Eurafrica Trail 2019 (3): Cádiz 50

domingo, 24 de noviembre de 2019

En efecto, llovió la noche entera, amaneció lloviendo y llegamos a la salida bajo una persistente lluvia. De las patas qué contar, dos pedruscos como dos soles. Al mediodía debía para de llover, pero al menos tres horas nos iba a caer pero bien.

Me refugio hasta el último minuto, departo con una croqueta ;), dejo mochila y me pongo en la salida. El director de la carrera nos anuncia el recorte de la etapa, se quedará en 43 km, la zona más delicada no está para tonterías hoy. Pistoletazo de salida y le debieron hacer un agujero a la nube, porque no habíamos dado diez pasos y ya estaba lloviendo. Pinta bien. Unos kilómetros de pista, estirándose el grupo, van arreciando los duchas, en una de ellas decido ponerme la chaqueta, me la había dejado en el bolsillo trasero de la mochila con una manga fuera para ponérmela en marcha, pero tras pelearme con chaqueta, mochila, viento y ya ir empapado al final me tengo que parar a ponérmela bien, momento en que deja de llover, claro. Más adelante me la quité y poco después me la volví a poner hasta meta.


Otra vez iba con Maite. Primera subida en bosque, voy a mi ritmo, sin prisas y conservando energías. En un pseudollaneo a media ladera meto el pie donde no debo sin mirar y me tuerzo el tobillo derecho de cierta importancia, paro, me cago en todo el orbe celeste, cojeo ostensiblemente y me pongo en marcha con bastante más pena que gloria. Aunque habré perdido un minuto o poco más condicionará algo las bajadas durante un tiempo, hiere el orgullo y toca la moral.

No es que lo haya visto todo, faltaría más, pero quieras que no ya uno tiene las espaldas formadas por lo que ha ido viendo aquí y allá, pero no estaba preparado para lo que venía. Un tío con un altavoz en la mochila. ¿Te vas al monte a correr con un altavoz? ¿En serio? Lo que al principio parecía una chicharra, yendo junto al colega se confirmaba que era una chicharra, porque lo malo que era el altavoz no tiene nombre. No es que fuera de Aliexpress, es que era de los más de esa web, rebajado en Black Friday y defectuoso. Horroroso. Pero aún hay más. Tras algún tema que me pudo alegrar el momento (Muse) vino Placebo. Si no sabes quién es Placebo, quédate con la duda. Tiene algún tema con cierta vidilla, pero la mayoría es una especie de technorock chunguero que no puede ser más deprimente. Pero deprimente que te dan ganas de ahorcarte con la mochila. ¿Me vengo hasta aquí, a tomar por culo de casa, me está cayendo la del pulpo, me he jodido un tobillo, voy penando por una subida para escuchar al puto Placebo con un altavoz que no puede ser más malo? Eso sí, el puto altavoz sería 300 % impermeable, porque ahí iba el cabrón chirriando bajo la lluvia tan rebien. Me cago en mi vida. Menos mal que uno se curtió en el Amazonas, los lagos siberianos y los desiertos que si no pongo fin a mi existencia.

Tras esta estupidez, y dejando a la chicharra enmudecer en la distancia, nos acercamos al punto de avituallamiento donde se separaba la carrera corta de la larga. ¡Y se fueron todos! ¡Cabrones, cobardes! Hala, todos a hacer 30, me dio bajón y todo, ahí achuchándonos en los senderos, disputando cada piedra y a meta que se van todos los que veía. Jo-der. Por unos senderos preciosos pero muy húmedos, me interné en el bosque del lobo feroz más solo que la una.


Aunque recordaba zonas, piedras y algunas cuestas, dado que el día estaba completamente diferente al año pasado me resultaba casi por entero nuevo. Lo que está bien para seguir descubriendo detalles. En buena parte del recorrido vas en bosque, tapizado de hojas en esta época del año, el terreno es corrible en buena parte del mismo (si hay fuerzas), pero no rápido, es retorcido y cambiante, sin grandes desniveles ni pendientes pero duro. Al rato empezó a caer la mundial. Y cuando digo la mundial, digo la mundial.


Pero mucho.


Hay temas con los que no se bromea: el chorizo es el mejor alimento del mundo. Por ejemplo. O con la lluvia. La lluvia es mal. Así. Que te llueva mucho es motivo justificado para acabar con las vidas de aquella gentuza, porque no tiene otro nombre, que dice que le gusta correr con lluvia. Sabrás tú lo que es lluvia, malparido.

Un drama, joder. Y no fue una ni dos, hubo unas cuantas de estas, los senderos bajaban como arroyos, te pasabas minutos y minutos corriendo por ellos sin verte los pies, agua por los tobillos porque los caminos hacían de riachuelos improvisados. Tentado estuve de sacar la cámara y filmar algunos segundo épicos, pero me los quedo en la memoria, que no estaba para hacer chorradas. Si te creías que esto estaba tan verde por el sol, sí, tenías razón, por el sol y por la puta lluvia. Qué forma de llover. Sin que sirva para minusvalorar las condiciones, si te llueve, que lo haga aquí, el terreno no coge nada de barro, las piedras no resbalan demasiado y no hacía frío, porque aunque hacía bastante viento, la mayor parte del tiempo íbamos en bosque, protegidos. Sólo un par de veces empecé a tener algo de frío pero gracias al movimiento no pasó de ahí, lo que no entiendo es que mucha gente fuese de manga corta o incluso alguna chica en tiranes, si te parabas tenías un problema en pocos minutos.

Pasé mucho rato solo, tampoco la visibilidad daba para mucho, y en uno de los momentos veo a un tipo que viene en contra, ay la hostia. Y era Dani (Hernando), compañero de faenas, me dice que no es por ahí, ay la rehostia. Afortunadamente me he pasado por poco, me adelantan tres pero el daño ha sido pequeño, vuelta al sendero bueno comprobando que estaba señalizado perfectamente pero al menos dos estábamos mirándonos a los pies porque había triple cinta. Dani venía con una persona de Cardiosport, médicos con buenas mochilas donde portan material de emergencia, incluido desfibrilador, se metió el tío una bajada conmigo y con el mochilón a cuestas, chapeau. En un día tan feo qué difícil me parece hacer estas tareas, avituallamientos, cruces, cosas así, porque nosotros se supone que estamos fuertes y vamos motivados, pero mucha gente se chupó un día de mierda y aguantó la misma lluvia que nosotros, más frío y llegaría a casa destemplada 'pa qué', para una panda de 'mataos'. Gracias. Es cierto que se podrían hacer carreras sin marcar, sin avituallamientos y sin nada, pero la asistencia que prestan merece qué menos que un gracias, o unas cuantas docenas repartidos entre toda la gente que está ahí dándonos apoyo. Si no los distes, macho, háztelo mirar, porque cualquier día es bueno, pero este en especial era más que merecido.

De vuelta al avituallamiento donde me dejaron solito, un poco de pista, el último tramo de sendero, subida, bajada larga, otra torcedura de tobillo (esta vez izquierdo, más moderado), y pista a meta. La lluvia iba a parar al mediodía. Ya. Sólo en la pista final, 5-6 km, me cayeron unas cuatro trombas importantes, atizándome y con ganas de ir acabando, viendo buenos ritmos (4'30"-4'40" con frecuencia, algún 4'05"-4'10" esporádico) y motivado porque ahora sí estaba hecho. El choque de manos con Ángel (@contadordekm) era la meta diaria, más humana que un frío arco o una manta roja. Cerca de seis horas de esfuerzo bajo la lluvia. Otra maratón a la buchaca, la sexta del año, la única con dorsal. ¡Pizza!. Desde que crucé la línea de meta no me cayó una gota más.

+: Eurafrica Trail
Fotos: John Ortiz, Ocaña Outdoor Adventure

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