En mi vida deportiva, demasiadas veces me he llevado decepciones por cuestiones casi ajenas al deporte más de lo que podría considerar normal y a duras penas consigo 'despegar'. 'Despegar' sería que se reconociese algo todo lo que se padece, que por una vez no me costase un disgusto soltar el increíble pastizal que cuesta cada una de estas carreras, o que algo me saliese por una vez realmente bien.
Una de las primeras decepciones que recuerdo fue la anulación de una prueba internacional que, por primera y única vez en mi vida, no había pagado yo, sino que me la había ganado al vencer un circuito de carrera por España. Entrenado, muy fuerte y muy muy motivado, a menos de una semana se anuló por motivos que dudo que fueran los que me dijeron. Más bien se aplazó para cancelarse definitivamente una vez más al año siguiente.
Ese 2004 gané la Himalayan Stage Race, y pensé que podría darme un pequeño impulso... Qué equivocado estaba. Ni siquiera publiqué un artículo en una revista de atletismo que ya tenía escrito porque yo tenía que pagar las fotografías, algo que me pareció sencillamente indignante.
Patrocinadores fantasmas, promesas vacías, puertas cerradas, una y otra vez, sólo la ilusión de entrenar con un objetivo motivante y volver bien lleno de vivencias creo que me ha mantenido tantos años en activo en este tipo de carreras; hasta la Maratón Hoggar, que por una serie de circunstancias se convirtió en una auténtica pesadilla. Harto de todo, me planteé seriamente dejar este tipo de competiciones, lo que sé a ciencia cierta que hubiera significado el fin de mi vida deportiva dura; supongo que siempre haré deporte, pero sé con cierta seguridad que el día que deje este tipo de ilusiones que tanto me llenan pasaré página para siempre. Pero me encontré muy muy cansado de luchar contra lo mismo una y otra vez. Y dije 'basta'.
'Basta' no fue dejarlo, como te puedes imaginar, pues hay más carreras en la columna de la izquierda por encima de Maratón Hoggar; 'basta' era replantearse la situación y qué quería y pedía de mi vida deportiva, una parcela de mi vida personal muy importante, demasiado a los ojos de cualquiera, incluso de los míos.
'Basta' era saber si corría por mí.
Me costó bastante tiempo replantearme la situación y darme cuenta de que, por la razón que fuera, nunca iba a 'despegar', no se me iba a autofinanciar mi pasión, y que hiciera lo que hiciera, todo dependía de mí, de si quería entrenar para carreras posibles o de que si quería entrenar y trabajar para imposibles.
Me salió la vena práctica y al igual que concluyo que no puedo tener un Ferrari, tampoco puedo correr donde y cuando quiera. Me llevó tiempo, pero me tranquilizó. Dejé de hacer dossieres, dejé de comerme la cabeza, y me centré en mí y en lo que quería para mí. Y me enderecé.
Recientemente, a finales del año pasado y hace muy muy poco, he vuelto a pensar en ese 'despegar', y por unas razones u otras me he chocado contra algún muro. Tímidamente creo que seguiré tratando de buscar autofinanciación, pero otra heridita más se abre por ahí dentro. Realmente sólo lo voy a intentar con una empresa, salga bien o mal. A ojo pienso que me habré gastado unos 30.000€ en carreras, y mejor que no haga cuentas de verdad porque quizá me lleve algún susto. Todo para volver al punto inicial: por qué lo hago; para quién lo hago; para qué lo hago. Ahora mismo no veo las respuestas aunque pronto espero reencontrarlas.
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