Mi Hong Kong 100 Ultramarathon - The Half (1)

miércoles, 7 de febrero de 2024

Para no alargarme con el previo diré que unos cuatro meses antes de la carrera me contactó el organizador sobre la posibilidad de correr la prueba y lo rechacé porque me pareció un engaño por mi parte; cinco semanas antes, en otras condiciones, acepté con lo que empecé a entrenar con ese objetivo; a dos semanas mi gozo en un pozo, no había viaje; el viernes anterior va y me suelta: "Nos gustaría que estuvieras, ¿cómo lo tienes para viajar el lunes?". De viernes a lunes, a Hong Kong. Agárrame el cubata o lo que beban por allí.

En ocasiones el caos lo puede todo. Pero hay caos y caos (dígase en plural aunque caos sea igual en singular y plural). Los hay apetecibles, oportunidades que llegan si no en tiempo sí en forma. Llevaba (y llevo) bastantes meses mediolesionado, medio significa que voy molesto pero entreno. Quería entrenar más y lo estoy haciendo pero a trancas y barrancas y sin hacer nada específico porque un isquio y un glúteo no me dejan demasiado. Pero, con problemas, he ido avanzando y cuando a esas cinco semanas (cuatro contando que la última es de descanso activo) me puse un poco más en serio me sorprendió. El segundo día desde la noticia corrí 28 km sin grandes problemas, a principios de la semana siguiente fui a la montaña a entrenar-destrozar-mis-débiles-cuádriceps, iba a hacer veintipico pero iba echando cuentas y la cosa se alargó más de lo que pensaba hasta la maratón sin acabar excesivamente mal.

Dos semanas de destrozo importante después para, esta vez sí, hacer una maratón o algo más plenamente consciente de ello. Fue el día de Navidad y curiosamente es el día que más gente me he cruzado en la vida en mis montañas, como doce personas, una rareza. Fueron 47 km y unos +1750 m. Haciendo cálculos eso eran dos tercios del esfuerzo al que me había decidido hacer. Porque uno de los debates internos era saber qué distancia hacer, si 33, 56 o 103. Muy a mi pesar descarté por ilógico e irreal la última y no me arrepiento. Por eso, para 56 y +2000, unos 76 km de kilómetros-esfuerzo, me sentía razonablemente preparado.

No acaban aquí las peripecias. Navidad, tiempo de familia y virus. Además de una semana de "esquí" (siempre le pongo comillas porque lo mío no es esquiar), actividad que me vuelve a destrozar las piernas. Y de virus es la vez que me ha demostrado que o soy inmune o asintomático a todo o lo he surfeado mejor que Kelly Slater. Tres covids, un par de virus de la gripe que ha pillado mucha gente y yo ni un moquillo colgando y encima habiendo entrenado dos maratones que me dejan el sistema inmunológico para el arrastre.

Lo dicho, a tres días de viajar me entero de que sí viajo y ponte a hacer maletas. Era tal mi preparación que pensé que iba a hacer frío (tenía el recuerdo de los vídeos de Ultra-Trail World Tour con la gente bastante abrigada), cuando a horas de irme miro la previsión y ni de coña, calorcete. Desconociéndolo casi todo de la carrera, el recorrido y el lugar me embarqué en un atestado avión de Cathay Airways con más plazas de business que he visto en mi vida (llenas, por cierto) y con la esperanza de poder descansar un poco o la cosa se iba a empezar a complicar. Por supuesto, no pegué ojo.

Si el aeropuerto o el tren que me llevaron a la ciudad no me dieron idea de lo que me esperaba el choque de realidad fue cuando salí de la estación porque para kilómetro y pico prefiero ir andando. Nunca he visto una ciudad tan limpia, sí más caótica (Delhi), pero sobre todo me quedo con el show peatonal, me explico: hay aceras a pie de calle pero también pasarelas por todos lados, pasarelas a varios pisos de altura, pasarelas que cruzan edificios y mil y una maneras de llegar a los sitios de formas increíblemente creativas. Cuan Paco Martínez Soria en Hong Kong iba alucinando con el tema tratando a ser posible de llegar a mi destino. Que no era fácil. Porque la feria del corredor era en un edificio multipropósito como muchos aquí las primeras plantas pueden ser un centro comercial, luego oficinas, luego gimnasio, luego una parte del gobierno local para atender tema de aguas y no sé qué más. Pero lo encontré y me congratulo por ello.

En la feria había una habitación "reservada" para mí con un tapiz y varias máquinas. Pero lo mejor, un sillón reclinable para echar una cabezada de un par de horas, cosa que conseguí. Y me sentaron como diez. La pequeña feria, la presentación de la carrera y del circuito World Trail Majors al que pertenece vendrían después. De paso conocí a los castellanoparlantes que andaban por allí, Núria Picas y Ricardo Cherta, gente muy maja con la que pude hablar en "cristiano" aparte de la cuasivecina de pueblo que me encontré y que te hace replantearte si lo de los seis grados es una exageración o lo podemos dejar en dos y cuarto.

Por una entrevista a destiempo me perdí la salida grupal con Núria así que me fui a mi aire, de noche y sin saber adónde, para descubrir un bonito paseo marítimo con unas vistas impresionantes de la parte continental. Hong Kong originalmente se fundó en una isla, escarpada y que da para lo que da; al lado tiene otra (Lantau); no muy lejos está Macao, antigua colonia portuguesa; pero Hong Kong acabó creciendo por el lado continental, frente al Hong Kong originario. A pocos kilómetros, aunque estés en China, está la frontera con la China "real" y Shenzen, otra megaurbe. 

Tras las guerras del opio y los procesos colonizadores de aquellas tierras retornó hace un cuarto de siglo a su propiedad original, China, y aunque Hong Kong sigue siendo medio autónoma el futuro parece ser que tiende a acercarse a China lo quiera o no y de una forma que se va acelerando. Pero aún es una ciudad muy cosmopolita, donde mucha gente habla inglés, la mayoría de cosas están escritas en ambos idiomas, muy segura, abierta y posiblemente lo más occidental que te puedas encontrar en miles de kilómetros a la redonda pero con un carácter original que me resultó muy atractivo. He visto ciudades grandes, muy grandes, verticales, pero ninguna con esta densidad, cómo se organiza, cómo se urbaniza, cómo ha debido evolucionar y adaptarse me resultaron muy interesantes y no me importaría volver para conocerla más a fondo. No siendo especialmente amigo de las ciudades, horrorizándome la idea de vivir en una de ellas, no dejó de resultarme sumamente interesante conocer Hong Kong aunque fuera de una forma breve y algo apresurada.

A tope con los vatios, que no se diga

Tras un cena en un hipódromo donde conocí a gente de Anta por fin pude dormir muy bien y al día siguiente me fui a trotar a la salida de la carrera The Third, pues se distribuyen una cada día. Estaba a unos cinco kilómetros de donde dormía e incluía un puertecillo en el medio. Estuve viendo el sarao y cuando lo consideré me volví, al día siguiente me tocaba a mí. 

Peeero antes recibe el organizador una llamada: un avituallamiento está siendo comido por jabalíes. ¿Qué harías tú? Pues coger unos palos de golf e ir para allá. Con mi hierro 6 y un frontal, vimos a los puñeteros jabalíes que se estaban poniendo las botas de unos polvos de Overstim's. Jabalí y jabato miraban a los golfistas sobrevenidos pero el avituallamiento estaba bien protegido y no hubo que usar la violencia. Esto casi a medianoche. Ahora sí, de vuelta a casa y a dormir. O intentarlo.

Tú te imaginas que esto lo han hecho unos jabalíes porque te estoy contando la película yo, ¿vale?

Tras apenas descansar un día, hacerlo muy bien al siguiente, ¿qué crees que tocaba? Pues casi no pegar ojo. No exagero si digo que creo que no dormí más de tres horas, claramente insuficiente. También me levanté con el cuello de aquella manera. Pero es lo que hay. Primer problemilla: cómo ir a la zona de salida/meta. Cinco kilómetros de ida y sobre todo de vuelta me parecían un tanto excesivos para ir a pie. Desconocía si había algún transporte público y en coche no podía. Así que se me ocurrió la excelente idea de ir en una bici que me dejaron. Guay. Era de carretera, odio y no uso manillares de esos del Demonio y me quedaba pequeña. Mal empezamos pero para cinco kilómetros no pasa nada.

A dios gracias que justo cuando me incorporé a la carretera pasó un coche y recordé que aquí conducen por el lado equivocado que si no me pongo por mi derechita y me llevan por delante. Estaba alojado en la península donde se disputa la carrera, protegida, un parque natural, y aunque hay carreteras dentro apenas hay tráfico interno porque está prohibido, algo hay de la gente que vive y poco más pero ese coche que vi al salir me pudo salvar de algo serio. Pues nada por la izquierda hay que ir. 

Empiezo a subir. Qué pasa aquí. Llevo todo el desarrollo metido, cadencia de tres pedaladas por minuto y no puedo con mi alma. Miro y esta bici lleva los desarrollos de una bici holandesa, no lo miré pero detrás no llevaría una corona más allá del 23 y con esto tengo que subir. El manillar es estrechísimo, la posición raruna, me queda bastante pequeña, voy sin pedales automáticos y con un desarrollo larguísimo. Y encima con el tiempo en el culo, no sólo para correr si no que me dijeron de dar la salida. Visualizo a 650 personas esperando por mí. A muy duras penas consigo subir rompiendo a sudar y empiezo a bajar. Es cierto que comprobé los frenos al salir pero una vez estoy bajando ya una buena rampa me doy cuenta de que no sólo no frena un carajo si no que tiene juego por todos lados, dirección y buje al menos. Con lo que voy de todo menos confiado. Y luego tendría que volver tras siete u ocho horas corriendo. En los jaleos que me meto yo solito.

El miedo que pasé con ese zarrio, la madre que me parió. Prefiero tirarme por los cortados del Red Bull Rampage. Pero hemos venido a vivir la vida a tope.

Llego sano y salvo a menos de media hora de la salida, porque llegar con antelación es de perdedores, dejo la bici por ahí, pido el dorsal y dejo la bolsa. En el dorsal no me incluye una calcomanía con el perfil con lo que voy a ciegas. Sin problema, saber lo que te viene es de perdedores también. 

Aquí deben regalar algo, sino de qué va a haber tanta gente ©Anta Brand

Total, que antes de lo esperado estoy con un espray bocina en la mano y con la cuenta atrás. Quizá no estoy demasiado centrado para lo que me viene, que va a ser un buen palizón. Para qué preocuparse. Total que 10, 9, 8... 3, 2, 1, bocinazo padre, hala a correr, chavales y chavalas. Y cuando me quiero dar cuenta y casi he vaciado el spray, miro a lo lejos y veo la de dios de gente corriendo. Cojones, que salgo el último todavía. Suelto el espray y a correr. 

Prueba de que me debía a mis quehaceres y de que estoy atontado ©Anta Brand

Voy pensando que seguro que en un kilómetro se estrecha y hay sendero y atasco con lo que debo remontar todo lo que pueda. No sé mi estado de forma, no estoy para tirar cohetes pero me desesperan los atascos (como a casi todo el mundo, supongo) y no quiero palmar tiempo (ni yo ni nadie, supongo). Sin emplearme demasiado porque me espera mucho adelanto a bastante gente hasta que entro en el sendero y algo de atasco hay como era previsible pero menos de lo esperado.

Gente corriendo mientras yo hago el retarded ©Anta Brand

Próximamente en sus pantallas, la segunda parte.
s


2 comentarios:

Somal dijo...

Vamos a por el segundo!!!

ser13gio dijo...

Muerte y destrucción.
s

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