, but they are a big challenge for me. It was 150km, and that's a lot for me. Terrain is sand, few dunes, rocky and some kms of 'paved'. Paved for these guys is like road cycling in Paris-Roubaix, simply a torture.

I had very bad news before the start; i was ill, probably for strong winds and some fresh weather on afternoons. It's not a good way to start an ultra, but i had no option. Starting was not a doubt, but finishing... Fortunately i did not notice any weakness, but surely it had a little influence the fever.

The race started with many capeverdians in front, and some italians and me following them; them most difficult section in orienteering was one through dunes, but i was running in that time with a local guy and we where off any reference; after 40 minutes i started to feel some nervous, are we lost? will we jump a checkpoint? Twenty minutes later we where in CP as a miracle, amazing! CVS (CapeVerdianSystem) worked better than GPS (that is not allowed). After that there was long long section with the sea at your right, sand or rocks under your feet and strong winds ahead; during 55km. I've never seen a wind as constant and strong like these, it didn't stopped a second, and always, obviously, against. I think it rolls when you turn.

I was second in 57,5km and motivated me. But rockey pistes killed my feet, not blisters, i never have, but just pain. The bad part of running in december is that days are very ahort, and only with 83km i was dark night. Third and fourth were very close to me, and it pushed me in the right way... until km109 when a capeverdian catch me and trying to following him (i had to try it) and i suicide. Always i suffer a lot, and i think it was the worst moment in my sport life, but i can remember other times that were really horrible, in which you don't enjoy nothing and just push, push and push, probably with no sense except you are in a competition. It hurted a lot from 109-120 and 125-135. I also lost third place in 120km, and i tried again to follow the guy, but was not possible. Much later i knew they were not far from me, but without lights (it was a very beatiful full moon) you have no references of others. I was competitive until finish, but they were just better than me.

Last ten kms were fantastic, very motivated, knowing i was gonna finish, and remembering those past and tough moments... until a car came to me and told me i jumped a CP. Imagine my polite words i said to me... Instead of 150, was 155km for me, very smart... But, fortunately, i did not lost a postion and finished in 23h48', good time for me, considering terrain, wind and 5kms more. 4th in the end, and capeverdians invict.

I think it was a good experience, in a beatiful place, and tough enough to motivate ultra runners; also organisation was good enough to forget them and focus on you and your race. I recommend it.

I had a nice dessert. Another island (Fogo; Cape Verde is a 10 island country) has a beatiful volcano of around 3000m; and one week later i could run-walk to summit in a very fast ascension; the best part was the most amazing downhill in my life. Around 800m height in five minutes!!!

If any of you is interested, info and photos: Boavista Ultramarathon

I had a complete year, with a stage race (in Hoggar mountains, Algeria, 4th), a 24h mountain bike (2nd, 465,8km) and this non-stop (4th). It's time to rest...

See you.
Sergio

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lunes, 4 de diciembre de 2006

Addenda - Boavista Ultramarathon 2006

Desde hace tiempo pienso que las pruebas non-stop son más íntimas, de disfrutar en solitario, tratando de buscar algo de paz por ahí dentro, sin ayudas externas, y que son para uno mismo. Dentro del egoísmo que nos caracteriza a los que damos tanto en algo, este tipo de pruebas pueden ser de lo mejor (o lo peor, según se mire) que puedes hacer. Lo haces y deshaces tú, con tus miedos, con tus fortalezas. Nadie te animará entre una etapa y otra, posiblemente estés solo muchas horas y te descubrirás a ti mismo mejor que nunca.

Por todo esto me imponen mucho respeto. Me estrené en este mundillo en una prueba parecida a esta, sin la preparación ni la experiencia requeridas, y me pasó factura. Tuvo que pasar un lustro para que me atreviese a afrontar algo similar, y eso es porque me impresionó sobremanera, en parte, en el mal sentido. Recuerdo sufrir mucho, recuerdo agonizar, dar tumbos y destrozarme por cruzar una "absurda" línea de meta. Cinco años son muchos en la vida de un deportista.

Pero reuní el valor, un buen día, y me encaré con mis miedos y mis incapacidades: me considero un corredor mediocre en larga distancia, pero me atrae tanto que caí voluntariamente en su trampa.

Intuía, con muchas reservas, que podía hacerla del tirón, sin dormir, sin descansar mucho y tratando de hacerlo lo mejor posible, compitiéndola incluso. Mi objetivo era el non-stop de verdad, y autoreafirmarme un poco en las largas distancias. Me sentía mucho mejor, no muy bien preparado pero sí mucho más experimentado. La entrené con ciertas apreturas (por correr las 24h en mountain bike de Monegros) pero al final llegué confiado. Dentro de lo confiado que se puede estar en estas circunstancias: 150km me seguían y siguen pareciendo la rehostia.

Toda mi confianza y preparación se me vino abajo dos días antes de salir, me puse malo, con un poco de fiebre. Increíble. No me lo podía creer. Maldije bastante, me tomé mis religiosas Aspirina Complex, descansé lo que pude y me preocupé. Afortunadamente el día anterior a la salida nos lo pasamos con un quad viendo la isla y se me olvidó un poco. Pero sabía que estaba débil.

Me levanté bien, pero empezar a ir bastante justo tras poco más de 40km no era lo normal, y creo que es ahí donde noté esos dos días de fiebre. Tuve que sufrir mucho para acabar, pero me sentí sin fuerzas, y al final me colapsé de tanto sufrir, pensando lo justo y haciéndome daño, en mi motivación, en mi futuro en las non-stop: muy dentro sé que no debo sufrir tanto, que pierde todo el sentido, que esto también tiene un límite.

Buena temperatura (¡en diciembre, qué maravilla!), arena (polainas necesarias los primeros kilómetros, recomendable el resto), probables vientos... y no vayas muy valiente a pesar de las agradables temperaturas los días previos que te puedes costipar...

La carrera te pierde en esta desolada isla del medio del Atlántico, desierta y algo desangelada, pero que para los que nos gusta el desierto, y para los que lo vemos circunstancialmente, en su regalo para mente y espíritu. Unas pocas dunas en las que hay que cuidar la orientación antes de la primera maratón, bordear la isla durante horas y horas, y una noche fantástica... si no fuera por mi lamentable estado y el fortísimo viento (algo probable en futuras ediciones). De recia belleza, Boavista un día se convertirá en un destino turístico de masas, para alegría y desgracia.

Mientras tanto recomiendo esta experiencia, con una organización que para mí rozó la perfección, y con una personalidad como sólo un hombre de amplia sonrisa y enorme corazón como Piergiorgio Scaramelli le ha podido otorgar. Parece que tiende al plano comercial, pero debe despegar, y no será fácil si no se apoyan en un carácter internacional.

Fueron unos días fantásticos en Boavista, con otra gente que me he encontrado en la Libyan Challenge, con el fantástico hotel que cogimos (Ca' Nicola), con la tranquilidad de Cabo Verde y la amabilidad de sus gentes, y con la buena compañía que me "llevé". Me parece realmente sencillo volver unas cuantas veces más a estas islas.

Me conocí un poco más.
s

+s13: Index: Mis otras ultramaratones