Iznik Ultra: mi vuelta al lago (1)

martes, 5 de mayo de 2015

Por la mañana tomamos contacto con la carrera, una espectacular zona de meta y expo que ninguno nos esperábamos, muy buena pinta, orden para pasar control de material, stands de marcas, arco de meta guapo, Unimog de Red Bull con DJ y mesa de mezclas, escenario para entrega de premios, etc., vaya como se las gastan por aquí... To en la mejor zona del paseo junto al lago.


Si "sólo" vas a pasar una noche penando, me parece que quitártela al principio es la mejor opción, es algo que hacen otras organizaciones y así lo ha entendido la Iznik Ultra también. No es casual que lo hagan, porque estuvieron en la Transgrancanaria hace unos años y creo que de allí lo aprendieron, al igual que la salida y meta (más o menos) escalonada coincidente para las diferentes distancias disponibles para el personal. La Iznik Ultra tiene la versión hardcore 130 km, somos ultra pero tampoco vamos a pasarnos 80 km, pelín más de maratón porque hay más cosas en la vida que sufrir 46 km, y el domingo, un 10K popular, que me parece una gran idea, porque usas la misma estructura de las otras prueba, haces partícipe a la localidad y aledaños, sacas de sus casas a niños y mayores, y te ganas a las autoridades locales.

Pero vayamos al previo, la comida. Casi vomito, por exceso. +1 para mí. Moriremos por paquetes pero al menos cuando nos abra en canal el forense ratificará que no somos unos miserables. Comí tanto que apenas cené, no digo más. Dos veces intenté dormirme, siesta y poscena, y no fui capaz de sobarme, cosa que no me gustó un pelo porque ya vas con el hándicap del sueño, pero a veces ocurren estas cosas, pasas del estrés diario, de tu cama, de tus porculeras hijas agotándote... y de repente dos noches sin "agua", "pis" y ya voy sobrado. Pero ya digo que no me gustaba empezar con muchas horas despierto. Otro factor, la previsión de la meteo, era buena, 9º de mínima, en torno a 20º de máxima, alguna nube pero sin riesgo de lluvia. Conste que la latitud es mediterránea, digamos, a la altura de Peñíscola, Castellón, un poco a ojo, pero algo al interior, primavera suave, pero no es improbable la lluvia, y en cimas, y las hay no muy lejos, se veían montañas nevadas. Pero para la carrera parecía que tendríamos buena previsión, cosa que los corredores debemos agradecer a la organización, que inviertan un poco en esto es algo que les honra.

Estábamos con que no había pegado ojo, una duchita rápida, nos vestimos de lagarterana, y a la salida. Estaba a 500 m del hotel, pero fuimos en coche por la vuelta, que esos metros serían de los que dejas reguero de sangre, y no apetece. Llamadme vago, me resbala. Allí estaba todo el mundo con ganas de salir, nosotros nos sentamos, a esperar al último minuto, si no literal, casi. No lo he dicho, pero no fui solo, iba con David, el mismo tipo con el que compartí los tres días de la Quixote. En esa no lo teníamos planeado y fuimos juntos, pero aún menos era previsible en esta, 130 km dan para mucho, cada uno tendríamos la petada donde tocara (y más de una casi seguro), así que ya iríamos viendo, pero aunque el nivel deportivo es relativamente similar, una prueba tan larga da para mucho y yo no apostaba una lira turca a que íbamos a acabar juntos.


Dron en al aire, cuenta atrás en turco (al menos dos que no se enteraban demasiado), salida por el pueblo, y a templar el ritmo. El año pasado el sentido era horario, este lo cambiaron, creo que con acierto. O te metes 70 km casi llanos al principio o al final, y no tengo la menor duda de qué prefiero. Quitarte tantos kilómetros en relativamente poco tiempo, por la noche, sin demasiado por ver es lo mejor, y esto era lo que tocaba. Al ir hacia Iznik en coche ya intuimos cómo sería este tramo, por caminos agrícolas, entre kilómetros y kilómetros de olivos, rápido (mejor dicho, con posibilidad de ir rápido) y sin demasiada complicación.


Dada la salida, y tras un par de kilómetros de asfalto por el pueblo y cruzar la muralla por la bonita puerta de Estambul, tocamos pista compacta, pelotón estirado -saldríamos uno 80-90-, y cada uno a su rollo, pequeños grupos, nosotros, seres asociales, con ninguno. Cada poco cambiabas de pista, unas veces eran buenas, otras un double track (doble huella, en este caso de tractor) muy machacado -pocas cosas hay peor que un camino recientemente embarrado por las que sólo han pasado tractores-, pero corrible; en algunos tramos el suelo estaba un tanto roto, se notaba que hacía poco había habido bastante barro por aquí y los tractores lo habían dejado faal, pero avanzábamos, en silencio, dejando pasar los kilómetros, sin pensar demasiado, alumbrando con nuestros frontales. Por cierto, caí en que las pilas que llevaba no estaban nuevas, como pensaba, sino que eran las de la Madrid-Lisboa, fallo importante, por lo que fui casi toda la noche con poco potencia, incluso sabiendo que llevaba otro juego de pilas nuevo de repuesto.

Como anécdota, un tipo, el dorsal 21, se nos pegó al culo, pasaban los kilómetros y ahí seguía, parábamos a mear, y él también, su frontal nos hacía sombra, lo cual es un poco molesto, alcanzábamos a un grupo y él hacía lo que nosotros, cambiaron una cinta y nos perdimos 10" y él por supuesto se vino detrás. Nunca nos relevaba, no decía nada. En una ocasión cogimos a un cuarteto, que pronto se rompió porque uno se cayó, el 21 se fue con la pareja delantera, nosotros nos quedamos en medio, pues nos esperó y se pegó detrás. Un par de veces, ¡accidentalmente!, se puso delante, fingió en ambas alguna chorrada para ponerse detrás de nuevo. Alguna vez corté el ritmo para si tomaba un poco la iniciativa y me daba un relevo, y ni con esas. Y digo "me" y no "nos" porque yo iba siempre un paso por delante, cosa que me extrañaba mucho, David es un asfaltero reconvertido a trailer, pero con mentalidad muy competitiva (puto asfaltero en sus palabras), notaba que apenas me relevaba, que iba bastante callado y que no tomaba la iniciativa, un par de veces le pregunté que qué tal iba porque me extrañaba la actitud. En un pueblo nos pasamos un cruce, al coger el camino bueno estaba muy embarrado, terreno inestable, metiendo el pie hasta el tobillo en alguna ocasión, o rozando alguna ortiga por salirme; lo que era incomodidad y palmar tiempo para mí, en el caso de David supuso que este terreno inestable le sacase una molestia que llevaba arrastrando las últimas tres semanas. Corrió en Tarragona la UT Costa Daurada, le sobraron algunos kilómetros y acabó con un nervio del pie tocado, y entre esta e Iznik no lo acabó de recuperar. En este importante barrizal del kilómetro 30 empezó a molestarle. Quedaban cien kilómetros por delante.

Por cierto, digo que nos pasamos un cruce porque fue nuestra culpa, el marcaje era excelente, de los mejores que he visto, y eso que hubo varios sabotajes, pero en este caso era porque me molestaba el frontal en la cabeza y al haber luz artificial me lo quitaba para descansar la zona donde me rozaba, como hacía también en los avituallamientos.


Como siempre me propongo, y raramente consigo, intento comer bien y periódicamente, tanto lo mío como lo que pillo en los avituallamientos, razonablemente bien surtidos y variados. Sí bebí poco, no llegaría a un litro en los primeros 60 kilómetros posiblemente. Yo iba bien, el ritmo era correcto, es difícil saber cuál es el bueno cuando no tienes referencias realmente, me parece casi imposible tenerlas en una distancia tan larga, pero empezaba a ver a David no muy suelto, las respuestas eran un tanto monosilábicas y cuando le descolgué ligeramente en un corto pero potente cortafuegos andando, ya me preocupé. Yo no descuelgo andando ni a un cojo, aunque me recuperó la pequeña distancia, ya me había dado cuenta de que tenía la cabeza en otro sitio, no iba bien aunque no se comunicaba aún mucho. Y como suele ocurrir en estos casos, si algo puede ir a peor, lo hará. Cada vez más lento, pidiendo ir andando en cortos tramos... y yo me iba desesperando. La situación se tornaba cada vez más compleja, con dos maratones y pico por delante no es que necesariamente tengas que ir como una rosa, pero al menos tienes que ir en carrera, con la cabeza puesta en ella, no en tu pie. David iba completamente descentrado, sufriendo cada vez más, agobiándose por lo que le quedaba por delante y jurando en arameo por dentro. No teníamos más objetivo que tratar de llegar de día, y tampoco es que fuera un objetivo estricto, simplemente intentarlo, por no pillar segunda noche. Sentía que se me iba de las manos, le intentaba presionar con tacto, porque por ir más despacio no tienen porqué solucionarse los problemas, pero por dentro me iba desesperando más y más, nos pasaba gente, cosa que me importaba poco, pero el tiempo perdido se me hacía un mundo. Le intentaba animar pero estaba en barrena. Le veía muy vulnerable, y a una persona así la llevas adonde quieras, y por eso mismo, como todavía pensaba con claridad, intentaba no decirle lo que pensaba, ni animar demasiado, ni decirle que el futuro lo veía muy negro. Suena muy egoísta, pero yo también estaba sufriendo a mi manera, no soy de deportes de equipo, está visto. No puedo saber cuánto le dolía, pero que su cabeza estaba fuera de carrera era evidente, era penoso verle así, no era nada agradable, intentaba relajarme mirando el paisaje, iba amaneciendo lentamente mientras sentía que a mí se me estaba escapando la carreras entre los dedos. Él seguía en su mierda, dándole vueltas a qué hacer, y yo sólo le intentaba decir que un abandono no es un fracaso, porque veía que ese podía ser el final de la historia, tenemos eso demasiado interiorizado y hay que quitárselo, sería su primera vez. Fue su primera vez. Hacia el 50, tras mucho sufrir y nada disfrutar, decidió dejarlo, llegamos a un control de paso dos kilómetros después, dijo que lo dejaba, se lo preguntaron varias veces para confirmar, y se quedó. Le prometí que si llegaba con el dorsal 21, le esprintaría y dejaría en el sitio, je je, nos había mosqueado, no he visto nunca un correr tan poco elegante. Me dio rabia, pero a la vez creía y creo que era lo mejor. No puedes penar de esa manera 80 kilómetros más, incluso diría que iba a estar cerca del cierre de control, que está bastante ajustado, sólo 25 horas, pero es que iba a ser sufrir y sólo sufrir, nada más. Tengo experiencia en tener problemas desde alguna salida, y acabar 200 km después, en meta pero muy desgastado y sé que no merece la pena, no eres mejor corredor ni persona por hacerlo; igual que critico los que "no tienen el día" y se van para casa, sufrir desde el principio roza lo inaceptable, aunque yo lo haga y me niegue la opción de la retirada, realmente creo que no nos deberíamos de hacer esto a nosotros mismos. Para mí, comenzaba aquí la segunda parte de la carrera, y no al empezar el desnivel, como pensaba a priori.
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