jueves, 22 de octubre de 2020

Ötillö Swimrun Cannes

Inscritos en enero con la intención de dar un pasito más en el tema swimrun y correr una de la "franquicia" sueca Ötillö, elegimo Cannes por aquello del destino turístico atractivo. ¿Öticuálö? Ötillö es al swimrun lo que Ironman es al triatlón (y lo que intenta UTMB), los inventores de este deporte, los que tienen la carrera estrella y los que han hecho un circuito para clasificarse en ella. La comillas vienen porque ellos organizan la prueba, no les pagas un cánon y te ceden la marca y las plazas por las que la gente lucha, no, en este caso los suecös son los que organizan. Suele haber tres distancias y las 'World Topeguay' son de distancia maratón, que empiezan a ser palabras mayores.

Cuando salieron las nuevas pruebas de Swimrun Madrid (la segunda era a finales de junio y no se hizo) parecía hecha para que preparáramos Cannes, porque era justo un mes y medio antes y de distancia larga pero no excesiva. Poco antes de hacerla para mi sorpresa descubrí que la carrera de Cannes tenía 8500 metros de natación y era a mediados de octubre, no a finales por lo que era un mes la diferencia entre carreras no mes y medio. El primer pensamiento al redescubrir lo de los 8500 fue ¿en qué cojones estaba yo pensando en enero? ¿De verdad me veía capaz de nadar en octubre ocho mil quinientos metrazos? Si la respuesta es afirmativa, justifíquela. Me quedé a cuadros.

Desguazado de Madrid, dos días "comatoso", sin embargo a partir del tercer día empecé a recuperar muy bien e incluso pude retomar la natación en aguas abiertas el viernes posterior y me fui viendo razonablemente suelto, apretándome en cuanto a distancia porque veía demasiado lejos lo de los 8500. Recuerdo que soy de secano. A mi favor, había hecho más de 6000 en Madrid por error mío pero había acabado un poco justo. Evolucioné hasta hacer un día de 6000 continuo, pero entró mal tiempo, pacientemente esperé a que se abrieran los cielos y a diez días de la carrera me marqué el que es mi récord, 7006 metros continuos, con el agua cerca del límite de temperatura que aguanto sin padecer y sin ser inseguro y además acabé razonablemente entero, lo cual me dio una importante dosis de confianza que necesitaba.

Para ponerlo en contexto, confirmaron la prueba dos semanas antes, momento en el que nos pusimos a buscar vuelos, descubrimos que Iberia ya no volaba a Niza en un reordenamiento de destinos, así que lo hicimos a Marsella, que dista 160 kilómetros de Cannes. Pero el covid planeó más cerca: a mi compañero Diego le confinarían la noche del día que volamos y a mí en cuanto pisé tierras españolas de nuevo, es decir, sin saltarnos nada ni cometer alegalidades, raspamos los dos confinamientos selectivos con precisión quirúrjica si lo hubiéramos planeado. No es presumir de ello, es por hacernos una idea de lo cambiante que es todo esto y cómo debemos adaptarnos: no poder nadar un tiempo en verano por otro confinamiento, visto bueno a 48 horas en Madrid, dos semanas para el OK en Cannes que requiere más preparativos y logística, entrenar sin tener nada claro si íbamos a competir y despegar a horas de un confinamiento y llegar a casa dos horas antes de otro. El deporte de competición en estas épocas es para quien no le tiembla el pulso o para quien no tiene demasiado que perder.


La prueba tenía una parte que me hacía dudar -era mar, no pantano, cero días en 2020- y otra que a priori no me apasionaba -era bastante urbana. Lo primero se solucionó con un día tranquilo y unos agradables 20 ºC del aire, bien por Cannes, además de generosas cantidades de vaselina en prevención de rozaduras y lo segundo... bueno, es Cannes, que está chulo, puestos a correr en entornos urbanos este molaba, e incluía dos islas y unas cuantas zonas más traileras y naturales. Sólo por ver los cochazos que hay por allí, a un petrolhead ya le merece la pena.

Poco antes de salir descubrí un nuevo motivo de preocupación: los tiempos de corte. Nunca me he tenido que preocupar de ellos, la verdad, pero esta vez los vi muy ajustados. Desconozco si es por cierto elitismo que le quieren conferir a la carrera larga, si es por seguridad (quitarte a gente lenta en un medio, el acuático, que es mucho más delicado), o es que soy demasiado malo para este deporte (posiblemente), pero me vi haciendo cálculos rápidos y rozábamos el irnos fuera. Una cosa a nuestro favor es que habíamos decidido ir con cuerda: como ya comenté en el anterior post, David es mucho mejor nadador y yo corro a veces algo más, y para ello y dado que es por parejas (en la larga no hay posibilidad de ir en individual), el uso de cuerda para tirar el uno del otro es masivo, y por primera vez lo usaríamos en Cannes, primera primera, no lo entrenamos tampoco y se notó. La cuestión es ecualizar el rendimiento del equipo, podría darnos mejor media en ambas disciplinas a costa del esfuerzo del que mejor iba.

Y, por último, el tipo de carrera. No sólo la carrera es más larga sino que cada sección también lo es, lo que requiere de más soltura en cada disciplina. Compárese el de Madrid vs Cannes:

  • distancias a pie/natación/total/porcentaje: 25 km/4500 m/30 km/16% vs 35 km/8500 m/44 km/19%
  • distancia más larga a pie/natación: 5 km/800 m vs 8 km/1400 m
  • número de secciones: 29 vs 21
  • distancia media de natación (a ojo): 300 m/800 m
Muy a ojo 8500 m son 3h30' nadando para mí y 35 km a 6'/km (contando subidas y avituallamientos) son también 3h30', es decir, se emplea aproximadamente el mismo tiempo en cada disciplina (para un mal nadador). Si lo comparas con Ironman, por ejemplo, la natación es 1h-1h15' y la maratón 4 h: se ve lo descompensados que están éstos y es que deberían de nadar tres veces más para más o menos igualar deportes (cálculos hechos con mi ojímetro). Además en Cannes cada vez que te metes al agua es para 20' al menos, cada vez que corres es media hora y tienes algún tramo de una hora. A lo que voy: la carrera de Cannes es mucho más larga, exigente, cada tramo más potente y es otro nivel respecto a los swimrun largos que se hacen en España. Pero si íbamos allí era por esto, claro, por el desafío. Porque una cosa está clara: nunca, ni en sueños, nos clasificaremos para la Ötillö original, falta muchísima natación y algo a pie, pero está lejos por horas. No hay problema, puedo vivir sin ello.

La salida era en una isla enfrente a Cannes, nos llevaban en ferry pero primero pusimos el puerto porque a esas horas aún no estaba montado, qué ganas de madrugar, copón. La isla está ahí al lado hasta que sabes luego tienes que volver nadando, pero nada, en un ratillo estábamos en la Isla de Santa Margarita, perteneciente a las Islas de Lérins. Iríamos además a otra, nadando entre ellas a la ida y a la vuelta, y esta es la parte que más me gusta del swimrun: hacer recorridos lógicos y naturales, ir de isla en isla nadando, cruzar fiordos o entrantes de mar/pantano, salvar distancias directas por tus propios medios, con tus pies y tus brazos. En la primera de las islas hay un antiguo fuerte desde donde saldríamos (dice Wikipedia que construido por españoles y que fueron islas nuestras, si lo sé llevo una banderita para hacer acto de posesión)... una hora después, y, como siempre, la gente tiene la paciencia justita y se pone ya de carreras una hora antes. Porque tiene uno ya el culo bien pelado que si no me hubiesen puesto nervioso, qué gente. Me vestí el último, entré en la cámara de llamadas el último y no me estresé nada. Y no cogí frío, que a esas horas calor tampoco hacía.




Los protocolos covid nos hacían salir en cuatro salidas y para mí, no es del seguro, explico por qué: a estas alturas de partido sabemos cómo se contagia el bicho bastante bien, los deportes outdoor están lejos de las formas de contagio peligrosas pero correr bastantes minutos detrás de alguien puede hacerte comprar papeletas porque otra de las variables es el tiempo de exposición. La mascarilla todos la llevamos puesta en la cámara de llamadas y se tiraba a 300 metros de la salida (salíamos a pie), pero sigues corriendo con gente durante minutos, vinieron senderos y aunque la probabilidad es baja la exhalación de los otros y tus inhalaciones son mucho más profundas. Creo que pudiendo hacerse en formato contrarreloj o en grupos muchísimo más pequeños (saldríamos 50 o así), las probabilidades de contagio son prácticamente nulas. Todo esto es aplicable al trail y opino lo mismo. Como no lo veía especialmente seguro decidí dejarme la mascarilla y la tiré hacia el kilómetro 3'5. Ah, se puede correr con ella sin problema y con cierta intensidad, que nadie venga con excusas cuando se obliguen en ciertos escenarios.

Teníamos por delante unos 7 km a pie para empezar, rodeando la isla, y tenía que ir frenando a David que me parecía que iba algo optimista, nos fuimos colocando en carrera y viendo el nivel. La primera sección de natación fue nuestro estreno con la cuerda... y fue un desastre. Mi función básicamente era mover los brazos haciendo que nadaba y no dar mucho por culo. Un par de veces tuve que guiar a David porque iba algo apollardado (se entonó luego y se ve lo rectos que íbamos) y no sé qué pasaba pero iba que me lo comía con la cuerda completamente destensada. De hecho hasta más o menos el 5000 tenía que frenarme, le iba dando en los pies cuatro de cada tres brazadas, la cuerda siempre iba destensada y me iba peleando con la puta cuerda que se le enredaba en el pie izquierdo (hasta hacerle herida). Eso sí, a partir del 5000, amigo, ahí se notó quién es más de tierra que las patatas, la cuerda bien tensita casi todo el rato y un dolor de hombros más que importante. Uno de los curiosos descubrimientos es que el lunes por la mañana es que casi no podía levantar los brazos y por la tarde no me dolían nada, desconozco si por la cercanía al corazón, por estar por encima de éste o por estar más y mejor irrigados pero los  hombros recuperan muchísimo más rápido que las piernas.



Salida del agua, otra media vuelta de isla, y cruce a la segunda (San Honorato), donde había una ¿abadía? y una torre de Belem (clavadita a la lisboeta) y vuelta nadando a la segunda isla, molaba mucho toda esta zona, natural, lógica, algún barquito de vela fondeado, aguas cristalinas, una pocholada. Las fotos son más bonitas de lo que ves a tu altura, pero era un entorno francamente atractivo para competir. Nos pasaba alguna pareja nadando que luego generalmente recuperábamos corriendo, y es que a partir del tercer tramo me puse yo al frente corriendo con cuerda y el patatero sacó de lo poco que vale. Me encontré bastante bien a pie, con soltura y sin bajones, sin hacer tonterías ni dando shows innecesarios, llevaba a David algo tenso (literalmente en este caso) y le hacía apretar el culo, el desgaste de tirar a alguien que corre casi lo mismo que tú es pequeño y nunca puedes ir tan a degüello pero incluso me venía bien para no entrar de nuevo en el agua y estés para chopped, así que el objetivo era desde el principio ritmos sostenidos y sin petar. Una cosa que me tranquilizó es que íbamos con gente que se movía bien, que los veías con agilidad, y dejé de preocuparme por el tiempo de corte, no nos permitía un gran fallo, perdernos, una petada buena o algo por el estilo, pero por ritmo estábamos en faena. Y venía la parte más graciosa. Volver al continente. 1400 metros de mar abierto. Comimos y bebimos, nos dieron una boya entiendo que por visibilidad para el tráfico marítimo y tras más o menos localizar el destino, nos lanzamos al agua. Uno de los problemas de esto es saber adónde tienes que nadar, David hacía un gran trabajo y siempre preferimos parar y otear el horizonte que seguir a cualquier precio, suele compensar, pero es que en mar se ve un puto mojón, y eso que estaba en calma, olitas pequeñas y alguna mayor de barcos. Pero es que ver una bandera naranja pálido a kilómetro y medio (o a la mitad) tiene su aquel, especialmente desde la perspectiva de un nadador.



En pareja acojona menos pero que no te dé por pensar, claro, esa distancia ya es seria, es lo que se nada en un triatlón olímpico, y esta era sólo una sección de diez. Para hacerse a la idea, según tito Fénix nadé 1629 metros, en 41' incluyendo alguna parados orientándote y tal, el tiempo previsto según los cláculos de la organización de un corredor lento eran 35'. Con mal calmada éramos mucho más lentos que el tiempo estimado para los lentos, y nos pasaron "dos", de ahí mis dudas en cuanto a lo elitista que es este tipo de carreras largas marca Ötillö. Como curiosidad un tipo casi me pasa por encima y me dio ligeramente con la pala: me cago en mi vida, tienes todo el puto Mediterráneo para nadar, vale que vamos al mismo sitio, pero hombre de dios, vaya nula vista perimetral tienes para atizarme.

Quitado el escollo psicológico del sector más largo en agua llegaba la parte urbana, tramos de 20'/20' a ojo y dos largos a pie, de 7-8 km, el segundo de ocho kilómetros lentos, una hora. Todo esto iba rápido, sucediéndose en secciones bastante cañeras a pie (por paseo marítimo, encordados, esquivando niños, viejos, coches aparcados y tiovivos, cruzando calles) y nataciones de costeo. Al salir de una de ellas pasamos una carretera y una vía de tren reptando por la arena porque el paso era muy bajo, muy Spartan esto, y a continuación un tramo de más de 7 km por un parque urbano con ciertos desniveles que acababa en una bonita zona antigua de escalones, empedrado, iglesia y demás pocholadas de ciudad europea.

En este tramo y siguientes pasó una cosa que si no la digo reviento: un equipo femenino aparentemente se había separado, pensamos que una había abandonado y la otra miembra parecía que iba a continuar, aunque estaba estirando tranquilamente. Una hora después nos las encontramos a los dos en carrera delante de nosotros. ¿Cómo podía ser? Pues sólo se me ocurre que eran unas cerdas. Las pasamos, nos tuvimos que parar a descalzarnos porque llevábamos media playa en las zapatillas, y las volvimos a pasar, se puede uno imaginar que sutiles improperios que salieron de nuestro boca por lo bajo en esos momentos, porque lo de hacer trampas es algo que llevo muy mal. Ni que decir tiene que no nos salimos del recorrido que estaba perfectamente marcado, nadie nos pasó nadando y no veíamos a nadie delante ni detrás en ningún momento.

El último tramo a pie largo incluía una dura subida por las vías abandonadas de un antiguo teleférico con pendientes muy majas, me recordó a las imágenes del kilómetro vertical de La Fouly pero menos vertical, entiendo, y luego una bajada delicada y para dejarte los dientes. Foto inferior. Lo teníamos en la mano, comíamos y bebíamos bien (dos geles, dos barritas, un tercio de plátano y un litro de agua para siete horas en mi caso), no decaíamos en ritmo aunque ya no era espléndido, sin perder tiempo, sin grandes problemas, estaba saliendo todo razonablemente bien y valíamos donde estábamos. A partir de acabar esa zona técnica había tramos más cortos a pie, dos de 500 y 900 de natación y meta. Empezaba a oler.


Pero hay gente mala y en el infierno hay un lugar para ellos: los que te ponen el caramelo en la boca a final de carrera. En el penúltimo tramo de natación vemos a una pareja sin cuerda que estaba a 1-2', como los vi primero se me pusieron los ojos como platos, grité un "¡A por ellos mis valientes!"y los puse en el objetivo. David, que no se pica menos que yo, lanzó un ataque en la natación y los rebasamos, pero no les debíamos sacar más de 20" a la salida del agua. Me pasé esos 514 metros acuosos pensando en salir del puto agua, se iban a cagar, ya podían correr, pero correr de verdad. Iba frenando y frustrado de no poder hacer más, los hombros eran una masa informe de músculos agotados que daban poquito de sí ya. Peor tarde o remprano saldríamos del agua. Y salimos, cambiamos la cuerda de posición y me puse a correr. A toda puta hostia. Si llega a caerse David le arrastro hasta la playa. Solo quizá hubiese intentado ver algún número mágico, pero entre que no corría solo y que había playistas y demás apenas vi un 4'10" puntual, que para llevar siete horas de carreras no está mal. Otros 200 metros de natación y meta. Contentos. Medallita de madera, cuscús, dolor de hombros importante y tras ver otro centenar de bicis de 6000 € y varias docenas de coches 150000, nos volvimos a casa, a nuestros confinamientos. Se acaba la temporada.


Experiencia interesante, larga y exigente. Carita también. 8823 metros nadados, nuevo récord, casi un Everesting natatorio (me lo acabo de inventar). Quizá repitamos alguna de estas largas pero está claro que hay que llegar entonado y con los deberes hechos, a pie tiro de rentas pero nadando me exige centrarme un tiempo para estar seguro de lo que hago. Tengo un bonito peto rojo Ferrari antiguo (era casi burdeos, no el actual) con el número 28 (clásico de Ferrari en F1 también) como recordatorio de estos buenos días. A vegetar unos meses.
s

P.D.: si has llegado hasta aquí tengo una mala noticia que darte: o los franceses cambian radicalmente su visión, conocimiento y compromiso hacia la pandemia o no habrá UTMB ni nada parecido. No he visto gente más irresponsable, sudapollista e ignorante respecto a este tema. En octubre. Con 30000 casos al día que tienen. Preocupante.

3 comentarios:

  1. Taspa'!!!
    Pero oye, y correr por el mundo en serio pa'cuando?

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  2. Coincido plenamente en lo de que se puede correr con mascarilla. Pero inventando excusas somos unos cracks. Casi tanto como vosotros con este reto. Enhorabuena;)

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  3. No habrá crónica en meses, se puede leer a una palabra al día y sobra aún para repasar. No me veo ahora mismo poniéndome dorsal sólo corriendo. He dicho.

    Sí, no da el asma que no tenemos. A ver, si es riesgo es nulo, vale, fuera, pero si hay, y en esos momentos de salida (o ir una larga subida en un sendero tras alguien también lo hay), se usa. Mejor eso que no hacer carreras, que empieza a oler 2021 como 2020...

    Saludos y gracias por comentar.
    s

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