Buenas.
Vamos a ver. No se por donde empezar. Cronológico que es más fácil. El pasado nosequé de octubre nos fuimos rumbo Bagdogra, en el extremo oriental de la India, casi frontera con Nepal, Bhutan, Bangladesh y sus muertos. Lo primero, según nos bajamos del avión es un tromba de agua espectacular, la cola del monzón, digo yo. Acojonante. Eso en las montañas tiene que ser de cuidado.
Cogemos el buseto de turno, pequeño -de unas veinte plazas-, ruidoso y no veas tú que carreteras. Los tipos controlan mucho, estoy convencido de que una mezcla de conductor de un 'motonabo' (triciclo motorizado) de Delhi y uno de busetos del Himalaya sería fácilmente campeón del mundo de rallyes. Lo dicho, controlan, pero creo que por una simple probabilidad no se pegan mas hostias, porque todas las curvas son ciegas e invaden "carriles" contrarios, en las que, evidentemente, entra poco más que un vehículo. Eso sí, emocionante. Luego ya empieza a ser coñazo, y cuando llevas montado en el susodicho buseto catorce veces, pues estas hasta los huevos y consigues hasta dormirte, ajeno al tremendo peligro en el que estás inmerso.
Llegamos de noche a Mirik, 'base camp', y a eso de las 0530h, pa' rriba rumbo Darjeeling, la capital de la zona. No me gustó nada, muy turísitco, yo lo apodó la 'Benidorm de las montañas' mucho tráfico, muy ruidoso, para mí una importante mierda, para hacer compras, quien las haga, y poco más; y yo no pillé nada. Otras 2h de vuelta, y de nuevo llegamos de noche.
'Wake up' a las 0500-0530h (tónica general en el puto viaje, joder, con lo bien que se corre a las 1100-1200h, pues no, salidas a las 0700h). Los entrantes se componían de una subida de hora y pico al 15%. Pues fale. Desde la salida me pongo primero, porque aparte de que soy la leche de chulo, en los tramos más duros la gente andaba y yo lo hacía todo corriendo con zancada lamentable, controlando pulso y sin dejar de correr. Bien. Desde el principio nos fuimos unos pocos, los que íbamos "a por nota" y si me pasaba alguien es porque me paraba a hacer afotitos. Nos fuimos un irlandés -Noel Hanna- y yo y dejamos de ver a nadie un rato después. Una bajada larga y mala para tobillos ("calzada romana") y con bastante hambre me encamino al km28, o lo que es lo mismo, donde tenía yo papeo. Iba ya solo y con algo de ventaja. Llego y no esta mi mochila. Llega justo el "jeep" Mahindra (como todos aquí) y empiezan a buscar la mochila; en una bolsa grande había bastantes y un tío no podía con ella de lo que pesaba. Cuando se me inflan las pelotas de esperar, subo al Mahindra, tiro de la bolsa, la abro y empiezo a sacar mochilas como un poseso, tirándolas a los lados como en los cómics de Astérix con los romanos. Y nada. Pierdo tres minutos, me adelanta Noel y suelto un sonoro "me cago en Dios" que me entendieron perfectamente los locales. Salgo a rabo, recupero, me pongo primero, y en la subida final me vengo abajo. No menos del 25%, sus muertos tós. Como yo había parado con el irlandés porque le jodía un gemelo, él me dijo que llegáramos juntos... y es que quedaba una curva, y yo pensando que quedaban 4km. Ahora sé que ese fue mi peor momento, zombi perdido, mareado creo que por el hambre y la altitud, y francamente fundido: si me dan un capón me dejan en el sitio. Pues eso, 'ex aequo', a los cinco minutos bien y a recuperarse, lavarse, lavar ropa, abrigarse.
Estábamos a 3636m, que no está mal. El tercero llegó a media hora, creo, con lo que empezaba a decidirse la carrera, aunque fueran cinco etapas. 4h33' para empezar.
Para los que les interese, la altitud -ésta, hasta 4000m- creo que apenas afecta físicamente; o por lo menos a mí no lo hizo. Y me gustaría saber quién es el cachondo que distingue un 20% de subida a 1000m, 2000m y a 4000m. Los únicas consecuencias que tuve -creo que sí por altitud- fueron insomnio (me pasé casi cuatro días sin pegar ojo entre 'jet lag' y altitud, lo llevé algo mal) y molestia de cabeza (pequeño dolorcillo, nada mas). Lo de dormir se solucionaba porque estaba tranquilo y descansaba, no dormía apenas, pero sí descansaba, que es lo importante.
De lo mejor de la carrera han sido sin duda las sopitas calientes que nos ponían al acabar las etapas de altitud, refugiados en un albergue, alrededor del fuego, post-etapa, contando batallitas, y llegando gente poco a poco.
Amanecimos el segundo día a las 0500h para ver el Kanchenjunga y sus primos 'ochomiles' "despertar". Espectacular. La segunda etapa tuvo un comienzo "gracioso": salí tarde. Se me jodió el reloj y no me di cuenta, salimos del albergue, vamos a la salida, no hay nadie "qué raro", pienso yo, y me dicen que han salido hace dos o tres minutos. Yo me imaginaba al irlandés corriendo como un cabrón y frotándose las manos. Con lo que me puse a correr como otro cabrón -pero mucho- y pasé a toda la carrera, y en el km8 cacé al susodicho irlandés que iba tan tranquilo a su bola. Ese día la ida (era ida y vuelta) se me hizo muy corta, pero la vuelta tuvo miga. Me torcí el tobillo -Noel me esperó como yo hice el día anterior-, nos relajamos, y a 5km de meta vimos al tercero (english) que nos cazaba, con lo que nos hizo correr el hioputa. Es de gilipollas: evidentemente no nos iba a coger (muy mal tendríamos que ir), nos pegamos el calentón de la leche y seguimos con las mismas diferencias entre los tres en esa etapa. 'Ex aequo' otra vez porque no queríamos esprintarnos, es tontería.
La tercera etapa era la 'Mount Everest Marathon Challenge'. Uséase, 42km de montaña, pero ya bajando a unos razonables 2000m, aprox. Salida relámpago del inglés de ayer (luego se hundiría y perdería una hora o así) y los brothers Hanna-Fernández que le tienen a ojo, pasándole en cuanto se despiste. Al hundirse este tipo, los otros dos se toman la etapa con la mayor calma del mundo. Por lo menos yo, que llegué más descansado que ningún día, a pesar de las 4h54'. No sé qué podría haber hecho necesitando correr rápido. Muy fácil y muy muy bonita, incluyendo un descenso medianamente técnico, muy divertido y muy largo. Hice como 25 fotos, nos parábamos cada dos por tres, uno posaba, ponía cara de velocidad y el otro le hacía la foto, y luego al revés. Muy bien, muy tranquilos y yo no me cansé nada. Cruzamos un puente de esos con cierto vaivén, y abajo ya, en una zona que parecía la Amazonia, todos los participantes nos desesperábamos ante la medición del recorrido... porque hicimos no menos de 45km en realidad. Un poco coñazo, pero fácil. Y como no pude descolgar al irish en un rato que arriesgué bajando, y él tampoco me iba a soltar, pues de nuevo no nos atacamos y llegamos juntos. Con todo lo lentos que fuimos creo que le cayó otra media hora al tercero, para mi sorpresa (yo creía que nos cazaban de un momento a otro). Y en meta... el oasis: tirados en un césped haciendo que estirábamos, CocaCola en mano, patatas fritas reponedoras (muchos mejores que cualquier PowerBar o similar) y solecito, no menos de 25ºC. Hablando de temperaturas, poco frío en carrera (malla larga por mi parte, pero otros en pantalón corto... y eso que estuvimos a casi 4000m; ni nieve ni na, ni por asomo, igualito que en las Españas, que cuando me fui iba a nevar a 1500m).
En meta, por la tarde nos cruzamos con dos españoles (catalanes, los únicos que vimos) y poco más y nos vamos de juerga juntos, cada uno contando sus películas.
Hablando de España, por supuesto me soltó un indio la alineación del Real Madrid, hoy he visto una camiseta en una tienda, y en el pueblo más remoto del mundo una gregoneta Suzuki Maruti llevaba una bufanda del Madrid. Lamentable.
Cuarta etapa. La que llevaba mi nombre. 21km de asfalto. Aunque parezca un sacrilegio lo de correr en asfalto en estos lugares -recordemos los baches tamaño Antonov, lo que lo asemejaba a una prueba de montaña-, son carreteras tortuosas, sin nada de tráfico y un paisaje espectacular. Un servidor no quería atacar hasta la subida final (7,5km, a un 10-15% de media) pero uno se puso tenso y hubo que salir a por él, y ya que salí, pues seguí fuerte. Me metí una serie larga al 90%, y no veas cómo miraban los locales al ver un tío correr solo, por el medio de la carretera a todo rabo, y con un dorsal en el pecho. Fui a machete en el llano y en la subida soltaba a ratitos para no quemarme. Gané por quince minutos y casi casi la general.
Y antes de salir en la quinta, Noel me dijo que se iba con su novia. Y que "Enhorabuena". Me fui con un grupeto. Y a 12 km de meta se me cruzó completamente el cable y me fui a por el primero. Le recorté como diez minutos en once km, pero no le cacé. Buena paliza a lo tonto. Y en meta, felicitaciones del "Ministro de Cultura" local, fotos variadas, y demás cosas que también me apasionan, incluyendo una foto a modo de modelito para una revista checa. Que yo sepa se publicará en dos o tres yankees, alguna checa y mañana algo en un periódico local, a ver si lo encontramos. Me han hecho más fotos que a Britney Spearms y quizá lo más curioso de la "fama" ha sido cómo otros participantes tirando a soplagaitas (ingleses casualmente) progresivamente se fueron acercando a mí, y hasta me llamaron por mi nombre. Casi me hacen 'sir' los muy lelos. Son unos tipos a veces un poco tristes los ingleses, prepotentes y memos; está feo generalizar, pero es que estos iban un poco justos.
Y por la noche, entrega de premios, copitas, medallas y hasta tuve que dar un pequeño discursito, manda pelotas. En el mío y en el de Noel ambos destacamos que haber pasado tanto tiempo juntos por ahí corriendo y con tan buen rollo había sido lo mejor, y no tengo duda de que así ha sido por mi parte, mucho mejor que ver las montañas del Himalaya, que ganar la carrera y lo que sea. Gran tipo.
Y esa noche nos fuimos a su bungalow, nos tomamos un vino tinto chileno (!) y a la vuelta nos perdimos, con lo que llegamos a las 0300h a sobar. Amanecimos a las 0700h, desayuno, 2h30' de bus, 3h en el aeropuerto, revisión de seguridad espectacular -de todo incluyendo palomos de calzones (no menos de seis controles, cacheos, revisión de mochila, encendiendo la cámara de fotos para que se viera que no era una Olimpus-bomba...)-, 2h30' de avioncín... y nos acostamos a las 0100h... para levantarnos a las 0500h, meternos 2h de tren, unas 4h de bus en total, ver tres monumentos (entre ellos el Taj Mahal), que nos intentaran vender de todo, 1h esperando el tren, 2h más de tren... con lo que ayer estaba mil veces más muerto que corriendo y hoy, aparte de ir a un mercado "a lo Rastro" no haré más.
Estoy medio mal de defensas y aires acondicionados, cansado, harto de la comida (solo chicken de las pelotas) y bizco de tener la pantalla a diez centímetros. Y encima me he perdido esta mañana rodando y en vez de 30' me he tenido que meter 50. Joder.
Y me cago en to.
Me las piro que esto me va a salir por un pico.
Que os den a todos y todas.
Besos, abrazos y que paséis mucho frío, aquí no bajamos de 30ºC.
Sergio13
···Namaste
ser13gio
s
+: Himalayan Stage Race
+s13: Index: Mis otras ultramaratones
martes, 11 de noviembre de 2003
lunes, 10 de noviembre de 2003
Mi Himalaya
Escribí un artículo para una revista de atletismo que finalmente no se publicó porque me exigían entregar el artículo con fotos y yo no disponía de ellas (...estaba corriendo, digo yo); y al tener que pagarlas yo, dije que sí, que ya se lo mandaba un día de estos... no se puede ser puta y encima poner la cama...
Decía así.
Mi Himalaya
La Himalayan Stage Race, más conocida como Himalayan-100, recibió en su decimotercera edición, por vez primera, a participantes españoles. Y no les trajo mala suerte del todo el 13...
Arrastrando la mirada un palmo por delante de mis pies, aturdido por un moderado dolor de cabeza fruto de la altitud y con un hambre atroz que debilitaba mis pasos, encaré como pude la última subida. Toda la etapa estuve con un norirlandés, Noel Hanna, que no dejó que me relajara ni un segundo; y sé que mi compañía también le presionaba. Nos quedaban cuatro kilómetros. Cuatro. Físicamente estaba en las últimas, Noel no tendría relevo; yo ya era una rémora con mi motivación centrada en no descolgarme de él. Cuatro. Mis pensamientos hacía mucho que no estaban en la fase «¿qué-se-me-ha-perdido-a-mí-aquí?» o «con-lo-bien-que-estaría-yo-en-mi-casita», y giraban obsesivamente en torno a «meta-4km-sufrir-aguantacabrón». Y, sin embargo, Noel me dice «¿quieres que lleguemos juntos?», a lo que respondí «bueno... ya veremos», porque no me veía yo en condiciones de seguir a ese ritmo. «Creo que después de la siguiente curva está meta, según recuerdo...» (él había corrido en 1997): en ese momento supe lo que sienten los agraciados de la lotería; y un minuto después ya estaba en meta, satisfecho (había ganado ‘ex aequo’) pero ligeramente preocupado.
...Es que llevaba 38 de 160km. Una etapa de cinco. Acababa de llegar a 3636m de altitud con dolor de cabeza y arrastrándome; y me quedaban dos días más en altura. Nunca había estado tan alto, y menos tanto tiempo. No tenía ni idea de cómo iba a responder mi cuerpo o cómo iba a recuperar de un día para otro; y la primera experiencia no era del todo buena. Pero si supiera las respuestas a todas las preguntas que me hacía mientras me ponía ropa seca no estaría aquí, sería absurdo. O por lo menos no lo viviría tan intensamente. Y es a lo que he venido a las faldas del Himalaya.
Después de tanto entrenar, tanto dinero gastado y tantos pensamientos dedicados, un día mi compañero, Fernando Guardiola, y yo nos despedíamos de familia y amigos en un aeropuerto, y por fin nos embarcábamos en un sueño que nos había inundado los últimos seis meses. Mientras entrenas, con lo que lees, con lo que escuchas, te vas haciendo una idea de cómo será el lugar, el recorrido y las gentes. Afortunadamente todo fue una sorpresa, de principio a fin, nada se parece a lo imaginado; y fue mucho mejor. Gente de quince países se junta un buen día en el aeropuerto de Delhi para hacer algo que les une, aunque ellos aún no lo sepan. Y tras cinco días de carreras, penalidades y alegrías, acaban formando una pequeña familia muy bien avenida.
No sé exactamente el porqué, pero el sufrimiento crea unos lazos que van más allá de banalidades como el idioma o el objetivo deportivo. Tras el primer “calentamiento” (más bien, “calentón”) consistente en subir, subir, «¿esa era toda la bajada?» y subida final mortal, empezamos a conocernos y aflora lo mejor de toda experiencia humana: la relación entre las personas.
Himalaya 2.0
En una prueba por etapas sólo hay una cosa más importante que correr: recuperar. El ritual post-carrera de lavarte, ponerte ropa seca, estirar, beber y comer, sería lo que me permitiría luchar por el primer puesto, algo que sólo en sueños había contemplado. Mientras, Fernando, empezaba con su particular pesadilla, con problemas físicos que arrastraba desde casa, y que aquí se le reprodujeron; pero con el billete de avión en la mano y la inscripción pagada, a ver quién se queda en tierra.
Una de las mejores partes de correr en montaña es que muscularmente no se sufre demasiado. Por eso al amanecer del segundo día me sentí con fuerzas para el segundo asalto. La limpidez del cielo nos permitió disfrutar de las maravillosas vistas del Himalaya en una preciosa mañana otoñal. El Kangchenjunga (con 8586m, el tercer pico más alto del mundo) servía de marco perfecto para esta segunda etapa, que al igual que la primera, discurría por la frontera India-Nepal (...un despiste en un cruce y conflicto diplomático asegurado), por una pista empedrada que el líder espiritual Aga Kahn mandó construir para poder contemplar el Everest, y que resultaba algo incómoda para los pies y resbaladiza en las bajadas (una participante se rompió un par de dedos en una caída). Por cierto, Aga Khan murió antes de que acabaran las obras y no pudo disfrutar nunca de «La Diosa Madre».
Pero lo que no intuía yo es que ese segundo día empezaría con sorpresa. No pudo escoger otro momento mi reloj para dejar de funcionar, con lo que los españolitos se presentaron tarde a la salida. Y, claro está, nadie esperó por nosotros. Al amigo Noel le regalé generosamente tres minutos, e insultándome gravemente ante semejante memez por mi parte, me impuse un fuerte ritmo para recuperar todo el tiempo estúpidamente perdido en sólo ocho kilómetros. Descubrí dos cosas: una, que se puede correr moderadamente rápido en altitud; y dos, que los esfuerzos se pagan por muy sobrado que te creas que vas (esto fue más bien un recordatorio). En una etapa de ida y vuelta fue agradable cruzarse con el resto de corredores; pero también a Ronald Logan (inglés) le dio fuerzas el saber que no le sacábamos mucho, se animó, y nos hizo pasar un final agónico. Pero, por segunda vez, Noel Hanna y el que esto firma, llegaron juntos a meta en primeras posiciones: las espadas seguían en alto.
Mount Everest Challenge Marathon. R+
Aunque la Himalayan-100 es una carrera por etapas, puede hacerse sólo la tercera –la «maratón del Everest»- para los que no puedan/quieran el “lote” completo. Este año sólo un participante hizo la maratón descansado; el resto veníamos algo tocados de 38 y 32km.
Era un cuatro de noviembre, y supuestamente la carrera se decidiría en la etapa más larga, que no más dura (la tercera lo era), pues el último tercio era en bajada y volvíamos a cotas bajas (bajas aquí son 2000-2500m). A pesar de mi historial de esguinces de tobillo (de hecho, ya me los vendé desde el primer día de carrera para protegérmelos), pensaba atacar en la bajada. Disfrutamos de unas fantásticas vistas durante 28km de subebajas en las que descolgué alguna vez a mi “sombra norirlandesa”, y me tiré “a machete” en cuanto empezó el descenso; multitud de líneas posibles por un cauce seco que desciende directo, sin demasiados rodeos, de las cumbres nevadas: un auténtico festival. Tras un buen rato jugándome mi integridad física, y dándome cuenta del alto ‘ratio’ riesgos/resultados, decidí calmarme; a partir de aquí nos relevábamos, cogíamos la trazada que nos apetecía y nos parábamos frecuentemente a hacernos fotos. Creo que es el descenso del que más he disfrutado en mi vida (pero si te haces un esguince al poco de empezar como le ocurrió a Fernando, se convierte en la peor baja imaginada). Tras “horas” de bajada llegamos a Siri Khola, pueblecito pintoresco, cruzamos un puente colgante, entramos en una selva (literal, impresionante el cambio) y en unos minutos estaríamos en meta... si hubiera estado bien medido... El final se hizo algo largo, pero hubo también hubo tiempo para saludar (‘Namasté’) y para admirar a los esforzados locales con enormes cargas a su espalda: Eso es duro. Por tercera vez y tras compartir 5h de zancadas, no tenía sentido esprintarnos, Noel Hanna y Sergio Fernández llegaban juntos en cabeza. Nos recibió Rimbik (1936m) con sol, calorcito, y unas patatas fritas con Coca Cola. Volvíamos a la civilización.
Recordando viejos tiempos
Desde hacía casi cinco años que no competía en asfalto; y aunque parezca un sacrilegio en estos lugares, la cuarta y quinta etapas se desarrollaban sobre esta superficie. Pero los paisajes seguían siendo igual de espectaculares y hasta cierto punto estábamos un poco saturados de piedras. Aunque he hecho distancias por encima de 100km, aún conservo algo de velocidad.
Lo tenía todo de cara: conseguí dormir a pierna suelta, hasta tarde (0700h, comparado con las 0500h de días anteriores), la maratón la acabé “nuevo” y sólo corríamos hoy 21km. No podía desaprovechar la oportunidad. Tenía el final en subida (7,5km al 8-10% aprox. de media) por lo que en el llano tenía que sacar diferencia por si acaso luego flojeaba. Para lo que la mayoría sería una etapa de descanso, yo me empleé para correr realmente fuerte; abrí un buen hueco y gané en 1h27’. Quince minutos de ventaja. En ningún momento sentí alegría.
Postmonzón
O se me torcían mucho las cosas o había ganado la general. Antes de salir a la quinta y última etapa supe que el cataclismo tendría que ser de proporciones bíblicas para que no me llevase la victoria: mi principal rival acompañaría a su novia (Lynne Stark, ganadora de la categoría femenina), con lo que no habría guerra conmigo.
27km por delante, el primer tercio en subida, y el resto de bajada a meta. Me acomodé en un grupo, disfruté del lugar y sólo cuando me quedé solo decidí correr a mi tope para intentar alcanzar al primero; cosa que no conseguí tras una “contrarreloj” de 11km; una pequeña espina se me quedó clavada, pero no pudo empañar haber acabado muy satisfecho. En un segundo, mi Himalayan-100 era pasado y recuerdos. Sólo quedaban breves coletazos en forma de entrega de premios, cena y despedida. En un segundo pasas a ser una persona normal que se tendrá que adaptar al ritmo de vida de todo el mundo.
Una vez todo ha acabado, durante un tiempo, te sientes vacío; cuando en realidad no sabes dónde meter tanto equipaje.
No habríamos podido dar ninguna de estas zancadas sin la ayuda de chichetecalentito.com, Asepeyo, Sporthill, Soria Natural e Injinji.
Namaste.
Sergio Fernández
Breves
+Para entrar en la India es necesario visado (consulta en www.visadoindia.com) y cuesta 50€.
+Ninguna vacuna es obligatoria; cada uno que se informe y sopese riesgos vs. beneficios; nosotros nos vacunamos de tétanos, fiebre tifoidea y hepatitis A; y tomamos la quimioprofliaxis para la malaria.
+Sólo por ver cómo se conduce en Delhi y en las carreteras de montaña, ya merece la pena visitar el país: muchos campeones del mundo de rallyes en potencia.
+País apasionante; pobre pero no mísero; muy agradable y seguro; inmenso, mucho por ver... la guía Lonely Planet (en inglés) tiene 1080págs. Es muy comprensible que tantos occidentales se enamoren de la India.
+El viaje incluye la visita a la capital de la región, Darjeeling, famosa por su té y por ser el hogar de Tenzing Norgay, quien junto a Edmund Hillary, escaló en 1953 el Everest. Visitamos el Museo Himalayo de la Montaña. Este año era, pues, el 50º aniversario.
+La 14ª Himalayan-100 se celebrará entre el 31/10 y el 04/11/2004; la 10ª Maratón del Everest, el 02/11/2004.
+Más info en http://www.himalayan.com/ o http://www.himalayanruntrek.com/.
+El clima es, previsiblemente, seco y fresco, no frío (para la altitud) tras el lluvioso monzón.
+Lectura recomendada «Más cerca de mi padre», Jamling Tenzing Norgay, National Geographic.
Clasificaciones
1ª etapa Maneybhanjang-Sandakphu, 38km (02/11/2003)
1º Noel Hanna (IRL) 4 h33’
Sergio Fernández (SPN) 4h33’
3º Ronald Logan (UK) 4h54’
2ª etapa Sandakphu-Sandakphu,
32km (03/11/2003)
1º Noel Hanna (IRL) 3h01’
Sergio Fernández (SPN)3h01’
3º Ronald Logan (UK) 3h02’
3ª etapa Sandakphu-Rimbik,
42km (04/11/2003+)
Mount Everest Challenge Marathon
1º Sergio Fernández (SPN) 4h54’
Noel Hanna (IRL) 4h54’
3º John Lewis (UK) 5h33’
4ª etapa Rimbik-Palmajua,
21km (05/11/2003)
1º Sergio Fernández (SPN) 1h27’
2º Noel Hanna (IRL) 1h42’
Ronald Logan (UK) 1h42’
Owen Barder (UK) 1h42’
5ª etapa Palmajua-Maneybhanjang,
27km (06/11/2003)
1º Ronald Logan (UK) 2h20’
2º Sergio Fernández (SPN) 2h22’
3º Lynne Stark (IRL) 2h40’
Noel Hanna (IRL) 2h40’
Axel Dill (ITL) 2h40’
John Lewis (UK) 2h40’
Clasificación general
1º Sergio Fernández (SPN) 16h17’
2º Noel Hanna (IRL) 16h50’
3º Ronald Logan (UK) 17h37’
4º Axel Dill (ITL) 18h05’
5º John Lewis (UK) 18h14’
6º Mark Eller (USA) 18h50’
Altitud, técnica, entrenamiento
Si hay algo que caracteriza a esta prueba es la altitud; con un techo de casi 4.000m y cerca de tres días (y sus correspondientes noches) a más de 3.500m es el obstáculo más serio, a priori.
La única referencia de que disponíamos era la de un amigo mexicano que fue segundo en 2000; pero él entrena usualmente a 3.000m, con lo que no se podría aplicar a nosotros, que habíamos llegado a poco más de 3.000m en “breves instantes” (subir y bajar). Pero dormir, pasar muchas horas y rendir físicamente a buen nivel era la mayor duda. Y mucho menos sabíamos como nos adaptaríamos nosotros, pues, a pesar de los muchos estudios sobre altitud realizados, no se sabe con precisión todos los factores que influyen para que esta adaptación sea más o menos rápida y por qué difieren tanto de una persona a otra.
Ahora, ya de vuelta, tenemos algunas respuestas.
De las muchas consecuencias que tiene la altitud sobre el organismo sólo dos nos afectaron: insomnio y cefaleas. Yo estuve cuatro noches en las que apenas pude conciliar el sueño, pero como estaba relajado y pasábamos muchas horas tumbados, sí descansaba. Y los dolores de cabeza eran leves, generalmente no pasaban de ser una molestia continua, también de unos cuatro días de duración.
Sin embargo, y para mi sorpresa, el rendimiento físico no era del todo malo, y, honestamente, creo que no hay una gran diferencia con correr a 2.000m, altitud que “no afecta nada” al rendimiento.
Pero esa altitud era algo engañosa. Bosques a 4.000m, gente corriendo en manga corta, nada de nieve... y es muy distinto a lo que tenemos asociado de altitud+montaña+frío. Esta benevolencia compensa algo los efectos de la altitud, o por lo menos no los empeoran.
(Que nadie tome nada de lo anterior como dogma de fe ni estudio científico, porque no es lo uno ni lo otro)
Para entrenar la prueba sería recomendable hacer algún stage de un par de semanas en altitud. Afortunado el que pueda, nosotros no lo hicimos, asumimos ese riesgo. Pero lo que no debería ser ajeno para ningún participante es la montaña: subidas de una hora, correr con piedras, largas distancias, zancada corta, mecánica correr-andar-correr, etc.
No es una prueba técnica, sólo una bajada tiene algo de dificultad si se quiere ir fuerte; pero si alguien ha corrido el Maratón Alpino Madrileño, en el Aneto o en Viella, es pan comido.
Se recomienda también entrenar muchas cuestas, a ritmo constante, y bajada al trote siempre; yo llegué a hacer 65 de 140m.
Es una prueba muy asequible para gente con más de una maratón en sus piernas, adaptándose al tipo de carrera y al entorno.
Las temperaturas eran suaves (para la altitud). Como referencia, nosotros llevábamos ropa Sportill (Zone 2, para temperaturas entre 4º-18ºC, según fabricante) y nos fue perfecta; un buen impermeable transpirable; e incluso llevad ropa para ir de corto, que se puede llegar a utilizar.
Y los pies, nuestros instrumentos de trabajo, bien preparados. Se puede optar por unas zapatillas relativamente ligeras, sin gran protección y taqueado bajo, no hay “zonas de escalada” como en algunas pruebas españolas; yo usé unas Nike Tupu, que es ese término medio del que hablo, ni supermontañeras ni de asfalto. Y mucho cuidado con ampollas, rozaduras y demás, en pruebas por etapas pueden ser una auténtica tortura; para asegurar, yo llevé calcetines dedo a dedo, de Injinji.
s
+s13: Index: Mis otras ultramaratones
Decía así.
Mi Himalaya
La Himalayan Stage Race, más conocida como Himalayan-100, recibió en su decimotercera edición, por vez primera, a participantes españoles. Y no les trajo mala suerte del todo el 13...
Arrastrando la mirada un palmo por delante de mis pies, aturdido por un moderado dolor de cabeza fruto de la altitud y con un hambre atroz que debilitaba mis pasos, encaré como pude la última subida. Toda la etapa estuve con un norirlandés, Noel Hanna, que no dejó que me relajara ni un segundo; y sé que mi compañía también le presionaba. Nos quedaban cuatro kilómetros. Cuatro. Físicamente estaba en las últimas, Noel no tendría relevo; yo ya era una rémora con mi motivación centrada en no descolgarme de él. Cuatro. Mis pensamientos hacía mucho que no estaban en la fase «¿qué-se-me-ha-perdido-a-mí-aquí?» o «con-lo-bien-que-estaría-yo-en-mi-casita», y giraban obsesivamente en torno a «meta-4km-sufrir-aguantacabrón». Y, sin embargo, Noel me dice «¿quieres que lleguemos juntos?», a lo que respondí «bueno... ya veremos», porque no me veía yo en condiciones de seguir a ese ritmo. «Creo que después de la siguiente curva está meta, según recuerdo...» (él había corrido en 1997): en ese momento supe lo que sienten los agraciados de la lotería; y un minuto después ya estaba en meta, satisfecho (había ganado ‘ex aequo’) pero ligeramente preocupado.
...Es que llevaba 38 de 160km. Una etapa de cinco. Acababa de llegar a 3636m de altitud con dolor de cabeza y arrastrándome; y me quedaban dos días más en altura. Nunca había estado tan alto, y menos tanto tiempo. No tenía ni idea de cómo iba a responder mi cuerpo o cómo iba a recuperar de un día para otro; y la primera experiencia no era del todo buena. Pero si supiera las respuestas a todas las preguntas que me hacía mientras me ponía ropa seca no estaría aquí, sería absurdo. O por lo menos no lo viviría tan intensamente. Y es a lo que he venido a las faldas del Himalaya.
Después de tanto entrenar, tanto dinero gastado y tantos pensamientos dedicados, un día mi compañero, Fernando Guardiola, y yo nos despedíamos de familia y amigos en un aeropuerto, y por fin nos embarcábamos en un sueño que nos había inundado los últimos seis meses. Mientras entrenas, con lo que lees, con lo que escuchas, te vas haciendo una idea de cómo será el lugar, el recorrido y las gentes. Afortunadamente todo fue una sorpresa, de principio a fin, nada se parece a lo imaginado; y fue mucho mejor. Gente de quince países se junta un buen día en el aeropuerto de Delhi para hacer algo que les une, aunque ellos aún no lo sepan. Y tras cinco días de carreras, penalidades y alegrías, acaban formando una pequeña familia muy bien avenida.
No sé exactamente el porqué, pero el sufrimiento crea unos lazos que van más allá de banalidades como el idioma o el objetivo deportivo. Tras el primer “calentamiento” (más bien, “calentón”) consistente en subir, subir, «¿esa era toda la bajada?» y subida final mortal, empezamos a conocernos y aflora lo mejor de toda experiencia humana: la relación entre las personas.
Himalaya 2.0
En una prueba por etapas sólo hay una cosa más importante que correr: recuperar. El ritual post-carrera de lavarte, ponerte ropa seca, estirar, beber y comer, sería lo que me permitiría luchar por el primer puesto, algo que sólo en sueños había contemplado. Mientras, Fernando, empezaba con su particular pesadilla, con problemas físicos que arrastraba desde casa, y que aquí se le reprodujeron; pero con el billete de avión en la mano y la inscripción pagada, a ver quién se queda en tierra.
Una de las mejores partes de correr en montaña es que muscularmente no se sufre demasiado. Por eso al amanecer del segundo día me sentí con fuerzas para el segundo asalto. La limpidez del cielo nos permitió disfrutar de las maravillosas vistas del Himalaya en una preciosa mañana otoñal. El Kangchenjunga (con 8586m, el tercer pico más alto del mundo) servía de marco perfecto para esta segunda etapa, que al igual que la primera, discurría por la frontera India-Nepal (...un despiste en un cruce y conflicto diplomático asegurado), por una pista empedrada que el líder espiritual Aga Kahn mandó construir para poder contemplar el Everest, y que resultaba algo incómoda para los pies y resbaladiza en las bajadas (una participante se rompió un par de dedos en una caída). Por cierto, Aga Khan murió antes de que acabaran las obras y no pudo disfrutar nunca de «La Diosa Madre».
Pero lo que no intuía yo es que ese segundo día empezaría con sorpresa. No pudo escoger otro momento mi reloj para dejar de funcionar, con lo que los españolitos se presentaron tarde a la salida. Y, claro está, nadie esperó por nosotros. Al amigo Noel le regalé generosamente tres minutos, e insultándome gravemente ante semejante memez por mi parte, me impuse un fuerte ritmo para recuperar todo el tiempo estúpidamente perdido en sólo ocho kilómetros. Descubrí dos cosas: una, que se puede correr moderadamente rápido en altitud; y dos, que los esfuerzos se pagan por muy sobrado que te creas que vas (esto fue más bien un recordatorio). En una etapa de ida y vuelta fue agradable cruzarse con el resto de corredores; pero también a Ronald Logan (inglés) le dio fuerzas el saber que no le sacábamos mucho, se animó, y nos hizo pasar un final agónico. Pero, por segunda vez, Noel Hanna y el que esto firma, llegaron juntos a meta en primeras posiciones: las espadas seguían en alto.
Mount Everest Challenge Marathon. R+
Aunque la Himalayan-100 es una carrera por etapas, puede hacerse sólo la tercera –la «maratón del Everest»- para los que no puedan/quieran el “lote” completo. Este año sólo un participante hizo la maratón descansado; el resto veníamos algo tocados de 38 y 32km.
Era un cuatro de noviembre, y supuestamente la carrera se decidiría en la etapa más larga, que no más dura (la tercera lo era), pues el último tercio era en bajada y volvíamos a cotas bajas (bajas aquí son 2000-2500m). A pesar de mi historial de esguinces de tobillo (de hecho, ya me los vendé desde el primer día de carrera para protegérmelos), pensaba atacar en la bajada. Disfrutamos de unas fantásticas vistas durante 28km de subebajas en las que descolgué alguna vez a mi “sombra norirlandesa”, y me tiré “a machete” en cuanto empezó el descenso; multitud de líneas posibles por un cauce seco que desciende directo, sin demasiados rodeos, de las cumbres nevadas: un auténtico festival. Tras un buen rato jugándome mi integridad física, y dándome cuenta del alto ‘ratio’ riesgos/resultados, decidí calmarme; a partir de aquí nos relevábamos, cogíamos la trazada que nos apetecía y nos parábamos frecuentemente a hacernos fotos. Creo que es el descenso del que más he disfrutado en mi vida (pero si te haces un esguince al poco de empezar como le ocurrió a Fernando, se convierte en la peor baja imaginada). Tras “horas” de bajada llegamos a Siri Khola, pueblecito pintoresco, cruzamos un puente colgante, entramos en una selva (literal, impresionante el cambio) y en unos minutos estaríamos en meta... si hubiera estado bien medido... El final se hizo algo largo, pero hubo también hubo tiempo para saludar (‘Namasté’) y para admirar a los esforzados locales con enormes cargas a su espalda: Eso es duro. Por tercera vez y tras compartir 5h de zancadas, no tenía sentido esprintarnos, Noel Hanna y Sergio Fernández llegaban juntos en cabeza. Nos recibió Rimbik (1936m) con sol, calorcito, y unas patatas fritas con Coca Cola. Volvíamos a la civilización.
Recordando viejos tiempos
Desde hacía casi cinco años que no competía en asfalto; y aunque parezca un sacrilegio en estos lugares, la cuarta y quinta etapas se desarrollaban sobre esta superficie. Pero los paisajes seguían siendo igual de espectaculares y hasta cierto punto estábamos un poco saturados de piedras. Aunque he hecho distancias por encima de 100km, aún conservo algo de velocidad.
Lo tenía todo de cara: conseguí dormir a pierna suelta, hasta tarde (0700h, comparado con las 0500h de días anteriores), la maratón la acabé “nuevo” y sólo corríamos hoy 21km. No podía desaprovechar la oportunidad. Tenía el final en subida (7,5km al 8-10% aprox. de media) por lo que en el llano tenía que sacar diferencia por si acaso luego flojeaba. Para lo que la mayoría sería una etapa de descanso, yo me empleé para correr realmente fuerte; abrí un buen hueco y gané en 1h27’. Quince minutos de ventaja. En ningún momento sentí alegría.
Postmonzón
O se me torcían mucho las cosas o había ganado la general. Antes de salir a la quinta y última etapa supe que el cataclismo tendría que ser de proporciones bíblicas para que no me llevase la victoria: mi principal rival acompañaría a su novia (Lynne Stark, ganadora de la categoría femenina), con lo que no habría guerra conmigo.
27km por delante, el primer tercio en subida, y el resto de bajada a meta. Me acomodé en un grupo, disfruté del lugar y sólo cuando me quedé solo decidí correr a mi tope para intentar alcanzar al primero; cosa que no conseguí tras una “contrarreloj” de 11km; una pequeña espina se me quedó clavada, pero no pudo empañar haber acabado muy satisfecho. En un segundo, mi Himalayan-100 era pasado y recuerdos. Sólo quedaban breves coletazos en forma de entrega de premios, cena y despedida. En un segundo pasas a ser una persona normal que se tendrá que adaptar al ritmo de vida de todo el mundo.
Una vez todo ha acabado, durante un tiempo, te sientes vacío; cuando en realidad no sabes dónde meter tanto equipaje.
No habríamos podido dar ninguna de estas zancadas sin la ayuda de chichetecalentito.com, Asepeyo, Sporthill, Soria Natural e Injinji.
Namaste.
Sergio Fernández
Breves
+Para entrar en la India es necesario visado (consulta en www.visadoindia.com) y cuesta 50€.
+Ninguna vacuna es obligatoria; cada uno que se informe y sopese riesgos vs. beneficios; nosotros nos vacunamos de tétanos, fiebre tifoidea y hepatitis A; y tomamos la quimioprofliaxis para la malaria.
+Sólo por ver cómo se conduce en Delhi y en las carreteras de montaña, ya merece la pena visitar el país: muchos campeones del mundo de rallyes en potencia.
+País apasionante; pobre pero no mísero; muy agradable y seguro; inmenso, mucho por ver... la guía Lonely Planet (en inglés) tiene 1080págs. Es muy comprensible que tantos occidentales se enamoren de la India.
+El viaje incluye la visita a la capital de la región, Darjeeling, famosa por su té y por ser el hogar de Tenzing Norgay, quien junto a Edmund Hillary, escaló en 1953 el Everest. Visitamos el Museo Himalayo de la Montaña. Este año era, pues, el 50º aniversario.
+La 14ª Himalayan-100 se celebrará entre el 31/10 y el 04/11/2004; la 10ª Maratón del Everest, el 02/11/2004.
+Más info en http://www.himalayan.com/ o http://www.himalayanruntrek.com/.
+El clima es, previsiblemente, seco y fresco, no frío (para la altitud) tras el lluvioso monzón.
+Lectura recomendada «Más cerca de mi padre», Jamling Tenzing Norgay, National Geographic.
Clasificaciones
1ª etapa Maneybhanjang-Sandakphu, 38km (02/11/2003)
1º Noel Hanna (IRL) 4 h33’
Sergio Fernández (SPN) 4h33’
3º Ronald Logan (UK) 4h54’
2ª etapa Sandakphu-Sandakphu,
32km (03/11/2003)
1º Noel Hanna (IRL) 3h01’
Sergio Fernández (SPN)3h01’
3º Ronald Logan (UK) 3h02’
3ª etapa Sandakphu-Rimbik,
42km (04/11/2003+)
Mount Everest Challenge Marathon
1º Sergio Fernández (SPN) 4h54’
Noel Hanna (IRL) 4h54’
3º John Lewis (UK) 5h33’
4ª etapa Rimbik-Palmajua,
21km (05/11/2003)
1º Sergio Fernández (SPN) 1h27’
2º Noel Hanna (IRL) 1h42’
Ronald Logan (UK) 1h42’
Owen Barder (UK) 1h42’
5ª etapa Palmajua-Maneybhanjang,
27km (06/11/2003)
1º Ronald Logan (UK) 2h20’
2º Sergio Fernández (SPN) 2h22’
3º Lynne Stark (IRL) 2h40’
Noel Hanna (IRL) 2h40’
Axel Dill (ITL) 2h40’
John Lewis (UK) 2h40’
Clasificación general
1º Sergio Fernández (SPN) 16h17’
2º Noel Hanna (IRL) 16h50’
3º Ronald Logan (UK) 17h37’
4º Axel Dill (ITL) 18h05’
5º John Lewis (UK) 18h14’
6º Mark Eller (USA) 18h50’
Altitud, técnica, entrenamiento
Si hay algo que caracteriza a esta prueba es la altitud; con un techo de casi 4.000m y cerca de tres días (y sus correspondientes noches) a más de 3.500m es el obstáculo más serio, a priori.
La única referencia de que disponíamos era la de un amigo mexicano que fue segundo en 2000; pero él entrena usualmente a 3.000m, con lo que no se podría aplicar a nosotros, que habíamos llegado a poco más de 3.000m en “breves instantes” (subir y bajar). Pero dormir, pasar muchas horas y rendir físicamente a buen nivel era la mayor duda. Y mucho menos sabíamos como nos adaptaríamos nosotros, pues, a pesar de los muchos estudios sobre altitud realizados, no se sabe con precisión todos los factores que influyen para que esta adaptación sea más o menos rápida y por qué difieren tanto de una persona a otra.
Ahora, ya de vuelta, tenemos algunas respuestas.
De las muchas consecuencias que tiene la altitud sobre el organismo sólo dos nos afectaron: insomnio y cefaleas. Yo estuve cuatro noches en las que apenas pude conciliar el sueño, pero como estaba relajado y pasábamos muchas horas tumbados, sí descansaba. Y los dolores de cabeza eran leves, generalmente no pasaban de ser una molestia continua, también de unos cuatro días de duración.
Sin embargo, y para mi sorpresa, el rendimiento físico no era del todo malo, y, honestamente, creo que no hay una gran diferencia con correr a 2.000m, altitud que “no afecta nada” al rendimiento.
Pero esa altitud era algo engañosa. Bosques a 4.000m, gente corriendo en manga corta, nada de nieve... y es muy distinto a lo que tenemos asociado de altitud+montaña+frío. Esta benevolencia compensa algo los efectos de la altitud, o por lo menos no los empeoran.
(Que nadie tome nada de lo anterior como dogma de fe ni estudio científico, porque no es lo uno ni lo otro)
Para entrenar la prueba sería recomendable hacer algún stage de un par de semanas en altitud. Afortunado el que pueda, nosotros no lo hicimos, asumimos ese riesgo. Pero lo que no debería ser ajeno para ningún participante es la montaña: subidas de una hora, correr con piedras, largas distancias, zancada corta, mecánica correr-andar-correr, etc.
No es una prueba técnica, sólo una bajada tiene algo de dificultad si se quiere ir fuerte; pero si alguien ha corrido el Maratón Alpino Madrileño, en el Aneto o en Viella, es pan comido.
Se recomienda también entrenar muchas cuestas, a ritmo constante, y bajada al trote siempre; yo llegué a hacer 65 de 140m.
Es una prueba muy asequible para gente con más de una maratón en sus piernas, adaptándose al tipo de carrera y al entorno.
Las temperaturas eran suaves (para la altitud). Como referencia, nosotros llevábamos ropa Sportill (Zone 2, para temperaturas entre 4º-18ºC, según fabricante) y nos fue perfecta; un buen impermeable transpirable; e incluso llevad ropa para ir de corto, que se puede llegar a utilizar.
Y los pies, nuestros instrumentos de trabajo, bien preparados. Se puede optar por unas zapatillas relativamente ligeras, sin gran protección y taqueado bajo, no hay “zonas de escalada” como en algunas pruebas españolas; yo usé unas Nike Tupu, que es ese término medio del que hablo, ni supermontañeras ni de asfalto. Y mucho cuidado con ampollas, rozaduras y demás, en pruebas por etapas pueden ser una auténtica tortura; para asegurar, yo llevé calcetines dedo a dedo, de Injinji.
s
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domingo, 9 de noviembre de 2003
Himalayan Stage Race - Media: Man...
Sin ninguna duda, la aparición más selecta y con más glamour en la que he salido. Nada más y nada menos que Man, rodeado de chatis por todas partes, además con la coincidencia de que era el número 200, y la celebración consistió en muchas más chatis (¡aún!) y un servidor...
Un tomo muy considerable, cuidada presentación, y un personaje por ahí suelto.
Cojonudo.
+: Man (No hay ninguna página de pibas, este es un blog serio...)
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Un tomo muy considerable, cuidada presentación, y un personaje por ahí suelto.
Cojonudo.
+: Man (No hay ninguna página de pibas, este es un blog serio...)
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Himalayan Stage Race - Media: Telemadrid
Antes de irnos a la India salimos en Madrid Directo, de Telemadrid. El lugar es el puerto de Navacerrada, hicimos un poco el memo por la carretera entre los puertos de Navacerrada y Cotos y poco más. Ni que decir tiene que ni directo ni leches.
+: YouTube - Himalayan Stage Race - Telemadrid
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+: YouTube - Himalayan Stage Race - Telemadrid
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Himalayan Stage Race - Media: Teleindiscreta
Una de las apariciones más curiosas en medios fue la de Teleindiscreta; lógicamente había contacto ahí, si no en este tipo de medios es a priori imposible entrar. Quedó bastante bien para mi gusto. Brutal la portada, todo sea dicho de paso...
+: Teleindiscreta
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+: Teleindiscreta
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Himalayan Stage Race - Media
El artículo que dije que no se publicó apareció resumido en CampoBase, una recién nacida (número 2) en el mundo de las publicaciones de montaña; precioso amanecer en la portada, por cierto.
Un par de artículos en Consumo:
Una en ZigZag:
Una noticia breve en Metro:
Y una breve nota en Runner's World:
+: CampoBase, Consumo 'pre', Consumo 'post', ZigZag, Metro, Runner's World
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Un par de artículos en Consumo:
Una en ZigZag:
Una noticia breve en Metro:
Y una breve nota en Runner's World:
+: CampoBase, Consumo 'pre', Consumo 'post', ZigZag, Metro, Runner's World
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sábado, 8 de noviembre de 2003
Himalayan Stage Race - Media: Playboy...
Tras aparecer en Man, ahora era el turno de Playboy. Lo cachondo es que no es coña, aunque tiene truco. Es el Playboy edición República Checa, que me trajo un buen amigo, Michal Weiss, y en el que tímidamente aparece mi nombre por ahí. Estuve sembrado, desde luego.
También me trajo otras, en las que, de nuevo, por ser el ganador, aparecía mi nombre entre tanto palabrejo raro. Por cierto, tienen buenas revistas outdoor estos tíos.
Algunas webs:
+: Playboy, Adventurer, Svet Na Do Sah
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También me trajo otras, en las que, de nuevo, por ser el ganador, aparecía mi nombre entre tanto palabrejo raro. Por cierto, tienen buenas revistas outdoor estos tíos.
Algunas webs:
+: Playboy, Adventurer, Svet Na Do Sah
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viernes, 7 de noviembre de 2003
In The Shadow of Giants
Un buen amigo que me eché allí, Patrick Johns, escribió un interesante artículo, el cual me amablemente me mandó en su día.
Apareció en Ultrarunning Magazine, número que no tengo y que algún milagro algún día espero que haga que caiga en mis manos.
In The Shadow of Giants
Runners from 14 nations travel to northern India for a five-day adventure run in the shadows of giants.
By Patrick Johns
Cruising at 35,000 feet and snacking on one of my last curry chicken and rice meals in India, I realized that a difficult journey was coming to an oddly comfortable close. I was returning to Delhi from Bagdogra, India. My new buddy, Urs Weber, from Germany, tapped me on the shoulder and pointed out the window. Just off the wing tip, stabbing up through the clouds was the southern face of Mt. Everest, along with a saw-blade array of some of the tallest peaks in the world. A remarkable view and one so similar to what we had worked so hard to see a few days before. Urs and I had recently finished the final leg of the five-day Himalayan 100 Mile Stage Race and Mt. Everest Challenge Marathon. It seemed odd that we should now enjoy this majestic view without first having to expend a huge amount of energy.
Our conversation drifted back to the experience that we had just shared. Six days before, in the hamlet of Maneybanging, in the Bengal Region of India, 58 participants from around the world met to begin this shared adventure. Of course, their personal starting points and experiences would be different, but ultimately we would end up at the same place.
For me, the journey started several years before when a friend and I decided to attend the 2000 event. This year in 2003, I came better prepared and on a mission. I came this year, not only to participate in the race, but also curious to identify a common thread between this small but diverse group of athletes. Who are these unique people, and what motivates them to travel the world? Was there some one thing that we all had in common, other than the desire to go to a place where one can enjoy a pre-race coffee while gazing at four of five of the world’s tallest mountain peaks?
To open my fellow runners’ personal vaults would take some effort -- a little rooting around in the unique noodles of those who choose to do this equally unique race. But, hey, I’m not shy. Since my first Himalayan 100, I have had plenty of people ask about my motives. I was curious to find out if I’d be better prepared to answer after the second time around.
Pre-Race coffee with four of five of the world’s tallest peaks
A Pack of Adventure Hounds in Maneybanging, West Bengal
Like a pack of adventure loving hounds, this year’s group, the second largest in the event’s 13 year history, would sniff their way to the “fox” in India. In years past, it was typical for about half of the participants to come from the U.S., but this year would be quite different. Only our small and ragtag contingent of six would journey out from the security of the U.S. shores to attend this international shindig, yet in this warm and friendly country of India, the only thing I ever felt threatened by was the challenges of the race itself. When an old “Clydesdale” like me finishes as the second American in any race, there’s something wrong with the picture!
Although the mix of runners has changed over the last few years, the course has not. It follows a trail built in the early 1900’s when The Aga Khan, ruler of much of India, told his men to build him a path. He had heard great tales of a place high in the Himalayas from where it was possible to see four giants, and he wished to travel there. The giants go by the names Everest, Lhotse, Makalu, and Kanchanjunga, which are four of the five world’s tallest peaks. The place is called Sandakpu, and Khan’s trail still exists. Much of the Himalayan 100 Mile Stage Race runs on this trail.
This five day, 100-mile adventure run is divided into 24, 20, 26, 13, and 17-mile stages. Much of the running is done on the border of India and Nepal, at an elevation of 12,000 feet. If you run on the left side of the trail, you are in Nepal, on the right, India. The first and third days are considered the hardest, but none of the days are what I would call easy.
The Aga Khan said
“Build me a trail”
Up and Up We Climbed
Race Day 1 – thought to be the hardest day, the trail climbs a total of 8,000+ vertical feet over 24 miles, following switchbacks up and up on what could best be described as a dangerous path of slippery boulders. On the top at Sandukpa, every runner punches through the daily finish ribbon before stopping his or her clock for the day. After being led to your assigned hut, you find the gear and sleeping bag that you packed the night before. Everything needed for the remaining days is there on your bunk. There is plenty of food and the infamous “bucket bath” of hot water if you choose to be so bold in the cold.
Race Day 2 – starts early with an incredible photo op at sunrise, and the first chance to see the peaks … and they are awesome! Then it’s off to the races, starting at 12,000 feet with a 20 mile out and back run on a roller coaster grade. Everest is on your left and Kanchanjunga on your right. The third tallest mountain in the world, Kanchanjunga is little known outside the climbing community, for it is a highly technical climb, and therefore doesn’t get the press bestowed to Everest. Starting early and finishing early makes this a good day for that “bucket bath”, and a chance to reload some badly needed calories.
Race Day 3 – is “The Mt. Everest Challenge Marathon”. No, you don’t climb or run the 26.2 miles on Mt. Everest, but you certainly can enjoy its view while you set out on the still frozen trail at 6:30 am. Who needs sleep anyway? Most haven’t slept either; my snoring is to blame for that. This day starts early so that most runners can complete the standard marathon distance before sunset. This day’s course repeats the first part of Day 2, winding out along the trail as it spools out like The Great Wall of China. Then you “drop for ten”, miles that is, down a steep washed out rut that seconds as a creek bed during the monsoon season. This wreck of a trail has some of the same shocking elements of the twisted beggars that you see in Delhi. This day finishes in the quaint mountain village of Rimbik. Hearing the sounds from the jungle of birds and rushing water is a great way to compensate for that old inevitable “marathon wall”. Running down through “the jungle rut”, giving back much of the punishing altitude, was the perfect way to finish. The stark contrast from the time at the top with the peaks finished by a jungle adventure run is like nothing else.
Race Days …….. 24, 20, 26, 13, 17
The “Evil Twin”, the Uphill was Waiting
Race Day 4 – starts out on six miles of rough road that is all downhill. But wait! There is the evil twin waiting up the road in the form of the uphill 6 miles. This is just another reminder that even on the easiest day, if you can call it that, there is no free lunch on this course. With a steady climb up the other side of the valley to what will be the starting point for the next and last day’s race, this day is complete.
Race Day 5 – after climbing out of the bus with stiff and cramped legs, you are welcomed with the realization that after you complete a 10k straight up the winding valley wall, you reach a pass that signals the end of all the “up stuff”. Ten more miles to the finish line in Maneybangjang where we started, and ITS ALL DOWNHILL! Time to pick ‘em up and take it to the house. High fives, hugs, lunch, and adult beverages wait for those inclined. Boarding the bus and returning back to Mirik Lake for a hot shower, meal, and the awards ceremony are all that is left to round out this perfect five-day spanking.
The Most Difficult Marathon?
The Most Beautiful Marathon?
These are the questions
“The Himalayan 100” is usually described by two very subjective claims, “One of the most difficult marathons”, and also “The most beautiful marathon in the world”.
About the first: “The most difficult marathon”.
Many of the participants of the HSR/ECM over the years have competed in grueling events like the Race Des Sables (a 150 mile stage race across the Sahara). I didn’t hear even once, the most hard-core runner say that “The Himalayan 100” was any kind of a cakewalk. It is considered by many of the “desert runners” to be the flipside adventure to the desolate, stark, 150 mile run in the sand that has become internationally popular. Anyway you cut it, the words “marathon” and “easy” have never co-existed in the same sentence for me. As for whether or not it’s the hardest, I don’t have that answer, other than to say, it’s the hardest race that I have ever done.
As for the second claim: “The most beautiful marathon in the world”.
This just might be true. Considering that for much of the race you are surrounded by the natural elements of the tallest mountains in the world, animals, rivers, streams, and lush jungle. Then you frost this already delicious cake with the smiling native people along the trail, villages, shrines, and prayer flags flapping in the wind, it might be difficult to beat this claim. Many of the runners maxed out their digital memory card or used up their film well in advance of the last day of the race.
Lay Down Their Arms!!
Apparently this year’s race winners were taken by the beauty. Sergio Fernández and Noel Hana, both tough competitors who would go on to finish 1st and 2nd respectively in the Stage Race, would by choice tie in the Marathon. As they were battling side-by-side up the dangerously slippery cobble trail on Day 1, realizing that they had a good lead on the next pack of runners behind, and they chose to lay down their weapons. Their desire to not let the incredible sights on the course escapes them, led to a temporary cease-fire. The grandeur overpowered their competitive desire to win, as they chose to play a game of photo op leapfrog and passed their cameras back and forth, taking pictures of each other. Using the incredible backdrop that appeared around each corner to frame their pictures, they more importantly framed a friendship and a bond between a Spaniard and an Irishman that will last forever. These two men finished the marathon side by side in a first ever split finish.
From the ladies camp, here too the trophies would be split. The overall stage race award went to Lynne Stark from Ireland, and a proud marathon win to Gretha Peterson from Denmark. Plugging along not too far behind was another close race which included “World class ultra runner”, Hilary Walker. Hilary was moving along nicely considering she was nursing a broken hand from a fall on Day 1 that had been temporarily patched.
Namaste! Namaste! Namaste!
The race director, Mr. Pandey, demonstrated to everyone his skills in organizing one of the most difficult logistical events in the world. He treated each of his guests with true hospitality and, through his actions, was subliminally teaching us the meaning of the word “Namaste”, the same word that we were showered with by the local villagers along the trail. “Namaste” has much deeper significance than simply saying “hello”.
“The Himalayan 100” boasts a 95% completion rate, which is even more amazing when considering that participants have ranged in age from 13 to 75. Doing what it takes to insure the satisfaction of a safe completion by all participants is a major goal of the always-present race doctor and Mr. Pandey. After all, the participants have traveled a long way to get here.
Here is a story for the books: Several years ago, a Japanese runner had become dehydrated during the very last stages of the ascent on Day 1. Under the constant supervision of the Race Doctor, she was allowed a jeep mounted moving I.V. drip. She slowly advanced behind the vehicle up the mountain to the finish line for Day 1. Then a hot meal, more fluids, and some rest were all she needed to go on. After four more days of racing, she had an overall successful finish. Yes, this is extreme, but still very cool.
Ages ranging from 13 to 75
Now Back to My Original Question
This does however, make me stop and think once again about my original question. The curiosity I had about a common thread or motivation among the group didn’t take much rooting around to satisfy. Call it what you like, but I could see it in the eyes; “focus” seemed to be an obvious attribute, seasoned with a good amount of “determination”. No real surprise, though, when the act of doing the sport itself, Adventure Trail Running, requires attention and focus with every step. Some came to win and others just to finish, but we would all leave India and the “Himalayan 100” changed.
I wouldn’t be so foolish as to recommend this event to everybody because it does truly possess many of the elements of a good old fashioned “butt whipping”. We all know that rarely do the special things in life come without some sort of a price tag. If you are willing to endure a little hardship, commit to max effort for a few days, and use a little common sense, you will finish the race and your life will be changed. There is little doubt that if you push the ends of your own “effort spectrum” further apart, you are guaranteed to reexamine your definition of “hard” and in doing so, make other challenges seem easier. This is a group of people who believe this and are willing to pay that price. You will also grant yourself the privilege of making life long friends from around the world. Friends who maybe speak a completely different language but still are connected in very special way. And yes, for me, although no less difficult, it was much better the second time around. Namaste!
From the camp at the top there is a sign that reads
“Leave Nothing But Your Footprints –
Take Nothing But Your Memories”
Posteriormente me mandó otro artículo, correspondiente a la siguiente edición, la de 2004: Darjeeling Story
+: In The Shadow of Giants, Himalayan Stage Race
+s13: Index: Mis otras ultramaratones
Apareció en Ultrarunning Magazine, número que no tengo y que algún milagro algún día espero que haga que caiga en mis manos.
In The Shadow of Giants
Runners from 14 nations travel to northern India for a five-day adventure run in the shadows of giants.
By Patrick Johns
Cruising at 35,000 feet and snacking on one of my last curry chicken and rice meals in India, I realized that a difficult journey was coming to an oddly comfortable close. I was returning to Delhi from Bagdogra, India. My new buddy, Urs Weber, from Germany, tapped me on the shoulder and pointed out the window. Just off the wing tip, stabbing up through the clouds was the southern face of Mt. Everest, along with a saw-blade array of some of the tallest peaks in the world. A remarkable view and one so similar to what we had worked so hard to see a few days before. Urs and I had recently finished the final leg of the five-day Himalayan 100 Mile Stage Race and Mt. Everest Challenge Marathon. It seemed odd that we should now enjoy this majestic view without first having to expend a huge amount of energy.
Our conversation drifted back to the experience that we had just shared. Six days before, in the hamlet of Maneybanging, in the Bengal Region of India, 58 participants from around the world met to begin this shared adventure. Of course, their personal starting points and experiences would be different, but ultimately we would end up at the same place.
For me, the journey started several years before when a friend and I decided to attend the 2000 event. This year in 2003, I came better prepared and on a mission. I came this year, not only to participate in the race, but also curious to identify a common thread between this small but diverse group of athletes. Who are these unique people, and what motivates them to travel the world? Was there some one thing that we all had in common, other than the desire to go to a place where one can enjoy a pre-race coffee while gazing at four of five of the world’s tallest mountain peaks?
To open my fellow runners’ personal vaults would take some effort -- a little rooting around in the unique noodles of those who choose to do this equally unique race. But, hey, I’m not shy. Since my first Himalayan 100, I have had plenty of people ask about my motives. I was curious to find out if I’d be better prepared to answer after the second time around.
Pre-Race coffee with four of five of the world’s tallest peaks
A Pack of Adventure Hounds in Maneybanging, West Bengal
Like a pack of adventure loving hounds, this year’s group, the second largest in the event’s 13 year history, would sniff their way to the “fox” in India. In years past, it was typical for about half of the participants to come from the U.S., but this year would be quite different. Only our small and ragtag contingent of six would journey out from the security of the U.S. shores to attend this international shindig, yet in this warm and friendly country of India, the only thing I ever felt threatened by was the challenges of the race itself. When an old “Clydesdale” like me finishes as the second American in any race, there’s something wrong with the picture!
Although the mix of runners has changed over the last few years, the course has not. It follows a trail built in the early 1900’s when The Aga Khan, ruler of much of India, told his men to build him a path. He had heard great tales of a place high in the Himalayas from where it was possible to see four giants, and he wished to travel there. The giants go by the names Everest, Lhotse, Makalu, and Kanchanjunga, which are four of the five world’s tallest peaks. The place is called Sandakpu, and Khan’s trail still exists. Much of the Himalayan 100 Mile Stage Race runs on this trail.
This five day, 100-mile adventure run is divided into 24, 20, 26, 13, and 17-mile stages. Much of the running is done on the border of India and Nepal, at an elevation of 12,000 feet. If you run on the left side of the trail, you are in Nepal, on the right, India. The first and third days are considered the hardest, but none of the days are what I would call easy.
The Aga Khan said
“Build me a trail”
Up and Up We Climbed
Race Day 1 – thought to be the hardest day, the trail climbs a total of 8,000+ vertical feet over 24 miles, following switchbacks up and up on what could best be described as a dangerous path of slippery boulders. On the top at Sandukpa, every runner punches through the daily finish ribbon before stopping his or her clock for the day. After being led to your assigned hut, you find the gear and sleeping bag that you packed the night before. Everything needed for the remaining days is there on your bunk. There is plenty of food and the infamous “bucket bath” of hot water if you choose to be so bold in the cold.
Race Day 2 – starts early with an incredible photo op at sunrise, and the first chance to see the peaks … and they are awesome! Then it’s off to the races, starting at 12,000 feet with a 20 mile out and back run on a roller coaster grade. Everest is on your left and Kanchanjunga on your right. The third tallest mountain in the world, Kanchanjunga is little known outside the climbing community, for it is a highly technical climb, and therefore doesn’t get the press bestowed to Everest. Starting early and finishing early makes this a good day for that “bucket bath”, and a chance to reload some badly needed calories.
Race Day 3 – is “The Mt. Everest Challenge Marathon”. No, you don’t climb or run the 26.2 miles on Mt. Everest, but you certainly can enjoy its view while you set out on the still frozen trail at 6:30 am. Who needs sleep anyway? Most haven’t slept either; my snoring is to blame for that. This day starts early so that most runners can complete the standard marathon distance before sunset. This day’s course repeats the first part of Day 2, winding out along the trail as it spools out like The Great Wall of China. Then you “drop for ten”, miles that is, down a steep washed out rut that seconds as a creek bed during the monsoon season. This wreck of a trail has some of the same shocking elements of the twisted beggars that you see in Delhi. This day finishes in the quaint mountain village of Rimbik. Hearing the sounds from the jungle of birds and rushing water is a great way to compensate for that old inevitable “marathon wall”. Running down through “the jungle rut”, giving back much of the punishing altitude, was the perfect way to finish. The stark contrast from the time at the top with the peaks finished by a jungle adventure run is like nothing else.
Race Days …….. 24, 20, 26, 13, 17
The “Evil Twin”, the Uphill was Waiting
Race Day 4 – starts out on six miles of rough road that is all downhill. But wait! There is the evil twin waiting up the road in the form of the uphill 6 miles. This is just another reminder that even on the easiest day, if you can call it that, there is no free lunch on this course. With a steady climb up the other side of the valley to what will be the starting point for the next and last day’s race, this day is complete.
Race Day 5 – after climbing out of the bus with stiff and cramped legs, you are welcomed with the realization that after you complete a 10k straight up the winding valley wall, you reach a pass that signals the end of all the “up stuff”. Ten more miles to the finish line in Maneybangjang where we started, and ITS ALL DOWNHILL! Time to pick ‘em up and take it to the house. High fives, hugs, lunch, and adult beverages wait for those inclined. Boarding the bus and returning back to Mirik Lake for a hot shower, meal, and the awards ceremony are all that is left to round out this perfect five-day spanking.
The Most Difficult Marathon?
The Most Beautiful Marathon?
These are the questions
“The Himalayan 100” is usually described by two very subjective claims, “One of the most difficult marathons”, and also “The most beautiful marathon in the world”.
About the first: “The most difficult marathon”.
Many of the participants of the HSR/ECM over the years have competed in grueling events like the Race Des Sables (a 150 mile stage race across the Sahara). I didn’t hear even once, the most hard-core runner say that “The Himalayan 100” was any kind of a cakewalk. It is considered by many of the “desert runners” to be the flipside adventure to the desolate, stark, 150 mile run in the sand that has become internationally popular. Anyway you cut it, the words “marathon” and “easy” have never co-existed in the same sentence for me. As for whether or not it’s the hardest, I don’t have that answer, other than to say, it’s the hardest race that I have ever done.
As for the second claim: “The most beautiful marathon in the world”.
This just might be true. Considering that for much of the race you are surrounded by the natural elements of the tallest mountains in the world, animals, rivers, streams, and lush jungle. Then you frost this already delicious cake with the smiling native people along the trail, villages, shrines, and prayer flags flapping in the wind, it might be difficult to beat this claim. Many of the runners maxed out their digital memory card or used up their film well in advance of the last day of the race.
Lay Down Their Arms!!
Apparently this year’s race winners were taken by the beauty. Sergio Fernández and Noel Hana, both tough competitors who would go on to finish 1st and 2nd respectively in the Stage Race, would by choice tie in the Marathon. As they were battling side-by-side up the dangerously slippery cobble trail on Day 1, realizing that they had a good lead on the next pack of runners behind, and they chose to lay down their weapons. Their desire to not let the incredible sights on the course escapes them, led to a temporary cease-fire. The grandeur overpowered their competitive desire to win, as they chose to play a game of photo op leapfrog and passed their cameras back and forth, taking pictures of each other. Using the incredible backdrop that appeared around each corner to frame their pictures, they more importantly framed a friendship and a bond between a Spaniard and an Irishman that will last forever. These two men finished the marathon side by side in a first ever split finish.
From the ladies camp, here too the trophies would be split. The overall stage race award went to Lynne Stark from Ireland, and a proud marathon win to Gretha Peterson from Denmark. Plugging along not too far behind was another close race which included “World class ultra runner”, Hilary Walker. Hilary was moving along nicely considering she was nursing a broken hand from a fall on Day 1 that had been temporarily patched.
Namaste! Namaste! Namaste!
The race director, Mr. Pandey, demonstrated to everyone his skills in organizing one of the most difficult logistical events in the world. He treated each of his guests with true hospitality and, through his actions, was subliminally teaching us the meaning of the word “Namaste”, the same word that we were showered with by the local villagers along the trail. “Namaste” has much deeper significance than simply saying “hello”.
“The Himalayan 100” boasts a 95% completion rate, which is even more amazing when considering that participants have ranged in age from 13 to 75. Doing what it takes to insure the satisfaction of a safe completion by all participants is a major goal of the always-present race doctor and Mr. Pandey. After all, the participants have traveled a long way to get here.
Here is a story for the books: Several years ago, a Japanese runner had become dehydrated during the very last stages of the ascent on Day 1. Under the constant supervision of the Race Doctor, she was allowed a jeep mounted moving I.V. drip. She slowly advanced behind the vehicle up the mountain to the finish line for Day 1. Then a hot meal, more fluids, and some rest were all she needed to go on. After four more days of racing, she had an overall successful finish. Yes, this is extreme, but still very cool.
Ages ranging from 13 to 75
Now Back to My Original Question
This does however, make me stop and think once again about my original question. The curiosity I had about a common thread or motivation among the group didn’t take much rooting around to satisfy. Call it what you like, but I could see it in the eyes; “focus” seemed to be an obvious attribute, seasoned with a good amount of “determination”. No real surprise, though, when the act of doing the sport itself, Adventure Trail Running, requires attention and focus with every step. Some came to win and others just to finish, but we would all leave India and the “Himalayan 100” changed.
I wouldn’t be so foolish as to recommend this event to everybody because it does truly possess many of the elements of a good old fashioned “butt whipping”. We all know that rarely do the special things in life come without some sort of a price tag. If you are willing to endure a little hardship, commit to max effort for a few days, and use a little common sense, you will finish the race and your life will be changed. There is little doubt that if you push the ends of your own “effort spectrum” further apart, you are guaranteed to reexamine your definition of “hard” and in doing so, make other challenges seem easier. This is a group of people who believe this and are willing to pay that price. You will also grant yourself the privilege of making life long friends from around the world. Friends who maybe speak a completely different language but still are connected in very special way. And yes, for me, although no less difficult, it was much better the second time around. Namaste!
From the camp at the top there is a sign that reads
“Leave Nothing But Your Footprints –
Take Nothing But Your Memories”
Posteriormente me mandó otro artículo, correspondiente a la siguiente edición, la de 2004: Darjeeling Story
+: In The Shadow of Giants, Himalayan Stage Race
+s13: Index: Mis otras ultramaratones
jueves, 6 de noviembre de 2003
Addenda - Himalayan Stage Race 2003
La Himalayan fue mi primera carrera por etapas. Antes de ir sabía que sería "cómoda", sin enormes exigencias físicas, y lo que más me preocupaba entonces era, lógicamente, la altitud. Porque no tenía ni idea de cómo me iba a encontrar ni de cuál sería mi rendimiento con esas condiciones. Me advirtieron de que no me preocupase, pero eso es muy fácil decirlo cuando ya estás de vuelta, pero pensar en correr a 4000m de altitud impone.
El tipo de carrera, por distancias y sin ser en autosuficiencia, implica que se va a correr mucho más que otra cosa, y mucho menos el plan aventurero de otras pruebas. Y también supone que hay que entrenar atletismo, no tanto la resistencia. Ahora lo veo muy lejano, y pagando no repetiría ya carreras de estas si no es como un objetivo intermedio, pero en el momento me interesó eso de correr en la India -país sumamente interesante- y "cerca" de los 'ochomiles'.
La carrera discurre por pistas compactas, algunos tramos de empedrado (la famosa "carretera" de Aga Kahn) e incluso dos etapas (las últimas) sobre asfalto, algo que no me apasionó, pero que como ya era acabando y vas bien servido, no protestas demasiado y agradeces los suaves perfiles que tiene una carretera (aunque sean carreteras de montaña, con buenas rampas). El concepto montañero que tenemos en España y Europa de carreras con técnica, allí no saben ni lo que es, cosa que me parece lógica si lo que quieres es atraer a gente y hacer "caja". Yo también haría lo mismo. Bueno, puede que no...
Espero haber quitado miedos por si alguien se atreve, es muy accesible, muy buena para primera apariciones en mundos ultra y para gente que no quiere "morirse", sino disfrutar un poco de una manera saludable. No hay orientación, no cargas con nada, comes comida, duermes en cama, vamos, auténticos lujos.
¡Ah, la altitud!
Todos hemos visto 'Al filo de lo imposible' y hemos leído historias de gente que se queda en la montaña por edemas y demás. Bueno, pues eso es bastante más alto, a 4000m se está "bien" y se puede correr, y a buen ritmo, que a nadie le dé miedo eso. A nadie le pasó nada. Incluso creo que yo fui de los que más afectado estuve por la dichosa altitud, porque no pegué ojo en casi cinco días y tuve un leve dolor de cabeza. Como siempre digo, no importa dormir o no, lo que sí es determinante es descansar y yo sí lo hacía; si no, hubiese decaído mi rendimiento mucho, milagros aquí no hay.
El clima nos fue estable, la época se busca, lógicamente, así, y aunque el monzón venía con retraso, no tuvimos ni una gota de agua (ni de nieve, pues). Fresquito por las noches, las tres primeras etapas con malla larga, pero nada de frío. Comidas decentes, ambiente muy bueno (como siempre) entre corredores, buena organización, etc. Recomendable para empezar con carreras o para tomarse un año "sabático". Lo estoy poniendo muy fácil, y tampoco es eso, hay que currársela, hay que entrenar lo que puedas, pero no es ni mucho menos inalcanzable para alguien que haya completado una maratón.
Y de paso, si puedes, aprovecha para ver la India. Será imposible que la abarques toda, pero quédate con algo, es un país interesantísimo, con muchísimo por ver y muy variado.
s
+s13: Index: Mis otras ultramaratones
El tipo de carrera, por distancias y sin ser en autosuficiencia, implica que se va a correr mucho más que otra cosa, y mucho menos el plan aventurero de otras pruebas. Y también supone que hay que entrenar atletismo, no tanto la resistencia. Ahora lo veo muy lejano, y pagando no repetiría ya carreras de estas si no es como un objetivo intermedio, pero en el momento me interesó eso de correr en la India -país sumamente interesante- y "cerca" de los 'ochomiles'.
La carrera discurre por pistas compactas, algunos tramos de empedrado (la famosa "carretera" de Aga Kahn) e incluso dos etapas (las últimas) sobre asfalto, algo que no me apasionó, pero que como ya era acabando y vas bien servido, no protestas demasiado y agradeces los suaves perfiles que tiene una carretera (aunque sean carreteras de montaña, con buenas rampas). El concepto montañero que tenemos en España y Europa de carreras con técnica, allí no saben ni lo que es, cosa que me parece lógica si lo que quieres es atraer a gente y hacer "caja". Yo también haría lo mismo. Bueno, puede que no...
Espero haber quitado miedos por si alguien se atreve, es muy accesible, muy buena para primera apariciones en mundos ultra y para gente que no quiere "morirse", sino disfrutar un poco de una manera saludable. No hay orientación, no cargas con nada, comes comida, duermes en cama, vamos, auténticos lujos.
¡Ah, la altitud!
Todos hemos visto 'Al filo de lo imposible' y hemos leído historias de gente que se queda en la montaña por edemas y demás. Bueno, pues eso es bastante más alto, a 4000m se está "bien" y se puede correr, y a buen ritmo, que a nadie le dé miedo eso. A nadie le pasó nada. Incluso creo que yo fui de los que más afectado estuve por la dichosa altitud, porque no pegué ojo en casi cinco días y tuve un leve dolor de cabeza. Como siempre digo, no importa dormir o no, lo que sí es determinante es descansar y yo sí lo hacía; si no, hubiese decaído mi rendimiento mucho, milagros aquí no hay.
El clima nos fue estable, la época se busca, lógicamente, así, y aunque el monzón venía con retraso, no tuvimos ni una gota de agua (ni de nieve, pues). Fresquito por las noches, las tres primeras etapas con malla larga, pero nada de frío. Comidas decentes, ambiente muy bueno (como siempre) entre corredores, buena organización, etc. Recomendable para empezar con carreras o para tomarse un año "sabático". Lo estoy poniendo muy fácil, y tampoco es eso, hay que currársela, hay que entrenar lo que puedas, pero no es ni mucho menos inalcanzable para alguien que haya completado una maratón.
Y de paso, si puedes, aprovecha para ver la India. Será imposible que la abarques toda, pero quédate con algo, es un país interesantísimo, con muchísimo por ver y muy variado.
s
+s13: Index: Mis otras ultramaratones
domingo, 15 de junio de 2003
Maratón Alpino Madrileño
Cinco semanas después de mi primera maratón (Madrid), para la cual me pasé casi todo el entrenamiento (nueve semanas) lesionado, me animé a correr mi primera maratón de montaña. 1997. Hasta en el Sâhara ha llovido mucho desde entonces. Recuerdo que yo llevaba unas Nike Humara... pero es que vi a gente con Adidas Adios, ¡unas zapatillas de competición de asfalto! Eran otros tiempos, definitivamente. Sólo, si no me equivoco, Galarleiz se había adelantado a ésta.
Casualmente era el día de mi cumpleaños, y en parte por eso me animé. Sólo había hecho un entrenamiento en montaña, de una hora y media o así, de Cercedilla al Puerto de Navacerrada y vuelta. Ahora lo veo como una inconsciencia, porque la "encerrona" que nos tenía preparada la organización era de cuidado, porque ahora ya se ve como algo más normal, esos desniveles, la alta montaña y los pedregales, pero entonces esta prueba era adelantada a su tiempo y marcó época.
La carrera pertenecía a aquella mítica Adidas Trail Challenge, que junto con la mencionada Galarleiz y el Cross del Mulhacén, componían un novedoso circuito de carreras de montaña, siglos antes que estas Skyrunning Series.
Y el comienzo en montaña fue curioso e increíblemente duro. En el recorrido original, ya abandonado por uno más cómodo y más rentable, supongo, se sucedían subidas y bajadas de vértigo, sobre todo para quien no había corrido en montaña en la vida (la gran mayoría) y no nos esperábamos un terreno tan técnico y potente. No fallecimos allí unos cuantos de milagro, pero desde luego que nuestra vida se acortó ligeramente ante semejante esfuerzo. El primero se fue hasta las 4h49' (¡el primero!) y yo hice casi 6h30', 40º (de 134 salidos), bastante más muerto que vivo. A pesar del enorme esfuerzo algo me debió atraer...
...Porque volví en 2003. Cierto es que no me estaba preparando esta prueba, pero como se suspendió a última hora para la que estaba entrenado, pude reengancharme a esta en el último momento. Era prueba valedera para la Copa del Mundo, lo que ya me debía de haber atraído, pero como mis tobillos me jugaban siempre malas pasadas, tenía ya medio abandonado el tema de la montaña.
No iba mal la cosa hasta empezar a bajar Peñalara, donde por enésima vez me hice un buen esguince de tobillo. Como siempre. Esto me ha alejado de las montañas desde entonces, y creo que lo hará para siempre o casi, al menos en pruebas con cierta técnica. Cuando podía corría más, cuando no, iba suave y con miedo. Pude compartir unos cuantos kilómetros con Corinne Favre, grandísima corredora de montaña. Casqué -como debe ser- en la zona de Siete Picos, siempre infinita, y acabé en un decente 20º con 5h23'. Ganó un tal Agustí Roc en 4h21'. Desde entonces no he vuelto a competir en montaña porque mis tobillos no aguantan, los he fortalecido algo, pero mi pisada es demasiado inestable; algunos trucos psicológicos también me han ayudado a mejorar -parte del problema es desconcentración tras bastantes horas-, pero nunca he tenido confianza para bajar como hay que hacerlo si quieres ir delante. Creo que no se me daba mal del todo, pero el hándicap era demasiado grande.
El recorrido era -ha cambiado, como digo- ciertamente duro, con esa "suave" subida a Peñalara, si la comparamos con la mítica de Cabezas de Hierro; ese largo tramos por Cuerda Larga y ese infinito -o más- de Siete Picos con vuelta por el Camino Schmid, muy suave cuando lo entrenas, pero largo, tortuoso e increíblemente largo cuando apesta a meta.
Dos veces más he vuelto, pero no para competir, sino de acompañante. Una, para acompañar a mi colega checo Michal Weiss, en 2004, haciendo desde el segundo paso de Cotos hasta meta. Y en 2005 con Amalio, haciéndola entera. Ese día me sorprendí a mí mismo porque hacer un Alpino Madrileño de entrenamiento es realmente fuerte, pero se puede hacer, por lo visto.
Casualmente era el día de mi cumpleaños, y en parte por eso me animé. Sólo había hecho un entrenamiento en montaña, de una hora y media o así, de Cercedilla al Puerto de Navacerrada y vuelta. Ahora lo veo como una inconsciencia, porque la "encerrona" que nos tenía preparada la organización era de cuidado, porque ahora ya se ve como algo más normal, esos desniveles, la alta montaña y los pedregales, pero entonces esta prueba era adelantada a su tiempo y marcó época.
La carrera pertenecía a aquella mítica Adidas Trail Challenge, que junto con la mencionada Galarleiz y el Cross del Mulhacén, componían un novedoso circuito de carreras de montaña, siglos antes que estas Skyrunning Series.
Y el comienzo en montaña fue curioso e increíblemente duro. En el recorrido original, ya abandonado por uno más cómodo y más rentable, supongo, se sucedían subidas y bajadas de vértigo, sobre todo para quien no había corrido en montaña en la vida (la gran mayoría) y no nos esperábamos un terreno tan técnico y potente. No fallecimos allí unos cuantos de milagro, pero desde luego que nuestra vida se acortó ligeramente ante semejante esfuerzo. El primero se fue hasta las 4h49' (¡el primero!) y yo hice casi 6h30', 40º (de 134 salidos), bastante más muerto que vivo. A pesar del enorme esfuerzo algo me debió atraer...
...Porque volví en 2003. Cierto es que no me estaba preparando esta prueba, pero como se suspendió a última hora para la que estaba entrenado, pude reengancharme a esta en el último momento. Era prueba valedera para la Copa del Mundo, lo que ya me debía de haber atraído, pero como mis tobillos me jugaban siempre malas pasadas, tenía ya medio abandonado el tema de la montaña.
No iba mal la cosa hasta empezar a bajar Peñalara, donde por enésima vez me hice un buen esguince de tobillo. Como siempre. Esto me ha alejado de las montañas desde entonces, y creo que lo hará para siempre o casi, al menos en pruebas con cierta técnica. Cuando podía corría más, cuando no, iba suave y con miedo. Pude compartir unos cuantos kilómetros con Corinne Favre, grandísima corredora de montaña. Casqué -como debe ser- en la zona de Siete Picos, siempre infinita, y acabé en un decente 20º con 5h23'. Ganó un tal Agustí Roc en 4h21'. Desde entonces no he vuelto a competir en montaña porque mis tobillos no aguantan, los he fortalecido algo, pero mi pisada es demasiado inestable; algunos trucos psicológicos también me han ayudado a mejorar -parte del problema es desconcentración tras bastantes horas-, pero nunca he tenido confianza para bajar como hay que hacerlo si quieres ir delante. Creo que no se me daba mal del todo, pero el hándicap era demasiado grande.
El recorrido era -ha cambiado, como digo- ciertamente duro, con esa "suave" subida a Peñalara, si la comparamos con la mítica de Cabezas de Hierro; ese largo tramos por Cuerda Larga y ese infinito -o más- de Siete Picos con vuelta por el Camino Schmid, muy suave cuando lo entrenas, pero largo, tortuoso e increíblemente largo cuando apesta a meta.
Dos veces más he vuelto, pero no para competir, sino de acompañante. Una, para acompañar a mi colega checo Michal Weiss, en 2004, haciendo desde el segundo paso de Cotos hasta meta. Y en 2005 con Amalio, haciéndola entera. Ese día me sorprendí a mí mismo porque hacer un Alpino Madrileño de entrenamiento es realmente fuerte, pero se puede hacer, por lo visto.
Aquella coletilla de "Posiblemente el maratón más duro del mundo" le hacía justicia y le dio bombo. Será una carrera siempre especial porque fue mi primera incursión en montaña, aunque ha perdido un poco de encanto el que hayan cambiado el recorrido, en mi opinión.
s
+: Maratón Alpino Madrileño