Aranda-Riaza (II)

Para preparar la Libyan Challenge, y con mucho miedo en el cuerpo por la distancia, me vi en la necesidad de aumentar el kilometraje non-stop. Cada vez me veo menos capacitado para hacer semanas por encima de los 150km, de 200km ni hablamos. Pero sí que sabía que podía forzar un poco más en un único día, siempre con precauciones. Y es que 28 entrenamientos de 30km te dan menos que uno de 60km, seguro, te da más templanza, más perspectiva... sobre todo si quieres plantearte 200...

Unos meses antes había hecho una ruta en bici entre Aranda de Duero y Riaza, en ese caso preparando una prueba de 24h en Vitoria, que consistió en salir de Aranda, llegar a Riaza y vuelta por otra ruta distinta (Aranda-Riaza-Aranda), pero evidentemente no podía repetirla completa (...155km), pero sí uno de los dos ramales. Dado que prefiero acabar en casa, y que el tramo oriental me gustó más, decidí hacer ese. Al medirlo un par de días antes me decepcionó ver que era más corto de lo que esperaba, pero ya estaba bien, con lo que mucho mucho no me quejé. Mis entrenamientos más largos hasta la fecha habían sido la Vía Verde de la Jara, el Ramal Sur del Canal de Castilla y la Real Acequia del Jarama (4/5, más o menos). Todos estos entrenamientos habían rondado curiosamente los 53km, kilometrillo arriba abajo, pero esta vez espero sobrepasar esa distancia con holgura.

Esta vez me interesaba salir tarde porque quería pillar unas horas de noche; era un test importante de carrera, con mochila, GPS, noche-frontal, etc., una prueba en toda regla. Y para complicarlo un poco, escogí un día fresquito y que amenazaba con ponerse peor.

Dejé el coche cerca de la Guardia Civil de Riaza para que me le echaran un ojo, salí con fuerte viento y empezando a nevar un poco y empecé a asfixiarme de mis huevos al pensar en meterme 70km con mal tiempo. Afortunadamente, poco después entré en un bosque que me paraba el viento, lo de la nieve no fue a más, y después, tras cruzar el único punto conflictivo en cuanto a orientación (en una urbanización), enfilé la ancha meseta castellana a ritmo lento pero seguro. Despacito fue haciendo kilómetros, iban cayendo 'sin querer', tranquilito y reservón.

Al ser un test, no una competición, no quería "morir", algo francamente difícil en 70km. Además probé comida, barritas, mochila (único entrenamiento a la postre con mochila, algo que me pasaría luego factura en carrera); incluso en una fuente en el Pantano de Linares me preparé un espagueties: dado que no calenté agua, simplemente la eché fría, me la puse cerca del cuerpo y un buen rato después me los comí, no muy apetecibles pero sí comestibles.

Llegó la noche poco después de Santa Cruz, donde me cruzo con el Camino del Cid, saqué pausadamente mi frontal, y afronté un buen rato de noche, con un buen fresco, viento y tranquila soledad. Fueron buenos momentos, centrado, sabiendo que estaba haciendo algo importante en mi vida deportiva, y centrado en mí. Pasé por un pueblo (Fuentespina) y rocé antes otro (Fresnillo de Dueñas), y a 25' de llegar me planteé en unos instantes si alargarlo: deportiva y físicamente no tenía sentido, pero psicológica y anímicamente sí, estar tan cerca y alejarte un poco, torturarte algo, expect the unexpected, útil para cualquier carrera. Y lo hice.

Incluso fui tan sumamente estricto que llegué a la plaza de Aranda de Duero (al igual que salí de la plaza de Riaza), habiendo pasado antes por "meta".

Días después calculé la distancia: 77km, 9h07'26" (tiempo total), 129ppm de media (52% por debajo de 130ppm).
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