No dormí demasiado bien, pero estaba preparado para el segundo asalto. A las 0900h, clavadas, como todos los días, se daría la salida. Cinco minutos antes rompí una pieza de la raqueta, ¡alarma!, y me tuvieron que ayudar con un alicate a ponérmela; significaba que no podría ponérmelas otra vez por mí mismo. De nuevo salí unos segundos tarde porque se me olvidaron los bastones. Sin problema.
Desde que di los primeros pasos me empezó a doler la rodilla izquierda; espero calentarla y que mejorase. No, claro. Con unos dolores muy serios, a la hora me tuve que tomar un antiinflamatorio; detesto cualquiera de estas mierdas, pero sólo en competición y para dolores puntuales los justifico. Media hora después se me pasó un poco, no se me quitó del todo, pero era soportable. Fui un buen rato con Didier y Gerard Verdenet, al que conozco de la Jungle Marathon de 2004. Nos quedamos Didier y yo poco después y me hizo el tramo CP1-CP2, yo a un palmo, comiéndole el culo y sufriendo lo mío; detesto ir así, iba con el gancho, y me hizo ese sector. Me salvó que me mantuviesen vivo, porque iba con dolores de rodilla y de tibiales y la nieve era aún más blanda que el día anterior. Los paisajes eran increíbles, pero doliéndote todo y forzado apenas tenía algún rato. Sólo corría para recuperarle metros a Didier, y encima en el CP2 paró menos de dos minutos: ¡hombre de Dios, deja respirar a la gente! Con el gancho. Sin embargo, saliendo del CP2 le adelanté y le dejé un poco. Lentísimo como iba, suponía que estaba en crisis, empecé a disfrutar con el entorno algo más y puse ritmo conejito de Duracell, sin pensar en más ni en menos que en avanzar. En demasiadas ocasiones tenía que usar recursos de casa, unas cuantas personas, unas sonrisas, unos abrazos, y no me gustaba porque era el segundo día que lo hacía y eso hay que utilizarlo sólo en crisis. Estaría en la segunda, supongo. No me podía creer que la nieve siempre fuese blanda, así no podía avanzar nada, con una velocidad irrisoria, y sufriendo mucho. En el CP3, con un geneorísimo esfuerzo, enfilé parando menos de dos minutos a meta, pero no sé lo que pararía Didier, porque poco después me cazó. Apretándonos el uno al otro, estuvimos desde aquí a meta reventados, creo que luchando contra nosotros mismos y soñando conj ver las tiendas a lo lejos. Más de dos horas y media después las vimos a lo lejos. Tras nueve horas del día anterior y nueve y media de este, la cantidad de esfuerzo que estaba dejándome por el camino a veces me preocupaban. Unos 90km en las piernas, los tendones de los tibiales anteriores doliéndome, pero aún motivado... una vez llegado a meta.
Este campamento era con tiendas tipi, las de los indios americanos, y Antonio tuvo la buena idea de meterse en una con dos tías que hacían la prueba de tres días, en la que no tiene que cargar con trineo; les llevan la bolsa y supuso que nos dieron algo de comida. Desde que llegué, a eso de las 1930h creo hasta las 2130h que nos acostamos, no paré de comer. Bien, eso es bueno. Todo a secar, un poco justos de sitio, pero en paz a resguardo del frío.
Me impresiona el nivel de entrega de estos dos primeros días, y suponía que el tercero sería parecido. Al menos este día no hizo apenas frío, no creo que mucho menos de -20ºC, completamente soleado, y paisajes espectaculares aunque nos vamos acostumbrando.
Dos de seis, pero dos de los más duros. Ya a estas alturas me empezaba a plantear si es la carrera más dura de mi vida, si es la carrera por etapas más dura que hay, si no sé qué más. Muy muy duro. Detesto la manida palabra 'extremo', pero es sinónima a la Rock & Ice Ultra, al menos en mis condiciones, de cansancio, poca fuerza y estado de la nieve. Sufriendo muchísimo pero disfrutando también momentos excelentes.
s
De cemento ;-)
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