Chartreuse Trail Festival (2): SkyTrail

viernes, 1 de junio de 2018

Me acuesto pronto, desayuno bien y como duermo al lado de la salida no aparezco por ella hasta cinco minutos antes. La verdad, descubrir que eran +2300 m me había trastocado un poco, por las bajadas más que las subidas, pero ya que estábamos allí lo íbamos a hacer, ¿no?

Aproximadamente un kilómetro de asfalto y sendero para calentar (a 4'27" y con alguna subidilla), no somos demasiados y no hay peleas a la entrada del sendero, se sube poquito, y en el kilómetro cuatro giramos a izquierda y encaramos un cauce seco que baja directamente de la montaña, paredón muy serio. Y es que la subida inicial (km 4-8) son 1000 m, es decir, un kilómetro vertical como el de ayer. Hablando de ayer, algo noté en las piernas, pero siendo sólo subida (y bajada muy lenta) no considero que afectase casi en nada -recuerdo, aunque son tres días no es una carrera por etapas, mucha gente hizo las tres pero no toda, y salían frescos, claro-, lo que de verdad afectaba era el soberano rampón en el que estábamos metidos. Mola descubrir nuevos sitios y no saber qué te espera, como suelo hacer, le echo un vistazo rápido al perfil y a la ortofoto y listo.

De hecho tan rápido que pensé a priori que había cinco avituallamientos y en realidad sólo hay uno, la confusión venía de que te ponía dónde recomendaban que comieses productos Isostar (colaborador de la prueba) y yo pensé que había manduca. Y no. Un avituallamiento en una carrera a ritmos medios de más de cuatro horas y quizá hasta las seis es muy poco, y el material obligatorio es minimalista (medio litro de agua, silbato, manta térmica), con lo que no demasiada gente, incluso sin temperaturas altas, puede meterse dos o tres horas con medio litro de líquido, así que a valorar cada uno.

El subidón acaba en la antecima del Grand Som, a unos 2050 metros de altitud, cerca del final hay algún paso de manos y algún punto concreto donde mejor no caerse pero no más, como vas mirándole el culo al que tienes delante no te distraes con potenciales despeñamientos. Costó como 1h15' la puta subidita, kilómetro nueve, buena pechada, un ligero cuasicresteo y para abajo, porque para sacar los -2300 m en 13 km hay que bajar varias veces y fuerte. No tengo problema en zonas técnicas, no me dan miedo, lo que no soy es rápido. Añádase que hago poca montaña y como siempre voy solo no me suelo complicar demasiado la vida (bueno, esto es matizable, claro, este año precisamente tocaba a achuchón por salida, porque con la puñetera nieve y alguna decisión errónea no recuerdo verme tantas veces cerca del hostiazo fatal en toda mi vida), y que estrenaba zapatillas. Para tratar de buscar soluciones a mi neuroma he hecho todas las probaturas del mundo, de material también, una semana antes me compré unas Altra Olympus y las estrenaba en montaña, con cierta inseguridad al principio. La primera mitad de esta primera bajada fue un desastre, nada nuevo en mí, pero causa frustración ver cómo te pasan sin remedio -y no considero que nadie me abrasase a lo bestia como en otras ocasiones- y perdiendo una minutada, había secciones de nieve en las que iba torpe (dos directamente de culo, segunda vez que lo hago en mi vida, la primera me costó un metatarso roto, Aneto 1999...), piedras con las zapatillas mojadas de las zonas de nieve, y sobre todo torpeza general. Pero como me lo sé era un poco de frustración y listo, es lo que hay. Cuando se iba suavizando y al rato de entrar en bosque me calcé una hostia maja, no veía el suelo por la vegetación y había una raíz con la que tropezar. Me hice daño en un hombro, no del golpe, sino de retener el brazo, dos semanas después aún me molesta nadando. Me descentró. Poco después estaba el avituallamiento, no paré dos minutos y me pasaron unos cuantos pero salí bastante rehecho y fresco. A subir. De aquí a meta era todo sendero, bastante vertical la mayoría y con mucha densidad arbórea, buen rampón para arriba, rampón para abajo. Considero que me fui soltando, alguno recuperé en subida, en bajada dejaba pasar para no ralentizar pero me iba mejor, y tras la bajada inicial, me sentí en carrera, en ocasiones bastante motivado recuperando tiempo en subidas y con ganas. Conocía a un colega que me era buena referencia, me caí justo detrás de él y se me había ido, y cuando le veía era un plus de apretura de culo, lo que me entretenía y motivaba, así pasé buenos ratos, centrado, sacando lo que sólo un dorsal saca de ti y con mirada de tigre a ratos. Vivo perfectamente sin dorsales, se me hace raro carreras "cortas", cuando haces una carrera larga corres contra ti y el desafío, pero lo disfruté porque me sentí competitivo -independientemente del puesto-, apretándome, siendo ambicioso a ratos, con ganas de coger a gente.


La bajada final fue un pequeño baño de realidad, algo lento, tuve una pequeña torcedura de tobillo, me molestó un poco el puto neuroma del pie y me cargué un poco los cuadríceps. Todo en cinco minutillos. Me dejó con un ligero sabor agridulce, aunque el arreón final para pasar a un par de rivales cerca de meta me gustaron. Me creo una punta de 3'40" o así.

4h07' para 26 km y no era el último. Copón. +2300 m, pero también moderadamente técnico, lento a tramos. Y ahora qué. Tengo tres posibilidades para el domingo, 12 -ni me planteo-, 23 -para lo que estaba inscrito- o 40. Pasaron algunas horas y me crucé con el organizador, le pregunté si podía cambiar de distancia, "por si acaso" me levantaba con ganas. Ni que decir tiene que era el plan que me gustaba pero no estaba seguro. Me dijo que sí. Y se abrió la oportunidad. A última hora de la tarde ya tenía decidido hacer la maratón, a ver qué pasaba, al final esto era sobre todo un test para el pie y la molestia final me había aportado indeseables dudas pero con lo que voy conociendo mi lesionado pie me dejaba intentarlo.

Cené mal, me costó mucho acabarla, puse el despertador a las 06h00 y me acosté a las 22h30 con el convencimiento de que haría la maratón.
s



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