Tras la Desert Cup en 2001, me encontré falto de dinero y con nula motivación para hacer carreras "normales". A mi salvación vino un nuevo circuito de carreras que se creó el año anterior, algo novedoso en España. Tan novedoso y adelantado a su tiempo que duró otro año más, tres en total... ahora estoy seguro de que tendría bastante éxito, pero hablo de los años 2000-2001-2002, cuando esto de las ultramaratones era una rareza y la gente casi ni había salido del asfalto, y aún quedaba la fase montañera intermedia.
El circuito tenía cuatro buenos eventos:
1. 'Marathon Blanco': Tramascastilla de Tena (Huesca), 30km sobre nieve.
2. 'Marathon de Monegros': Sariñena (Huesca), 126km.
3. 'Marathon de los Pantanos': Vitoria (Álava), 53km.
4. 'Marathon Mar y Montaña': Benicássim (Castellón), 53km.
Y se desarrollaba en unos cinco meses, con lo que había que estar fuerte para aguantarlas todas. El premio era una carrera con muy buena pinta, la 'Desert Marathon', una prueba organizada en el Akakus, en el sur de Libia, de cinco maratones en cuatro días. Ni pensé en este premio al principio porque no me sentía capacitado para tanto, y, ni siquiera, me planteé en un principio hacer todas las pruebas.
La primera me vino bien a nivel personal, me fui unos días antes por la zona, dormí un par de días de vivac (a finales de enero en Huesca) y estuve por ahí viendo mundo, tranquilo y solo, algo que me apetecía. Y ese buen día de carreras me planté sin saber qué me esperaba. Jamás había corrido en nieve, bueno, algunas zancadas todos hemos dado, pero no una carrera entera (o casi) sobre una pista de esquí de fondo levemente compactada. Se tuvo que acortar ligeramente el recorrido por las condiciones meteorológicas y se quedó en unos 30km. La cosa la verdad es que salió muy bien, fui segundo y me dio motivación y ganas para plantearme seguir el circuito, y me relajó, me puso un nuevo objetivo. No iba a por puesto, pero siempre satisface hacerlo bien.
Pero me motivé tanto que acabé por lesionarme y no pude asistir a la siguiente prueba, la de Benicássim, con lo que se me complicaba todo si quería optar para la general. En un auténtico golpe de buena suerte, la prueba tuvo que ser pospuesta el viernes anterior por condiciones climatológicas adversas y recomendación de Protección Civil, con lo que podía recuperarme para la siguiente, que en principio era la de Monegros, unos soberanos 120km.
En un auténtico golpe de mala suerte, me hice el esguince de tobillo más fuerte que he tenido en mi vida (y he tenido muchos), incluyendo visita a hospital y muletas. Fue por un puto agujero en el asfalto, al bajar de una acera, que no vi. Era el martes antes de la carrera. Cuando me intentaron enyesar les dije que no, que no podía ser porque tenía que competir el fin de semana... Cuando planté el pie en el suelo al día siguiente vi las estrellas, y por primera vez en mi vida, justifiqué a aquellos que alguna vez han usado una muleta por un esguince. Por la tarde ya podía apoyar el pie. Al día siguiente me molestaba, pero poco más, y pude correr 30'. El viernes el fisio me hizo un vendaje funcional en el tobillo, rodé 20' y nos fuimos a Monegros.
Pues sí, allá que nos fuimos. Era la segunda prueba más larga que iba a hacer en mi vida... y encima estaba mal medida, porque eran 126km, al menos. Monegros es conocido en el mundo deportivo por una marcha-competición de esa misma distancia que congrega a más de 1000 'bikers' cada año. Nosotros salíamos muchas horas antes para 'coger ventaja' y que no nos tuvieran que esperar demasiado, aunque el plazo de 24h para ver meta era fijo. Con muchísimo respeto empezamos, yo a ritmo muy tranquilo, en un pequeño grupo a ritmo decente y sin grandes prisas, aunque un serio competidor ya se fue desde el principio dispuesto a ir a por todas. Mi primer problema vino al cruzar un río, decidí quitarme las zapatillas y luego ponerme unos calcetines limpios y secos, total, perdería un minuto, pero llevaría casi toda la carrera (al acabar se volvía a cruzar el dichoso río) los pies secos, una gran diferencia a jugártela a la 'ruleta rusa' de los pies empapados. Llegué, me quité mis zapatillas, me las colgué del cuello, crucé... y se desató el nudo y se me cayeron las zapatillas y casi casi las pierdo corriente abajo. Con lo que al final perdí el tiempo de quitarme y ponerme las zapatillas, de cambiarme los calcetines, y encima tenía las zapatillas empapadas. Debí perder en la operación más de cuatro minutos, porque llevaba los Injinji, que por esas épocas ya pensaba que eran los mejores del mercado pero que hay que reconocer que tardas más en ponértelos. Vamos, que me salió bien la jugada...
Tuve que ponerme a correr en serio para recuperar esos minutos, pero a la vez conservando porque me quedaba muchísimo por delante. Fue sin duda una de las mejores carreras de mi vida, y recuerdo llegar a la primera maratón realmente bien, algo que nunca he conseguido entender, cómo se pueden correr 42km sin acabar molido. Y, de hecho, en el 50 estaba todavía realmente entero. A esas alturas ya me coloqué sólidamente segundo, y me lancé a intentar alcanzar al líder. Me quedé solo y luchando contra un fortísimo viento propio de la zona, y finalmente le alcancé hacia el km86... pero él me debía estar esperando o casi, porque al salir del siguiente avituallamiento me destrozó en menos de dos kilómetros y empezó mi calvario, que me hundió en mis profundos abismos. Hacía ya un rato que me pasaban las bicis, al principio los 'pros' a tope, y poco a poco gente de ambiciones más modestas. Mucha gente saludaba y animaba, algo que realmente se agradece cuando vas sufriendo mucho y recuerdo perfectamente cómo uno se dio la vuelta y me dijo 'sois la hostia', un auténtico halago en esos momentos y que me impresionó. No es que me diese fuerzas que ya no tenía, pero me encantó, y si lo recuerdo muchos años después conociendo mi pobre memoria, es que me impactó sobremanera.
Arrastrado y casi dando tumbos crucé de nuevo el río, ya de noche, y encaré los últimos kilómetros en un estado bastante lamentable. Finalmente pude ser segundo, en un esfuerzo enrome, pero que me ponía en primer lugar de la general provisional y me animaba muchísimo, porque las otras dos carreras creo que me venían muy bien. Ningún problema con el tobillo, por cierto, y sólo tres días antes lo veía imposible. 14h 15', el sábado, esguince fortísimo el martes por la noche. Que alguien me lo explique.
Poco después de Monegros ya estaba entrenando bien, y tan bien que la segunda semana ya sobrepasé los 120km en esa semana... lo que poco después me supuso una lesión. Me la jugué para ir a Vitoria, la tercer prueba del circuito, porque sabía que iba lesionado. Apliqué un pequeño truco, y es que al hacer ligero fresco, utilicé unas mallas largas para que no se me viese el vendaje funcional que llevaba en la rodilla, y, ni que decir tiene, no le dije nada a nadie. Había venido más gente, alguna buena, como Javier Medrano, un gran ultramaratoniano de la 'antigua escuela', de aquellos que dieron muchísima guerra en la Marathon des Sables con el equipo Corricolari-Adidas. La prueba discurría por una zona de un pantano, realmente bonita, boscosa y amena, incluso 'flotábamos' por encima del agua sobre una pasarela de madera de 200 o 300m de longitud, algo curioso porque las tablas de madera flectaban sobremanera con las zancadas e ibas pensando a ver qué pasaría si alguna cascaba. Me noté fuerte y cuando iba en cuarta posición con posibilidad de quedar segundo, alcanzando a Medrano, y con mi rival para la general en séptima... nos perdimos. Nos juntamos del segundo al quinto y no sabíamos por donde se iba, no supe reaccionar bien y tiré por la carretera para llegar a meta. confiaba en que se anulase, se diese por válida la clasificación hasta ese punto o que hubiese alguna otra decisión que me beneficiaria. Pero ni el primero ni otros por detrás se perdieron, con lo que fui-fuimos descalificados, algo lógico, pero que es una gran putada tras tanto esfuerzo (45km) y con la siguiente prueba una semana después. El problema vino de un cruce que no habíamos visto, y como tenemos la fea costumbre de seguir al de delante, pues nos perdimos varios. Incluso el organizador, Juan Carlos Nájera, nos llevó a ver dónde nos habíamos equivocado. Total, que de poder quedar segundo a 'DNF' dista mucho; y mi principal rival de séptimo a tercero, también. Me ponía segundo en la general y ya no sólo dependía de mí. Fatal. Y encima lesionado.
Sólo una semana después nos volvíamos a ver las caras en Benicássim, Castellón, para otros 53km. Ya no oculté mi vendaje, no había nada que ocultar ya. Sólo una semana era muy poco y más si estás medio lesionado. Además no me valía con ganar, tenía que meter a alguien entre mi rival y yo. Pero había que intentarlo, ¿no? Pues claro. En la dura subida inicial se hizo un grupo rápidamente, con los mejores corredores del circuito y con algunos que se nos añadían. Me tenía que andar con mucho ojo de que no se me pegase mi rival durante la carrera y no pudiese descolgarlo. Pero me sentí bien, me apliqué en algunos sectores y mi tocayo Sergio Pérez Matey y yo nos escapamos un buen rato. En una dura subida pude correr y él no, me escapé y enfilé a meta, para lo que me quedaban aún bastante kilómetros. Tras tenerlo todo hecho, y a muy pocos kilómetros de meta, me desmotivé a lo bestia, como muy pocas veces en la vida, me hundió esta larga temporada, algunos temas personales, y los clásicos kilómetros finales que tan largos se suelen hacer. Me arrastré, lo sufrí, y con muchas ganas de que todo acabase, llegué a meta, en primera posición, ganando además la clasificación general.
Fue una gran experiencia, en lo deportivo y en lo personal. Como bien dijo Juan Carlos Nájera, organizador y experto biker que ha hecho cosas bastantes duras e interesantes, había un buen nivel deportivo y un excelente nivel humano.
Increíblemente, no me avisaron de que habían adelantado la entrega de premios y me la perdí...
Mucho tiempo después, a una semana de cumplir mi "sueño" de correr una carrera internacional sin pagar, y de habérmela ganado con mi sudor y esfuerzo, la prueba con la que llevaba soñando unos meses se suspendió, dejándome hundido como pocas veces, con la bolsa a medio hacer, con un excelente momento de forma, y con un ánimo de querer hacerlo muy bien.
No sé si por no haber corrido esa prueba me ha lastrado en algo (autoconfianza, confianza en organizadores -especialmente italianos-, perder una buena oportunidad de proyectarme...), pero sí que me dejó clavada una espina con Libia. Aunque "las espinas existen para ser sacadas algún día"...
Un año después el mismo organizador trasladó la prueba a Argelia (Djanet). También se suspendió y me volvió a dejar en tierra.
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Circuito Chipsport de Aventura
sábado, 15 de junio de 2002
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