Mi Hong Kong 100 Ultramarathon - The Half (y 3)

viernes, 9 de febrero de 2024

Mi Hong Kong 100 Ultramarathon - The Half (1)


Es altamente probable que no sea ya pero os imagináis que lo soy y ya está. Un buen número de locales llevaba polainas para estos breves tramos de arena, hacedme caso, no hacen falta a poco que sepas correr en arena (y sin esto también) ©Anta Brand


Íbamos ya servidos, pasada una crisis entre el match y el set ball. Por dos razones no pienso que fue leve: una, lo pronto, mediada la carrera; y dos, por lo del casi mareo, esto no es que me preocupase pero no me gustó. Pero poco a poco se salvó. En una de esas situaciones en las que sólo se puede agachar la cabeza y pasarlo lo menos mal que se pueda. Porque cuando la gente te pregunta por esos momentos malos y dolorosos, que cómo consigues vencerlos en mi cabeza está un mono con unos platillos, no sé... ¿te piensas que puedo apartar el dolor de mi cabeza? No claro, pero sí uso una desarrollada estrategia basada en El Arte de la Guerra, de Sun Tzu: me jodo y me aguanto.

Pasado el momento crítico, que no lleva cinco ni cincuenta minutos pude recomponerme, corría siempre que era posible incluso en subidas fuertes, estaba rodeado de gente igual de motivada y nos íbamos viendo con lo que es algo más sencillo que la pereza y la excusa barata nos venciera. El desgaste ya era más normal, progresivo, aunque ya iba en modo finisher y a tomar por culo todo: dícese del modo en el que te empieza a sobrar carrera y sólo quieres llegar pero que vas a llegar por la gloria de tu madre.

Ay ay ay ©Anta Brand

Penúltimo avituallamiento, me lo tomo con cierta calma pero adelanto a alguno, me encuentro un pelo mejor y empieza a oler a meta aunque sin euforias. De este avituallamiento recuerdo un medio sándwich que, reloj en mano, me llevo dos horas y tres minutos tragarlo, cago en mis muelas, se me hizo bola pero mejor no forzar que la repatriación y tal tiene que ser un lío de papeles y no quiero eso para mis seres queridos. Diecisiete horas después... por fin último avituallamiento y arreando que es gerundio, veo que están echando agua por encima y me sumo. No menos de 20 litros me echaron y no exagero nada. Menos mal que tengo un móvil impermeable pensaba cuando me empaparon de pies a cabeza. De hecho me dejan helado que casi me da una tiritona a más de 20 ºC a la sombra y 70 % de humedad. Pero vamos a acabar esto. La verdad, nos hizo un día excelente, mejor cuando vienes del invierno (aunque sea suave), el día absolutamente precioso con fantástico azul propio de latitudes mediterráneas. Y sí, padecí creo que la humedad, pero firmo por un día así, fue sencillamente fantástico.

Otra foto de playucas chulas. En realidad son tres o cuatro pero la estampa es increíble ©Anta Group

Una última subida, un pequeño collado, donde mañana se desviarán los valientes de la larga para hacer la segunda mitad. Llevo un buen rato con un tipo bufando detrás y aunque no sé lo que queda exactamente porque llevo un ligero retraso en el GPS creo que cinco. En desnivel creo que recordar que eran 2000 pero al subir el track al GPS me puso 1750 lo que me hizo confiarme cuando pasé de los 1000... pero los GPS no se hicieron para medir altitudes y al final me salieron como 2075 que es menos desnivel que lo que suele haber en España pero el que me diga que es corrible le arranco la nuez, sin violencia, de un impacto seco. Corrible lo que me cuelga. Sí, se puede correr pero hostia que te dejas los riñones también y con tanto puto escalón en bajadas tampoco vas precisamente suelto. Y no te cuento en esas bajadas donde la huella del escalón es enana, no te entra el puñetero pie, subiendo sin problema, pero bajando pones el pie de medio lado.

¿Eso es la meta? Eso es la meta

A lo que íbamos que me disperso. Acaba la subidita y empezamos a bajar hacia meta, no era pendiente, no era difícil, no era el momento de fallar, así que a mi rollo, de hecho bajo algo lento pensando en no piñarme y sospechaba que mi sombra me iba a adelantar en cualquier momento pero mientras no lo haga yo pongo el ritmo que no era precisamente veloz. El tipo que llevo bufando detrás no se me descuelga y no me va a relevar, si me releva es para pegarme un palo y yo con dorsal me defiendo con uñas y dientes me da lo mismo el puesto. Con lo que cuando se suavizó la pendiente y pude alargar zancada fui yo el que le cambié como buen picado que soy. Dejé de escuchar bufidos. No sabía lo que me quedaba pero era un cambio algo optimista a priori hasta que poco después entramos en el asfalto final y ya sabía lo que quedaba, ¿menos de un kilómetros quizá? Ya puedes correr, chaval. Cambio sostenido hasta que diviso meta y veo dos almas en pena, uno no se resiste, el otro sí, carne de cañón. Hecho. 7h37' o algo así, 41º creo. He tenido suficiente.

"He tenido suficiente", definición gráfica

Tras lavarme, parlotear y comerme alguna hamburguesa llega el temido momento. Volver. Con la puta bici de las Árdenas. Se iba a dejar los riñones Rita. Subí hasta donde pude, anduve unos 300 metros y bajando con los claqueteos de los juegos de los bujes y la dirección, apunté a casita. Había sido un día largo, suficientemente duro y volvía contento con la experiencia.

Lo que quedaba de tarde de vagueo, cómo lo disfrutamos con el cansancio en el cuerpo, haciendo que trabajaba, sentado en un porche al solete hasta que me empezaron a acribillar los mosquitos y poco más de día.

Para el siguiente pude ver un buen rato de los de la 100 km y en otro momento tuve oportunidad de dar un paseo por Hong Kong y un agradable piscolabis en una terraza con unas bonitas vistas y mejor compañía haciendo tiempo para coger el avión de vuelta. Un larguísimo viaje creo que de en torno a las quince horas, breve escala en Londres (donde tuve el tiempo justo de dejarles un buen pino) y camino Españita. Sonado unos días pero con una gran experiencia personal por todo lo vivido.

El otro Hong Kong, el único que la mayoría conoce

Decía antes que había corrido en muchos sitios y tal, algunas veces no era consciente del privilegio de ciertas cosas, esta vez sí lo he sido, es un privilegio ver mundo; correr en sitios diferentes; conocer a gente (Steve, Janet, Jeri, Ricardo, Núria, Montse y mucha gente cuyo nombre no recuerdo ya); conocer a compañeros muy diversos con los que te has juntado por los caminos; ver, aprender, llenarte de recuerdos que vives intensamente. Quién me iba a decir que un día fuera a correr en Hong Kong, cuántos planetas no se tienen que alinear para que acontezcan ciertas cosas y a veces van y ocurren. Debemos aprovechar las oportunidades que se nos presentan, es un privilegio poder vivir razonablemente acomodados, tener algo de dinero sobrante y tener en qué emplearlo. Y tener una afición que nos permita rellenar el día a día. 

En este par de semanas en casa he leído varias noticias de Hong Kong, una que se han cargado a Evergrande (agujerazo inmobiliario a China), una movida de banderitas y demás (el tema va a ir en aumento) y no sé qué más. Siempre me pasa, creo que a todos, que cuando estamos en un sitio siempre luego vemos más noticias de ese sitio, no es casualidad pero no es que haya más noticias, es que tu radar tiene ya otro objetivo. Y está muy bien llevarte ese pedacito del lugar que visitaste, nos humaniza y nos acerca. No sé si nos hace mejores pero sí diferentes.  

Ha sido un privilegio vivir esta experiencia que se vendrá conmigo hasta la tumba o hasta que me azote el alemán, uno de dos.

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Mi Hong Kong 100 Ultramarathon - The Half (2)

jueves, 8 de febrero de 2024

Mi Hong Kong 100 Ultramarathon - The Half (1)

La salida, tarde, recuperando en el kilómetro de asfalto inicial, llego al sendero. Aunque no es fácil se puede adelantar de vez en cuando y lo hago cuando puedo tratando de recuperar. Paso a mucha gente y sé que voy más rápido de lo que debo pero preocuparse por lo que vendrá dentro de unas horas es clarísimamente de perdedores. No noto especialmente el calor, algo la humedad, voy bien y disfrutando del paisaje, me encanta ver el mar y será nuestro compañero muchos ratos, el sendero es compacto, agarra bien, no hay problemas, hay algunos escalones y muchos más que vendrán, se mueve uno rápido. Tras un buen rato alcanzo a Francesca Canepa, ella va a hacer the Grand Sam (las tres carreras, miércoles, jueves y viernes-sábado, una buena paliza, cerca de 200 km por un terreno que me parece lento y exigente) y creo que ya está más o menos bien de remontar. En cierto momento llegamos a asfalto y cruzamos una presa, un laguito interior que nutre de agua fresca a la ciudad. Es una buen vista, un rato de asfalto más y sigo recuperando. Aquí ya sí voy midiendo mis fuerzas pero sigo adelantando a menor ritmo porque la gente ya va corriendo bien, corro a ratos con algunas mujeres y trato de mantener un ritmo constante. Estoy en el primer avituallamiento, segunda presa y voy bien, me lo salto porque así lo había planeado pero no planeé casi romperme un tobillo o los dientes en un pequeño corte en el suelo de un canalón. No pasó nada esta vez. Se irían sucediendo algunos tramos de escaleras y unas buenas vistas. Detesto las escaleras, no siempre coinciden con tu paso y en bajadas además tienen el riesgo de rozar el talón y calzarte una monumental con lo que traté de estar muy atento. No sé si recuerdo hacer toda una carrera tan concentrado tanto tiempo pero surtió efecto: ningún tropezón serio y alguna patada fuerte a una piedra pero no más. Y mejor que sea así, caer en afilados escalones no da buena suerte.

Vistas reales durante la carrera, nada de postales de enmarcar. Así unas cuantas. Espectacular.

Hong Kong 100 puede diferir bastante de lo que normalmente conocemos por carreras de montaña en España o Europa. Si vas buscando eso quédate en casa mejor. Pero es que el trail running es más que montaña. Por aquí vas a ir mucho tiempo en suelo no natural, hormigonado, asfalto menos de lo pensado y muchos muchos escalones. Con una ciudad de no lejos de ocho millones de habitantes el terreno se tiene que proteger de alguna manera. Pasa aquí, pasa en los Alpes o pasa en Estados Unidos. Depende del grado de protección, de la gente que quieras rescatar y de las lluvias y escorrentías así deberías de proteger el suelo. Y aquí el que tenía el contrato de hacer escalones se puso las botas. Debe de ser el tío con más pasta de Hong Kong. Porque madre mía todos los que hay. De hormigón, de piedra, en buen estado, destrozados, altos, razonables, tendidos. Pero el terreno es así y se viene llorado de casa. Y no hay mucha alternativa. Es un sitio muy protegido, no pueden pasar coches, apenas bicis (por carretera, nada en caminos), para llegar a las playas hay que hacerlo tras una hora de caminata y lo que no es camino es casi una selva impenetrable. Si buscas montaña pura no vayas; si buscas otra experiencia seguro que te parece interesante. Aparte de la ciudad de Hong Kong que ya merece un buen vistazo, las vistas de la carrera son muy muy bonitas, cruzas varias playas que no es lo más normal en un trail tampoco, vas viendo cómo corre esta gente o qué material usa, todos le vamos poniendo nota a la organización según vamos viendo la señalización, los avituallamientos, el montaje o la bolsa del corredor y en global la experiencia sí es muy chula, es otro mundo, otra forma de trail con su forma particular de hacer las cosas, ves cosas nuevas y lo nuevo, lo diferente a unos les retrae y a otros nos motiva y enriquece. Correr me ha llevado a sitios increíbles, desiertos, selvas, volcanes o lagos helados, he corrido casi en cualquier continente, en decenas de países sobre distintas distancias y terrenos, y de todo aprendes si quieres aprender, si tienes las ganas de hacerlo. Y me gusta mucho más esto que buscar el último rendimiento deportivo, correr donde lo conozco todo o repetir. Para mí correr es mucho más que correr.

He dejado algunos flecos, vamos a ello para que puedas tener una mejor idea de aquello. Organización: muy buena, a medio camino entre las hogareñas norteamericanas y las medio grandes europeas. Con cercanía, calorcete humano, con amor por lo que hacen. Pero profesionales, un marcaje excelente, unos buenos avituallamientos, los servicios que se requieren y buena imagen. Me gustó, me gusta que siga habiendo carreras que saben crecer a su ritmo, sin prisas y con pie firme. 

Creo que nunca he hablado de la bolsa del corredor pero voy a hacer una excepción. Este año la carrera tenía un patrocinador nuevo, Anta, que no la conoce casi nadie pero es la dueña, entre otras, de Salomon. Pero lo que es la marca en sí no se vende fuera de China, por ahora. La camiseta de la carrera, la sudadera de finisher o una bolsa que me dieron en meta son los mejores productos que me han dado nunca en una carrera, calidad excelente y me quedo corto con el adjetivo. Aparte, situó numerosos fotógrafos a lo largo del recorrido, llevó a corredores patrocinados e hizo una zapatilla conmemorativa, que me hubiera molado tener pero no debía de haber de mi talla. Un patrocinador que no se queda en baratijas y poner su logo, aporta a la carrera de verdad y a todos.

Sobre la forma de correr local los primeros iban loquísimos pero como casi siempre. En mi carrera obviamente no les vi el pelo pero en la larga les vi en algún punto y me impresionó verlos correr en escalones que me llegaban a la rodilla y muy verticales. Hay mucho nivel y mucha densidad. Corren mucho mucho. En el pelotón, donde iba yo, la gente sabe correr, que nadie se crea que están verdes, leches en vinagre, corren bien, hacen avituallamientos veloces, pliegan y despliegan bastones más rápido que yo pestañeo y la gente va motivada. El material que usan por supuesto que es muy bueno, por si alguien pudiera pensar que iban en alpargatas o algo. Negativo. Hacer trail en estas latitudes para muchos es un ocio al alcance de no tantos, no diría que de ricos pero de pobres no es. Vi mucho material bueno, actual y cosas que nunca había visto, marcas que sé lo que valen y que yo al 50 % no compro. En zapas Hoka arrasa, en mochilas mucha variedad con importante presencia de marcas locales, y en textil mucha variedad con presencia también de productos locales de alta calidad y precios acordes. Sí, por supuesto que me fijo en el material que lleva la gente, técnica de correr, cuándo corren y cuándo andan, iba descubriendo marcas que nunca había visto y analizando todo y más, luego que que se me olvida comer o beber, ¡estoy a otras cosas!

Esta foto ya tiene el truco del dron pero las vistas eran así, el color del mar también, el día espectacular, las playas muy chulas. Francamente bonito, en ocasiones de quitar el hipo ©Anta Group

Cruzar las varias playas, cortas y con la arena no muy blanda, me gustó mucho. El recorrido me recordó mucho a la Costa Brava, allí hice una vez una carrera por etapas y el terreno era parecido, costero, a veces artificial, a veces más natural, absolutamente todo sendero (excepto el asfalto que era poco, entre el 8-15 o así había ahí lo que más) y muy buenas vistas. Y aunque a veces te cruzabas con gente paseando o haciendo senderismo la mayor parte del tiempo ibas solo con la gente de la carrera. Recuerdo: a pocos minutos una ciudad con un área urbana de más de siete millones de almas. 

Entre tanta divagación y tratando de absorberlo todo vino un momento delicado. La palabra del día fue toasted. Me la repetía constantemente, toasted por el calorcete que no era mucho pero sí combinado con la alta humedad; toasted de ir tostado de ritmo porque se te hubiera ido de las manos; toasted  a alguno que pasaba y que iba con la cabeza de medio lado; y toasted también aplicado a mí. Entre el 26 y el 35 aproximadamente iba toasted pero bien. Lo que había reconocido en otros me tocaba a mí. Una subida que se me hizo durísima, casi único momento sin sombra, pegando el sol en todo el cabezón, ligeramente mareado (creo que por contracturas de cuello), me noto algo seco y llevo poca agua y hambriento. Si tienes hambre es que ya vas tarde. Llevaba más de cuatro horas y había bebido medio litro o así y comido algo de fruta en los avituallamiento y una barrita y medio gel. Toasted de manual. Modo superviviencia on.

Por ahí se me ve dándolo todo. Nota: no soy la de amarillo ©Anta Group

Francamente me vi justo, avanzaba muy lento, bajaba de penita y no veía llegar el avituallamiento. Razonablemente justo y demasiadas cosas a la vez, racionar agua, que el mareo que no sea por nada raro, a ver si se me pasa el hambre y no perder mucho tiempo que esto no deja de ser una carrera. Y a ser posible sin hostiarme en ninguna bajada. Fue un mal momento. Vendría otro después, en un desesperante sendero junto al mar turquesa con muchas piedras puestas de cualquier manera que me impedían correr, coger algo de ritmo, hacer algo que no fuera penar. Cojones de piedras y de hostias en vinagre. A esta gente no les invadieron los romanos que sabían poner las piedras en orden, no, todas tiradas ahí de cualquier manera entorpeciendo el camino. Rocé el ponerme de mala hostia porque iba lentísimo y me apetecía avanzar un poco, hacer kilómetros y nada, horror. No sentía que tras comer algo y beber me estuviera recuperando pero es que debía pasar tiempo, que el cuerpo se rehiciera. Lo hizo, poco a poco pero lo hizo. Y en cuanto pude correr, corrí, no estaba tan mal. Recuerdo buenos tramos corriendo pero los que llevaba al lado también, cabrones, cobardes, dejaos pasar. La gente muy amable se dejaba adelantar y yo lo hacía también, alguno me dijo que no, que tirara yo delante, no sé si porque iban filmando y querrían grabar una leche pero bueno el caso es que se iba haciendo camino y pasando los kilómetros. 

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Mi Hong Kong 100 Ultramarathon - The Half (1)

miércoles, 7 de febrero de 2024

Para no alargarme con el previo diré que unos cuatro meses antes de la carrera me contactó el organizador sobre la posibilidad de correr la prueba y lo rechacé porque me pareció un engaño por mi parte; cinco semanas antes, en otras condiciones, acepté con lo que empecé a entrenar con ese objetivo; a dos semanas mi gozo en un pozo, no había viaje; el viernes anterior va y me suelta: "Nos gustaría que estuvieras, ¿cómo lo tienes para viajar el lunes?". De viernes a lunes, a Hong Kong. Agárrame el cubata o lo que beban por allí.

En ocasiones el caos lo puede todo. Pero hay caos y caos (dígase en plural aunque caos sea igual en singular y plural). Los hay apetecibles, oportunidades que llegan si no en tiempo sí en forma. Llevaba (y llevo) bastantes meses mediolesionado, medio significa que voy molesto pero entreno. Quería entrenar más y lo estoy haciendo pero a trancas y barrancas y sin hacer nada específico porque un isquio y un glúteo no me dejan demasiado. Pero, con problemas, he ido avanzando y cuando a esas cinco semanas (cuatro contando que la última es de descanso activo) me puse un poco más en serio me sorprendió. El segundo día desde la noticia corrí 28 km sin grandes problemas, a principios de la semana siguiente fui a la montaña a entrenar-destrozar-mis-débiles-cuádriceps, iba a hacer veintipico pero iba echando cuentas y la cosa se alargó más de lo que pensaba hasta la maratón sin acabar excesivamente mal.

Dos semanas de destrozo importante después para, esta vez sí, hacer una maratón o algo más plenamente consciente de ello. Fue el día de Navidad y curiosamente es el día que más gente me he cruzado en la vida en mis montañas, como doce personas, una rareza. Fueron 47 km y unos +1750 m. Haciendo cálculos eso eran dos tercios del esfuerzo al que me había decidido hacer. Porque uno de los debates internos era saber qué distancia hacer, si 33, 56 o 103. Muy a mi pesar descarté por ilógico e irreal la última y no me arrepiento. Por eso, para 56 y +2000, unos 76 km de kilómetros-esfuerzo, me sentía razonablemente preparado.

No acaban aquí las peripecias. Navidad, tiempo de familia y virus. Además de una semana de "esquí" (siempre le pongo comillas porque lo mío no es esquiar), actividad que me vuelve a destrozar las piernas. Y de virus es la vez que me ha demostrado que o soy inmune o asintomático a todo o lo he surfeado mejor que Kelly Slater. Tres covids, un par de virus de la gripe que ha pillado mucha gente y yo ni un moquillo colgando y encima habiendo entrenado dos maratones que me dejan el sistema inmunológico para el arrastre.

Lo dicho, a tres días de viajar me entero de que sí viajo y ponte a hacer maletas. Era tal mi preparación que pensé que iba a hacer frío (tenía el recuerdo de los vídeos de Ultra-Trail World Tour con la gente bastante abrigada), cuando a horas de irme miro la previsión y ni de coña, calorcete. Desconociéndolo casi todo de la carrera, el recorrido y el lugar me embarqué en un atestado avión de Cathay Airways con más plazas de business que he visto en mi vida (llenas, por cierto) y con la esperanza de poder descansar un poco o la cosa se iba a empezar a complicar. Por supuesto, no pegué ojo.

Si el aeropuerto o el tren que me llevaron a la ciudad no me dieron idea de lo que me esperaba el choque de realidad fue cuando salí de la estación porque para kilómetro y pico prefiero ir andando. Nunca he visto una ciudad tan limpia, sí más caótica (Delhi), pero sobre todo me quedo con el show peatonal, me explico: hay aceras a pie de calle pero también pasarelas por todos lados, pasarelas a varios pisos de altura, pasarelas que cruzan edificios y mil y una maneras de llegar a los sitios de formas increíblemente creativas. Cuan Paco Martínez Soria en Hong Kong iba alucinando con el tema tratando a ser posible de llegar a mi destino. Que no era fácil. Porque la feria del corredor era en un edificio multipropósito como muchos aquí las primeras plantas pueden ser un centro comercial, luego oficinas, luego gimnasio, luego una parte del gobierno local para atender tema de aguas y no sé qué más. Pero lo encontré y me congratulo por ello.

En la feria había una habitación "reservada" para mí con un tapiz y varias máquinas. Pero lo mejor, un sillón reclinable para echar una cabezada de un par de horas, cosa que conseguí. Y me sentaron como diez. La pequeña feria, la presentación de la carrera y del circuito World Trail Majors al que pertenece vendrían después. De paso conocí a los castellanoparlantes que andaban por allí, Núria Picas y Ricardo Cherta, gente muy maja con la que pude hablar en "cristiano" aparte de la cuasivecina de pueblo que me encontré y que te hace replantearte si lo de los seis grados es una exageración o lo podemos dejar en dos y cuarto.

Por una entrevista a destiempo me perdí la salida grupal con Núria así que me fui a mi aire, de noche y sin saber adónde, para descubrir un bonito paseo marítimo con unas vistas impresionantes de la parte continental. Hong Kong originalmente se fundó en una isla, escarpada y que da para lo que da; al lado tiene otra (Lantau); no muy lejos está Macao, antigua colonia portuguesa; pero Hong Kong acabó creciendo por el lado continental, frente al Hong Kong originario. A pocos kilómetros, aunque estés en China, está la frontera con la China "real" y Shenzen, otra megaurbe. 

Tras las guerras del opio y los procesos colonizadores de aquellas tierras retornó hace un cuarto de siglo a su propiedad original, China, y aunque Hong Kong sigue siendo medio autónoma el futuro parece ser que tiende a acercarse a China lo quiera o no y de una forma que se va acelerando. Pero aún es una ciudad muy cosmopolita, donde mucha gente habla inglés, la mayoría de cosas están escritas en ambos idiomas, muy segura, abierta y posiblemente lo más occidental que te puedas encontrar en miles de kilómetros a la redonda pero con un carácter original que me resultó muy atractivo. He visto ciudades grandes, muy grandes, verticales, pero ninguna con esta densidad, cómo se organiza, cómo se urbaniza, cómo ha debido evolucionar y adaptarse me resultaron muy interesantes y no me importaría volver para conocerla más a fondo. No siendo especialmente amigo de las ciudades, horrorizándome la idea de vivir en una de ellas, no dejó de resultarme sumamente interesante conocer Hong Kong aunque fuera de una forma breve y algo apresurada.

A tope con los vatios, que no se diga

Tras un cena en un hipódromo donde conocí a gente de Anta por fin pude dormir muy bien y al día siguiente me fui a trotar a la salida de la carrera The Third, pues se distribuyen una cada día. Estaba a unos cinco kilómetros de donde dormía e incluía un puertecillo en el medio. Estuve viendo el sarao y cuando lo consideré me volví, al día siguiente me tocaba a mí. 

Peeero antes recibe el organizador una llamada: un avituallamiento está siendo comido por jabalíes. ¿Qué harías tú? Pues coger unos palos de golf e ir para allá. Con mi hierro 6 y un frontal, vimos a los puñeteros jabalíes que se estaban poniendo las botas de unos polvos de Overstim's. Jabalí y jabato miraban a los golfistas sobrevenidos pero el avituallamiento estaba bien protegido y no hubo que usar la violencia. Esto casi a medianoche. Ahora sí, de vuelta a casa y a dormir. O intentarlo.

Tú te imaginas que esto lo han hecho unos jabalíes porque te estoy contando la película yo, ¿vale?

Tras apenas descansar un día, hacerlo muy bien al siguiente, ¿qué crees que tocaba? Pues casi no pegar ojo. No exagero si digo que creo que no dormí más de tres horas, claramente insuficiente. También me levanté con el cuello de aquella manera. Pero es lo que hay. Primer problemilla: cómo ir a la zona de salida/meta. Cinco kilómetros de ida y sobre todo de vuelta me parecían un tanto excesivos para ir a pie. Desconocía si había algún transporte público y en coche no podía. Así que se me ocurrió la excelente idea de ir en una bici que me dejaron. Guay. Era de carretera, odio y no uso manillares de esos del Demonio y me quedaba pequeña. Mal empezamos pero para cinco kilómetros no pasa nada.

A dios gracias que justo cuando me incorporé a la carretera pasó un coche y recordé que aquí conducen por el lado equivocado que si no me pongo por mi derechita y me llevan por delante. Estaba alojado en la península donde se disputa la carrera, protegida, un parque natural, y aunque hay carreteras dentro apenas hay tráfico interno porque está prohibido, algo hay de la gente que vive y poco más pero ese coche que vi al salir me pudo salvar de algo serio. Pues nada por la izquierda hay que ir. 

Empiezo a subir. Qué pasa aquí. Llevo todo el desarrollo metido, cadencia de tres pedaladas por minuto y no puedo con mi alma. Miro y esta bici lleva los desarrollos de una bici holandesa, no lo miré pero detrás no llevaría una corona más allá del 23 y con esto tengo que subir. El manillar es estrechísimo, la posición raruna, me queda bastante pequeña, voy sin pedales automáticos y con un desarrollo larguísimo. Y encima con el tiempo en el culo, no sólo para correr si no que me dijeron de dar la salida. Visualizo a 650 personas esperando por mí. A muy duras penas consigo subir rompiendo a sudar y empiezo a bajar. Es cierto que comprobé los frenos al salir pero una vez estoy bajando ya una buena rampa me doy cuenta de que no sólo no frena un carajo si no que tiene juego por todos lados, dirección y buje al menos. Con lo que voy de todo menos confiado. Y luego tendría que volver tras siete u ocho horas corriendo. En los jaleos que me meto yo solito.

El miedo que pasé con ese zarrio, la madre que me parió. Prefiero tirarme por los cortados del Red Bull Rampage. Pero hemos venido a vivir la vida a tope.

Llego sano y salvo a menos de media hora de la salida, porque llegar con antelación es de perdedores, dejo la bici por ahí, pido el dorsal y dejo la bolsa. En el dorsal no me incluye una calcomanía con el perfil con lo que voy a ciegas. Sin problema, saber lo que te viene es de perdedores también. 

Aquí deben regalar algo, sino de qué va a haber tanta gente ©Anta Brand

Total, que antes de lo esperado estoy con un espray bocina en la mano y con la cuenta atrás. Quizá no estoy demasiado centrado para lo que me viene, que va a ser un buen palizón. Para qué preocuparse. Total que 10, 9, 8... 3, 2, 1, bocinazo padre, hala a correr, chavales y chavalas. Y cuando me quiero dar cuenta y casi he vaciado el spray, miro a lo lejos y veo la de dios de gente corriendo. Cojones, que salgo el último todavía. Suelto el espray y a correr. 

Prueba de que me debía a mis quehaceres y de que estoy atontado ©Anta Brand

Voy pensando que seguro que en un kilómetro se estrecha y hay sendero y atasco con lo que debo remontar todo lo que pueda. No sé mi estado de forma, no estoy para tirar cohetes pero me desesperan los atascos (como a casi todo el mundo, supongo) y no quiero palmar tiempo (ni yo ni nadie, supongo). Sin emplearme demasiado porque me espera mucho adelanto a bastante gente hasta que entro en el sendero y algo de atasco hay como era previsible pero menos de lo esperado.

Gente corriendo mientras yo hago el retarded ©Anta Brand

Próximamente en sus pantallas, la segunda parte.
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Charlando en Anécdotas de triatlón

jueves, 1 de febrero de 2024

Por alguna razón desconocida para el que esto escribe desde este podcast se pusieron en contacto conmigo y charlamos amigablemente de lo divino y lo sagrado. Ameno, cómodo, carreritas, viajes y alguna aventura. Sólo para los bastante cafeteros, claro, porque habla quien habla. Si te aburres, ya sabes, en el episodio Ken Roczen habla un servidor.

 
Run the History por aquí y otras movidas en este blog, nada nuevo si frecuentas este lodazal.

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