viernes, 27 de marzo de 2009

Rock and Ice Ultra live!: Etapa 4: agonicemos un poco

Cuarta etapa. Sangre y más sangre.

Durmiendo en el campamento base, nos habíamos alimentado a conciencia, descansado algo mejor, y preparado para la segunda mitad, a priori más solitaria -nos quedábamos sólo los de la carrera larga- y más fácil, porque tenía dos primeras etapas de menos distancia, 29 y 24km, ¿un paseo?

Hay que estar preparado para casi todo en estas carreras, porque en cuanto menos te lo esperas, se te tuerce algo y se convierte un día tranquilo en un infierno. Y eso fue lo que me pasó en esta cuarta etapa. 29km no suenan a demasiado si vienes de tres días en la distancia maratón, pero bueno, que tampoco es un paseo. Despacio como iba, calculaba unas seis horas, ritmo lamentable, pero no había para mucho más. Pero las seis horas se convirtieron en una auténtica calamidad a ratos. Hago lo que puedo por no ser muy exagerado y por no dar la falsa impresión de que en lo que yo estoy es lo más duro que ha hecho hombre alguno, pero es que a veces las hipérboles parece que se te quedan cortas ante días como éste.

Salí bien, corriendo, animado y esperando recuperar algo en estos dos días "menores". Y competir algo y defender mi puesto. Pero tras una hora corriendo muy despacito, me alcanzó un misil llamado Erick Basset que me arrastró casi otra hora, yo luchando por no descolgarme y haciéndolo mil y una veces, recuperando otras tantas. De esos ritmos que son sólo un poquito más altos que el tuyo, pero que te va sacando los ojos; y encima el muy capullo se pone a canturrear, ¡todavía le clavo el bastón en la espalda! Sufrí como un animal para seguir un ritmo que no era el mío porque sabía que forzado iría más rápido, pero me destrozó. Así de sencillo. Hacía la goma con la mirada poseída por el 'Feljpulken', la marca de su trineo, obsesionado, cogiendo referencias; cuando no leía la marca estaba a menos de 40cm y era el sitio bueno, pero cuando me abría metro y medio, estaba muerto. Una hora sufriendo no parece tanto, pero me dobló. Cuando me descolgó, por supuesto, se me perdió en el horizonte, pero traté de seguir a un ritmo bueno. Pero no, el tibial hacía ya un buen rato que me estaba doliendo muchísimo e iba cojeando ostensiblemente, y eso que llevaba bastones, que los metí a última hora y no sé qué habría hecho sin ellos.

Tengo recuerdos algo confusos de lo que paso en la hora siguiente porque iba ciego. Sí recuerdo que cuatro o cinco veces estuve a punto de desarmarme; sollozaba un poco, no rompía a llorar, pero sacaba alguna fuerza de no sé dónde, y seguía. A puntito de quedarme bloqueado por el dolor, tengo muy presente que la primera vez fue cuando me empezó a doler la mano izquierda, que sumado al tibial ya me hartó; las otras, apenas las recuerdo. La mano me molesta de los bastones, no estoy acostumbrado a ellos y tengo una pequeña tendinitis que mañana se me pasará, pero 40 horas haciendo un gesto al que no estás acostumbrado, tiene estas consecuencias; no ha sido nada y ni he sentido dolor, pero cuando estás centrado en un pie, vas cojeando, con fresco, desmoralizado, y de repente te duele otra cosa más, te cruje.

Lo que realmente me frustraba no era que me quedasen tres horas, que ya está bien agonizando; es que me quedaban tres horas y dos días, y eso sí me preocupaba. Una vez leí una cita que me marcó, y que para que yo recuerde tuvo que hacerlo: 'Hay algo peor que lo peor, y es el miedo a lo peor'. En efecto, tenía en esos momentos miedo a sufrir más, a que me doliese otra vez el tibial tanto, a que se me convirtiesen las dos etapas que restaban en dos asquerosos infiernos. Una cosa es sufrir, y otra lo que hice ese día; para mí, sufrí demasiado unos ratos, y la línea que separa el 'mucho' del 'demasiado' no deberíamos franquearla nunca en una competición, te haces daño, detestas lo que tienes entre manos, y te deja secuelas. Intuí que iba a necesitar meses de descanso activo para recuperar las ganas por estas carreras y sus padecimientos.

Tanto esfuerzo venía en parte porque iba sin raquetas, la nieve estaba blanda y estaba derrochando energías; pero cuando me las puse me di cuenta de que con ellas no aguantaba el dolor, y me las tuve que volver a quitar: entre ir más lento y minarme la moral de dolores, me quedo con lo primero.

Creo que estaría así una hora y media, mal, pero recuperándome algo a base de ir más lento, quitarme las raquetas y buscar pensamientos positivos bien dentro; hasta que me giré y vi la inconfundible silueta de Didier LeMauff. Me salió del alma un 'Joder con el puto Didier de los cojones', dicho con todo el cariño. Lo último que quería era competir ese día, y venía con el punto de mira en mi culo. Me enganchó, y nada, a seguirle, que uno no es de piedra y no puede dejar escapar a un rival así como así. Otra vez los ojos colgando. Nos relevamos un par de veces cada uno, y forzado, pero juntos, llegamos al final de la cuarta etapa. En el momento pensé que había sido el momento clave de dolor y sufrimiento, que le había dado la vuelta a la carrera, y que a partir de ahí, aunque me quedaban muchas horas por delante, intuía que a peor no podía ir.

La etapa había sido muy dura desde el punto de vista psicológico porque fue entera en lago, nieve blanda, y en una única recta. 30km así, sin más referencia, sin cambiar nada, todo lago, todo recta, cabeza gacha, pensamientos monótonos. Preocupante si tu moral se arrastra a ratos por el hielo.
s

8 comentarios:

  1. Bueno amigo, ya has terminado.
    Proyecto Celcius acabado. Enhorabuena. Creo que este año no lo oldidaras nunca.

    Namaste y un abrazo

    Barichello

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  2. Too tough!!
    Grandioso y precioso como lo contaste.
    Hecho. Hecho. Tu.

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  3. bueno Sergio muy bueno.admirable,y a su vez,eso demuestra que "cuando un hombre,quiere puede".
    es un orgullo para mi haber participado pasivamente, desde la lectura, de tu proyecto Celsius.
    GRACIAS!!!!!!

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  4. Celsius al bote!
    Enhorabuena, y ademas, al leer lo putas que las has pasado, el valor que le debemos dar se multiplica por mucho y ni los que sabemos lo que es el dolor de la ultradistancia podemos ni acercarnos a valorar el esfuerzo y el sacrificio que ha supuesto hacer estas dos locuras tan juntas en el tiempo y tan lejanas en el clima y el terreno!

    Mi admiración perpetua!!! ya lo sabes.

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  5. Que pasada, enhorabuena!
    Me quedo con la frase 'Hay algo peor que lo peor, y es el miedo a lo peor'

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  6. ¡Jodeeer!, ¡Enhorabuena, monstruo! Pero, te faltan por contar 2 etapas, ¿no?

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  7. Gracias de nuevo.

    'Años' después valoro mucho vuestras palabras. Fue duro, sí, y en el momento casi sólo ves los dolores y la soledad de algunos momentos; pero no es menos cierto que hubo momentos fantásticos, que superé algunos problemas y que, como bien dices julioadol, si queremos, podemos con todo. Pero con todo, porque me veía muy muy mal para llegar a meta, y sólo con muchas ganas lo pude hacer.

    Saludos,
    s

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