(Animo a comentar, criticar, difamar e incluso a cosas peores en lo que voy escribiendo en Adventure Life; ayer colgué otra entrada más)
Joven, lo que se dice joven, no soy. Aunque considero que he sido bastante progresivo en mi vida deportiva, de vez en cuando hay que hacer alguna pirueta o salto para mejorarla, pero en mi caso la mayoría han sido pasos lógicos y razonables. Nunca he sabido bien hacia donde me encaminaba, porque no soy de pensar mucho, hago las cosas por un cierto instinto supongo que formado por lo que me resulta atractivo.
En el deporte vivimos en la era de RedBull, lo que tienen que estar ganando los dentistas gracias a ellos! Porque RedBull se suele centrar en deportes donde el riesgo se mide por la media de piños que les quedan a sus practicantes. Yo también alucino con los vídeos del Rampage, los vuelos con “trajes de Batman” raspando acantilados o con los saltos de skate en la Muralla China. Me encantan, me parece el mejor marketing del mundo y me alegro de que apoyen el deporte. Pero yo soy de otra era. O quiero serlo.
Aunque aquí no fueron muy conocidos en su día, hubo una marca de relojes, Sector, que creó un equipo de “descerebrados” en parte más cerca de deportes de superación física y psicológica, rodeados de entorno natural y buscando el más allá hasta unos límites sospechosamente razonables. Ese equipo se llamaba Sector No Limits. Incluía a tipos como (en pie, por favor) Mike Horn, Børge Ousland o Umberto Pelizzari. Alabado sea el cielo. El primero, por ejemplo, descendió el Amazonas en tabla de hidrospeed. Le llevó seis meses… ¡con medio cuerpo metido permanentemente en el Amazonas!; y por supuesto, con el lema que tengo grabado a fuego: ‘solo and unassisted’, solo y sin asistencia. Umberto, por ejemplo, bajó a los 150 m en apnea. Y Børge se dedica a expediciones polares, como la primera travesía completa solo y sin asistencia en la Antártida. No sé qué es mejor para una madre/novia/mujer, si tener a un hijo/novio/esposo que haga el doble mortal atrás en moto como Travis Pastrana o que se tire tres meses arrastrando de un trineo de 150 kg a -50ºC en un sitio en el que si tiene problemas posiblemente no sea rescatado con vida.
A pesar de que en sus épocas apenas existía internet, un servidor babeaba con sus relatos y los trataba de seguir como buenamente podía. Y, claro, algo quedó.
Si tuviera que elegir a un héroe deportivo quizá ese fuese Mike Horn, aunque me parece alejado de la realidad y de las posibilidades de un ser humano con piernas y brazos. Pero al menos, y desde la lejanía, es una inspiración, una fuente de creatividad, un bofetón para recordarte que el mundo ni se acaba en los “ochomiles” ni en Shackelton ni en las competiciones. Hay tanto por hacer como imaginación tengamos.
Estoy más centrado en competiciones, son más fáciles de organizar que las expediciones personales, me gusta algo competir, y deja algo más tranquilas a las antes mencionadas. Dentro de las competiciones te puedes complicar la vida algo más o algo menos, como este año, que me he buscado dos carreras opuestas, porque aunque con una tampoco es que me fuera a aburrir, quería experimentar cosas nuevas. Pero algo por aquí dentro me dice que tarde o temprano me dejaré de dorsales y piques y lucharé contra algo que sea sólo mío. De lo poco que he hecho ‘solo y sin asistencia’ sé que es una de las mayores y mejores sensaciones de libertad que he experimentado, sólo atado a ti, a tus sueños, a tu material; viviendo y soñando con los ojos bien abiertos.
Cuando te planteas algo así, la competición eres tú; también tú eres tu máximo rival, tu látigo y tu asistencia; tu masajista, tu psicólogo, tu animador; te planteas porqué seguir si se puede descansar “por el mismo precio”, nadie te presiona. La razón evidentemente no estaba en el dorsal ni en los premios, ni en la supuesta gloria; la tienes dentro: tu sueño es lo que te empuja. Y te empuja más que el más cruel de los organizadores, te presionas, quieres completar lo que te has planteado, como si alguien te persiguiese. Te persigue quien te ilusiona.
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© Sergio Fernández/Adventure Life
Artículo Original: Adventure Life
Yo, de momento, disfruto a veces de la "soledad controlada", osea, pasar unas horas solo pero sabiendo que tengo gente cerca, disfrutar de ciertos periodos de soledad que uno puede interrumpir cuando quiera. No me veo pasando tanto tiempo solo y desamparado, y menos practicando una actividad de riesgo, soy mas conservador o gallina para estas cosas, a parte de que me pierdo hasta en el Mercadona de la esquina, por eso admiro a algunos aventureros y exploradores. Así que seguiremos participando en carreras organizadas como la que estamos planteandonos para el año que viene, la Scottish Ultra, una carrera por etapas tipo Sables pero en unas islas de Escocia.
ResponderEliminarbuen artículo s, recuerdo aquella publicidad que no he vuelto a ver.
ResponderEliminarBastantes horas entreno solo, más del 90% del total. Así que por ahora me apetece competir en sociedad, aunque sin drafting, pero está comprobado que cuando tengo a alguien delante corro más..
no comment! jeje
ResponderEliminarbienvenido en breve al club. Aventura sin dorsal forever...
ResponderEliminarLo de estos aventureros "masocas" es un tanto excesivo para algunos, pero bueno, para otros también es excesivo lo nuestro, así que... No tiene mala pinta esa Scottish. Os vais a gastar lo mismo que en la Libyan, por cierto (ya me dirás si no).
ResponderEliminarDavid, Sector creo que quebró o algo así. Han vuelto a renacer (aunque siguen viviendo un poco de las rentas de aquella imagen), pero lo que es el equipo y demás, desaparecieron, cada uno por su lado, y algunos han seguido con mucho éxito. Este artículo no es muy justo porque Red Bull ha patrocinado también cosas aventureras, pero bueno, era por separar esos dos mundos.
Pedro, creo que una cosa no quita a la otra. Mira a Kilian, parece que quiere combinar ambas. Yo, a mi nivel, también las he combinado, y me gustaría hacerlo más y mejor en el futuro. Para entrenos largos, por ejemplo, trato de buscar recorridos con algo más, desde vías verdes a antiguas cañadas. Lo peor para mí es que la mayoría de las veces tienes que implicar a alguien para que te asistan o te lleven a algún sitio, y eso lo complica todo.
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