Dado que no sabéis el final de la historia de mis enfermedades y demás, hago un post-previo. Dije que, acojonado de la vida, había hecho un paso por el hospital para ver si me encontraban algo malo; no me vieron nada y me dijeron que me pasase a la vuelta de Libia para que me hicieran más pruebas porque sospechaban que era un virus. Yo sí encontré que la EPO que compro en los chinos no vale para nada, porque tenía el hematocrito en 41,7%, vamos, que como alguien me diga alguna vez si me meto algo le introduzco la susodicha analítica por donde amargan los pepinos. Ese día ya había dejado de tomarme aspirinas y demás, por eso al día siguiente -viernes- me había bajado bastante el pulso, pero seguía encontrándome débil. El sábado tuve la idea feliz de que pudiera ser sinusitis, y camino del aeropuerto me pudieron conseguir unos antibióticos sin receta.
(Ahora sé que sí era sinusitis -o lo creo ya con firmeza- y rápidamente experimenté mejoría, el leve dolor de cabeza se me pasó en día y medio, y desde el lunes quizá puedo decir que estoy perfectamente para la vida normal, sin fiebre y sin molestias.)
Madrid-París desde nuestra espléndida T4; mamoneo vario para esperar a Jaume; hotel-puticlub cerca del aeropuerto; 0500h arriba. Dado que ya estuve el año pasado conocía a un buen número de personas, corredores y de la organización; el sentimiento de familiaridad, de pequeño grupo bien avenido, empezaba a aflorar: es una de las cosas que más me gustan de esta carrera, pronto te sientes integrado en la pequeña familia en la que nos convertimos durante una semana y la calidad humana sale a relucir en un ambiente relajado. Para que os hagáis una idea, el 'coco' de la prueba, Seb Chaigneau, dice que él sale a la carrera como el que va de viaje, y que luego pase lo que tenga que pasar. Con este planteamiento en competición del mejor, imagínense el resto y el ambiente sin el dorsal puesto.
A esta altura conocimos a Cyrus Parvine, el hispano-suizo que aparece bajo la bandera española: Suiza, en un acto de dudoso tacto diplomático, trató despectivamente y con cierta rudeza a uno de los hijos de Gaddafi, con lo que ante tal 'provocación', las relaciones helvético-libias han quedado muy deterioradas y no conceden visados. Sólo dado que Cyrus es de madre catalana ha podido entrar en Libia con el pasaporte español, pero por ahora ningún suizo más irá a la prueba. Supongo que por la sangre española, Cyrus ha salido un cachondo mental de campeonato y nos lo hemos pasado de lujo los tres, esto hay que repetirlo.
El desembarco en Libia fue de traca por mi parte: se me cayó el móvil en el avión, me di cuenta cuando ya habían quitado la escalerilla, el señor comandante del aparato lo buscó por los asientos, abrió la puerta y lo dejó caer a unas manos tipo 'catcher' de béisbol. Escena completamente surrealista. Visados, autobús, más autobús, alguna paradita para cambiarle el agua al canario, requeteautobús... y siete horas después, bastante doblados, llegábamos al campamento que sería nuestro hogar unos días.
Básico pero agradable, te alojas en unas pequeñas cabañas de adobe suficientes para extender toda tu parafernalia y dormir; el resto del tiempo que no pasas en carrera, debes estar sentado, tocándote las bolas convenientemente y charlando con la gente.
Ya estaba todo montado porque parte de la organización llevaba una semana ya en Libia; llegamos a cenar. Empezaríamos con el 'poulet avec cous cous' (pollo con cous cous) que comeríamos casi todos los días hasta el hartazgo, no varían ni aunque les maten.
Poco después empezaríamos a expandir cosas por la habitación, y a sobar. Por cierto, hacía un frío del carajo.
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