La frontera con Gibraltar no estaba lejos pero hay que hacer el paripé de entrar andando con el pasaporte en la mano, pero no tiene más que hacer. Dado que la salida estaba cerca fuimos directamente andando con la particularidad de cruzar por la pista del aeropuerto que a su vez corta la entrada al Peñón, una de las singularidades de esta colonia. Tras un breve paseo llegamos a una importante plaza de Gibraltar donde estaba todo dispuesto para darse la salida. Dado que había un buen rato todavía para que alguno saliéramos y no teníamos que hacer gran cosa excepto comentar la jugada y, en mi caso, comerme un blíster de chorizo dado que me empiezo a entrar el hambre, tras un rato vagueando decidimos vestirnos de matar y salir a trotar un poco para reconocer la salida, y relajado como es uno poco más y llega tarde la salida, y encima sin estar lo caliente que me hubiese gustado.
Salimos de tres en tres con un minuto de diferencia y en mi cabeza tenía el objetivo de batir a mis dos compañeros y alcanzaron los tres de adelante. Que por qué pensaba que a alguien de mi nivel (en la general, salíamos en orden inverso) podía ganarle es una buena pregunta para la que no tengo respuesta.
Salida y primer escollo: se sale por una calle céntrica y peatonal con lo que tres tíos a buen ritmo se tienen que andar con ojo de no estamparse con marujas y niños, punto a mejorar por la organización porque fue un poco peligroso tanto para los corredores como para los transeúntes. Casi me paso el punto de giro y cuando empezamos a encarar la subida noto que las piernas no responden demasiado con lo que decidió tranquilizarme para que no me explotan, sensación que conozco muy bien del Kilómetro Vertical de Chartreuse del año pasado. Mis compañeros de salida "meten codos" y se les ve fuertes, las escaleras tampoco me van mucho pero nos movemos a buen ritmo, y en cuanto alcanzamos asfalto y una buena pendiente donde me siento cómodo les dejo atrás y pronto empiezo a ver gente delante de mí. No sé a cuántos pude alcanzar pero dos o tres docenas fácilmente, cierto es que este es uno de los terrenos en los que más cómodo me encuentro porque no era especialmente dura la mayoría de la subida y ahí entiendo que mi relación peso/potencia es favorable. Cometí un fallo de júnior al suponer que 500 metros de desnivel positivo en 5 km tenían que ser razonablemente tendidos, y por supuesto no consulté el perfil, para qué. El truco estaba en que a media subida había una bajada con lo que ganas distancia sin hacer ni un metro positivo. La verdad es que se agradeció esa bajada porque soltabas un poquito piernas pero dada su magnitud a más de uno se nos fueron de paseo y empezamos a ver ritmos estratosféricos, y luego había que volver a subir, claro. Me fui calentando hasta que vi 3'05"/km, se me salían las piernas y tuve un segundillo para decidir si apretaba un pelo más para ver ritmo por debajo de 3'/km o no, me corté, dado que la transición a subir otra vez en vertical podrían suponer un palo gordo. Alguno detrás de mí llegó a ver 2'40", así que imagínese cómo íbamos de zumbados.
A una cuarta parte de llegar me alcanzó el primero de los corredores que habían salido después de mí, era mi compañero de habitación Daniel Hernando, tipo acostumbrado a ritmos altos dado que es un asfaltero de medio pelo. Me pilló justo en una zona de escalones y por una pasarela que aparentaba ser colgante pero que en realidad creo que era biapoyada, aunque ahora viendo la foto creo que no. Y no, no es coña, en pleno esfuerzo uno se fija en estas sandeces y razona los momentos flexores de esta elegante estructura. En zonas más adelante, en escalones, eché unos cuantos vistazos a la espectacular bahía que teníamos a nuestros pies, llena de barcos esperando a entrar a puerto, muy industrializado todo pero desde luego espectacular desde esa altitud además de que el día acompañaba y la visibilidad era muy buena, justo lo contrario al año pasado que fue con niebla y lluvia.
Dos corredores más me adelantaron y yo ya iba francamente vulnerable porque las últimas decenas de escalones claramente me sobraron pegándose especialmente por la altura de la tabica de los mismos. La verdad es que iba un poquito perdido porque no sabía si los 5 km eran reales o era una estimación, 500 metros más en un terreno tan vertical hace que se te abran bastantes las carnes pero no, estaban clavados los cinco kilómetros. Y, por supuesto, tengo ya el culo lo suficientemente pelado como para no fiarme te espectadores que te dicen que estás a cien metros de la llegada.
Una de las cosas que más me sorprendió fue ver el pulso que incluso en la mayor de las agonías finales no pasó de los 153 latidos por minuto sacando una media de 145, y puedo asegurar que me esforcé lo mío. Entiendo que fisiológicamente no daba para más, muscularmente tampoco, porque desde luego que me dejé las pelotas y el puesto (creo que duodécimo) confirman que di lo que tenía.
Sin esprintar, llegué a las baterías de O'Hara que yo pensé que estaban cerca del punto más alto pero lejos de él y no, están a la altura, y es que el año pasado no se veía un mojón desde aquí arriba. Y se acabó. Un vientecito fresquito sumado a una importante sudada animaban a bajarse lo antes posible de ahí arriba. Y aunque todavía no eras consciente, todo había acabado ya, aún más para mí/nosotros que nos tuvimos que ir cagando leches sin esperar a la entrega de premios en una espectacular cueva que es un sitio perfecto para este tipo de fin de fiesta.
Una caótica bajada buscándolos la vida, un viaje veloz a un aeropuerto y un largo viaje por carretera después nos pondría a cada uno de nosotros en nuestro respectivo nido. Cuando menos de seis horas después ya estaba enfrascado en las tareas diarias me di cuenta de que sí, de que Eurafrica Trail 2019 era historia a falta de deshacer una bolsa, un buen dolor de patas y unos recuerdos, que son los que quedan. Unos pocos paisajes, unas sensaciones, alguna actitud en carrera, caras, cruce de miradas, una charla aquí y allá y la sensación del tiempo y las energías bien empleadas. Especialmente por la compañía. Las carreras por etapas animan a compartir más, a vivir de otra manera, a disfrutar pausada y aceleradamente a la vez, pero la compañía es lo que más suelo recordar pasado el tiempo y esta no es una excepción. Dorsal y competición aparte, la gente claramente tiene ganas de pasarlo bien, de disfrutar el momento y de llevarse un buen recuerdo, y el entorno ayuda. En mi caso, el excelente entorno fueron Maite y Dani, que hicieron de la experiencia algo más personal, la sencillez del trato, las coñas, las risas, el buen ambiente y la calidez general serán parte de este recuerdo para siempre. Antes de ir tuve alguna duda de si quería hacerla o no, pegarme semejante paliza, entrenar para ello, tres años detrás de un pie, para quizá volverme a encontrar como el año pasado, que no, que no había dado con la solución. Y aunque partí algo perezoso y obligado, días después todavía estaba en una nube por la gran experiencia vivida. Sigo sin saber si mi pie me dejará ser corredor como quiero serlo, pero sí sé que hice bien en buscar la respuesta en Eurafrica.
No sé si si te la has planteado alguna vez, pero si te llama mínimamente, vete a por ella, no te va a defraudar, la organización pone las herramientas perfectas para que te lleves un recuerdo único, de los que quedan, de los que dejan poso, de los que vives pocas veces. A los que puedes recurrir en momentos de bajón, los que te enternecen cuando veas una foto años después. Créate esos recuerdos que le den algo más de sentido que la rutina diaria, necesitamos estos alicientes o nos oxidamos por dentro.
s
+: Eurafrica Trail
Fotos: John Ortiz
No sé si si te la has planteado alguna vez, pero si te llama mínimamente, vete a por ella, no te va a defraudar, la organización pone las herramientas perfectas para que te lleves un recuerdo único, de los que quedan, de los que dejan poso, de los que vives pocas veces. A los que puedes recurrir en momentos de bajón, los que te enternecen cuando veas una foto años después. Créate esos recuerdos que le den algo más de sentido que la rutina diaria, necesitamos estos alicientes o nos oxidamos por dentro.
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+: Eurafrica Trail
Fotos: John Ortiz