Mi Himalaya

lunes, 10 de noviembre de 2003

Escribí un artículo para una revista de atletismo que finalmente no se publicó porque me exigían entregar el artículo con fotos y yo no disponía de ellas (...estaba corriendo, digo yo); y al tener que pagarlas yo, dije que sí, que ya se lo mandaba un día de estos... no se puede ser puta y encima poner la cama...

Decía así.


Mi Himalaya

La Himalayan Stage Race, más conocida como Himalayan-100, recibió en su decimotercera edición, por vez primera, a participantes españoles. Y no les trajo mala suerte del todo el 13...

Arrastrando la mirada un palmo por delante de mis pies, aturdido por un moderado dolor de cabeza fruto de la altitud y con un hambre atroz que debilitaba mis pasos, encaré como pude la última subida. Toda la etapa estuve con un norirlandés, Noel Hanna, que no dejó que me relajara ni un segundo; y sé que mi compañía también le presionaba. Nos quedaban cuatro kilómetros. Cuatro. Físicamente estaba en las últimas, Noel no tendría relevo; yo ya era una rémora con mi motivación centrada en no descolgarme de él. Cuatro. Mis pensamientos hacía mucho que no estaban en la fase «¿qué-se-me-ha-perdido-a-mí-aquí?» o «con-lo-bien-que-estaría-yo-en-mi-casita», y giraban obsesivamente en torno a «meta-4km-sufrir-aguantacabrón». Y, sin embargo, Noel me dice «¿quieres que lleguemos juntos?», a lo que respondí «bueno... ya veremos», porque no me veía yo en condiciones de seguir a ese ritmo. «Creo que después de la siguiente curva está meta, según recuerdo...» (él había corrido en 1997): en ese momento supe lo que sienten los agraciados de la lotería; y un minuto después ya estaba en meta, satisfecho (había ganado ‘ex aequo’) pero ligeramente preocupado.

...Es que llevaba 38 de 160km. Una etapa de cinco. Acababa de llegar a 3636m de altitud con dolor de cabeza y arrastrándome; y me quedaban dos días más en altura. Nunca había estado tan alto, y menos tanto tiempo. No tenía ni idea de cómo iba a responder mi cuerpo o cómo iba a recuperar de un día para otro; y la primera experiencia no era del todo buena. Pero si supiera las respuestas a todas las preguntas que me hacía mientras me ponía ropa seca no estaría aquí, sería absurdo. O por lo menos no lo viviría tan intensamente. Y es a lo que he venido a las faldas del Himalaya.

Después de tanto entrenar, tanto dinero gastado y tantos pensamientos dedicados, un día mi compañero, Fernando Guardiola, y yo nos despedíamos de familia y amigos en un aeropuerto, y por fin nos embarcábamos en un sueño que nos había inundado los últimos seis meses. Mientras entrenas, con lo que lees, con lo que escuchas, te vas haciendo una idea de cómo será el lugar, el recorrido y las gentes. Afortunadamente todo fue una sorpresa, de principio a fin, nada se parece a lo imaginado; y fue mucho mejor. Gente de quince países se junta un buen día en el aeropuerto de Delhi para hacer algo que les une, aunque ellos aún no lo sepan. Y tras cinco días de carreras, penalidades y alegrías, acaban formando una pequeña familia muy bien avenida.

No sé exactamente el porqué, pero el sufrimiento crea unos lazos que van más allá de banalidades como el idioma o el objetivo deportivo. Tras el primer “calentamiento” (más bien, “calentón”) consistente en subir, subir, «¿esa era toda la bajada?» y subida final mortal, empezamos a conocernos y aflora lo mejor de toda experiencia humana: la relación entre las personas.

Himalaya 2.0

En una prueba por etapas sólo hay una cosa más importante que correr: recuperar. El ritual post-carrera de lavarte, ponerte ropa seca, estirar, beber y comer, sería lo que me permitiría luchar por el primer puesto, algo que sólo en sueños había contemplado. Mientras, Fernando, empezaba con su particular pesadilla, con problemas físicos que arrastraba desde casa, y que aquí se le reprodujeron; pero con el billete de avión en la mano y la inscripción pagada, a ver quién se queda en tierra.

Una de las mejores partes de correr en montaña es que muscularmente no se sufre demasiado. Por eso al amanecer del segundo día me sentí con fuerzas para el segundo asalto. La limpidez del cielo nos permitió disfrutar de las maravillosas vistas del Himalaya en una preciosa mañana otoñal. El Kangchenjunga (con 8586m, el tercer pico más alto del mundo) servía de marco perfecto para esta segunda etapa, que al igual que la primera, discurría por la frontera India-Nepal (...un despiste en un cruce y conflicto diplomático asegurado), por una pista empedrada que el líder espiritual Aga Kahn mandó construir para poder contemplar el Everest, y que resultaba algo incómoda para los pies y resbaladiza en las bajadas (una participante se rompió un par de dedos en una caída). Por cierto, Aga Khan murió antes de que acabaran las obras y no pudo disfrutar nunca de «La Diosa Madre».

Pero lo que no intuía yo es que ese segundo día empezaría con sorpresa. No pudo escoger otro momento mi reloj para dejar de funcionar, con lo que los españolitos se presentaron tarde a la salida. Y, claro está, nadie esperó por nosotros. Al amigo Noel le regalé generosamente tres minutos, e insultándome gravemente ante semejante memez por mi parte, me impuse un fuerte ritmo para recuperar todo el tiempo estúpidamente perdido en sólo ocho kilómetros. Descubrí dos cosas: una, que se puede correr moderadamente rápido en altitud; y dos, que los esfuerzos se pagan por muy sobrado que te creas que vas (esto fue más bien un recordatorio). En una etapa de ida y vuelta fue agradable cruzarse con el resto de corredores; pero también a Ronald Logan (inglés) le dio fuerzas el saber que no le sacábamos mucho, se animó, y nos hizo pasar un final agónico. Pero, por segunda vez, Noel Hanna y el que esto firma, llegaron juntos a meta en primeras posiciones: las espadas seguían en alto.

Mount Everest Challenge Marathon. R+

Aunque la Himalayan-100 es una carrera por etapas, puede hacerse sólo la tercera –la «maratón del Everest»- para los que no puedan/quieran el “lote” completo. Este año sólo un participante hizo la maratón descansado; el resto veníamos algo tocados de 38 y 32km.

Era un cuatro de noviembre, y supuestamente la carrera se decidiría en la etapa más larga, que no más dura (la tercera lo era), pues el último tercio era en bajada y volvíamos a cotas bajas (bajas aquí son 2000-2500m). A pesar de mi historial de esguinces de tobillo (de hecho, ya me los vendé desde el primer día de carrera para protegérmelos), pensaba atacar en la bajada. Disfrutamos de unas fantásticas vistas durante 28km de subebajas en las que descolgué alguna vez a mi “sombra norirlandesa”, y me tiré “a machete” en cuanto empezó el descenso; multitud de líneas posibles por un cauce seco que desciende directo, sin demasiados rodeos, de las cumbres nevadas: un auténtico festival. Tras un buen rato jugándome mi integridad física, y dándome cuenta del alto ‘ratio’ riesgos/resultados, decidí calmarme; a partir de aquí nos relevábamos, cogíamos la trazada que nos apetecía y nos parábamos frecuentemente a hacernos fotos. Creo que es el descenso del que más he disfrutado en mi vida (pero si te haces un esguince al poco de empezar como le ocurrió a Fernando, se convierte en la peor baja imaginada). Tras “horas” de bajada llegamos a Siri Khola, pueblecito pintoresco, cruzamos un puente colgante, entramos en una selva (literal, impresionante el cambio) y en unos minutos estaríamos en meta... si hubiera estado bien medido... El final se hizo algo largo, pero hubo también hubo tiempo para saludar (‘Namasté’) y para admirar a los esforzados locales con enormes cargas a su espalda: Eso es duro. Por tercera vez y tras compartir 5h de zancadas, no tenía sentido esprintarnos, Noel Hanna y Sergio Fernández llegaban juntos en cabeza. Nos recibió Rimbik (1936m) con sol, calorcito, y unas patatas fritas con Coca Cola. Volvíamos a la civilización.

Recordando viejos tiempos

Desde hacía casi cinco años que no competía en asfalto; y aunque parezca un sacrilegio en estos lugares, la cuarta y quinta etapas se desarrollaban sobre esta superficie. Pero los paisajes seguían siendo igual de espectaculares y hasta cierto punto estábamos un poco saturados de piedras. Aunque he hecho distancias por encima de 100km, aún conservo algo de velocidad.

Lo tenía todo de cara: conseguí dormir a pierna suelta, hasta tarde (0700h, comparado con las 0500h de días anteriores), la maratón la acabé “nuevo” y sólo corríamos hoy 21km. No podía desaprovechar la oportunidad. Tenía el final en subida (7,5km al 8-10% aprox. de media) por lo que en el llano tenía que sacar diferencia por si acaso luego flojeaba. Para lo que la mayoría sería una etapa de descanso, yo me empleé para correr realmente fuerte; abrí un buen hueco y gané en 1h27’. Quince minutos de ventaja. En ningún momento sentí alegría.

Postmonzón

O se me torcían mucho las cosas o había ganado la general. Antes de salir a la quinta y última etapa supe que el cataclismo tendría que ser de proporciones bíblicas para que no me llevase la victoria: mi principal rival acompañaría a su novia (Lynne Stark, ganadora de la categoría femenina), con lo que no habría guerra conmigo.

27km por delante, el primer tercio en subida, y el resto de bajada a meta. Me acomodé en un grupo, disfruté del lugar y sólo cuando me quedé solo decidí correr a mi tope para intentar alcanzar al primero; cosa que no conseguí tras una “contrarreloj” de 11km; una pequeña espina se me quedó clavada, pero no pudo empañar haber acabado muy satisfecho. En un segundo, mi Himalayan-100 era pasado y recuerdos. Sólo quedaban breves coletazos en forma de entrega de premios, cena y despedida. En un segundo pasas a ser una persona normal que se tendrá que adaptar al ritmo de vida de todo el mundo.

Una vez todo ha acabado, durante un tiempo, te sientes vacío; cuando en realidad no sabes dónde meter tanto equipaje.

No habríamos podido dar ninguna de estas zancadas sin la ayuda de chichetecalentito.com, Asepeyo, Sporthill, Soria Natural e Injinji.

Namaste.
Sergio Fernández


Breves

+Para entrar en la India es necesario visado (consulta en www.visadoindia.com) y cuesta 50€.

+Ninguna vacuna es obligatoria; cada uno que se informe y sopese riesgos vs. beneficios; nosotros nos vacunamos de tétanos, fiebre tifoidea y hepatitis A; y tomamos la quimioprofliaxis para la malaria.

+Sólo por ver cómo se conduce en Delhi y en las carreteras de montaña, ya merece la pena visitar el país: muchos campeones del mundo de rallyes en potencia.

+País apasionante; pobre pero no mísero; muy agradable y seguro; inmenso, mucho por ver... la guía Lonely Planet (en inglés) tiene 1080págs. Es muy comprensible que tantos occidentales se enamoren de la India.

+El viaje incluye la visita a la capital de la región, Darjeeling, famosa por su té y por ser el hogar de Tenzing Norgay, quien junto a Edmund Hillary, escaló en 1953 el Everest. Visitamos el Museo Himalayo de la Montaña. Este año era, pues, el 50º aniversario.

+La 14ª Himalayan-100 se celebrará entre el 31/10 y el 04/11/2004; la 10ª Maratón del Everest, el 02/11/2004.

+Más info en http://www.himalayan.com/ o http://www.himalayanruntrek.com/.

+El clima es, previsiblemente, seco y fresco, no frío (para la altitud) tras el lluvioso monzón.

+Lectura recomendada «Más cerca de mi padre», Jamling Tenzing Norgay, National Geographic.


Clasificaciones

1ª etapa Maneybhanjang-Sandakphu, 38km (02/11/2003)

1º Noel Hanna (IRL) 4 h33’
Sergio Fernández (SPN) 4h33’
3º Ronald Logan (UK) 4h54’

2ª etapa Sandakphu-Sandakphu,
32km (03/11/2003)

1º Noel Hanna (IRL) 3h01’
Sergio Fernández (SPN)3h01’
3º Ronald Logan (UK) 3h02’

3ª etapa Sandakphu-Rimbik,
42km (04/11/2003+)
Mount Everest Challenge Marathon

1º Sergio Fernández (SPN) 4h54’
Noel Hanna (IRL) 4h54’
3º John Lewis (UK) 5h33’

4ª etapa Rimbik-Palmajua,
21km (05/11/2003)

1º Sergio Fernández (SPN) 1h27’
2º Noel Hanna (IRL) 1h42’
Ronald Logan (UK) 1h42’
Owen Barder (UK) 1h42’

5ª etapa Palmajua-Maneybhanjang,
27km (06/11/2003)

1º Ronald Logan (UK) 2h20’
2º Sergio Fernández (SPN) 2h22’
3º Lynne Stark (IRL) 2h40’
Noel Hanna (IRL) 2h40’
Axel Dill (ITL) 2h40’
John Lewis (UK) 2h40’

Clasificación general

1º Sergio Fernández (SPN) 16h17’
2º Noel Hanna (IRL) 16h50’
3º Ronald Logan (UK) 17h37’
4º Axel Dill (ITL) 18h05’
5º John Lewis (UK) 18h14’
6º Mark Eller (USA) 18h50’


Altitud, técnica, entrenamiento

Si hay algo que caracteriza a esta prueba es la altitud; con un techo de casi 4.000m y cerca de tres días (y sus correspondientes noches) a más de 3.500m es el obstáculo más serio, a priori.
La única referencia de que disponíamos era la de un amigo mexicano que fue segundo en 2000; pero él entrena usualmente a 3.000m, con lo que no se podría aplicar a nosotros, que habíamos llegado a poco más de 3.000m en “breves instantes” (subir y bajar). Pero dormir, pasar muchas horas y rendir físicamente a buen nivel era la mayor duda. Y mucho menos sabíamos como nos adaptaríamos nosotros, pues, a pesar de los muchos estudios sobre altitud realizados, no se sabe con precisión todos los factores que influyen para que esta adaptación sea más o menos rápida y por qué difieren tanto de una persona a otra.
Ahora, ya de vuelta, tenemos algunas respuestas.

De las muchas consecuencias que tiene la altitud sobre el organismo sólo dos nos afectaron: insomnio y cefaleas. Yo estuve cuatro noches en las que apenas pude conciliar el sueño, pero como estaba relajado y pasábamos muchas horas tumbados, sí descansaba. Y los dolores de cabeza eran leves, generalmente no pasaban de ser una molestia continua, también de unos cuatro días de duración.
Sin embargo, y para mi sorpresa, el rendimiento físico no era del todo malo, y, honestamente, creo que no hay una gran diferencia con correr a 2.000m, altitud que “no afecta nada” al rendimiento.

Pero esa altitud era algo engañosa. Bosques a 4.000m, gente corriendo en manga corta, nada de nieve... y es muy distinto a lo que tenemos asociado de altitud+montaña+frío. Esta benevolencia compensa algo los efectos de la altitud, o por lo menos no los empeoran.
(Que nadie tome nada de lo anterior como dogma de fe ni estudio científico, porque no es lo uno ni lo otro)

Para entrenar la prueba sería recomendable hacer algún stage de un par de semanas en altitud. Afortunado el que pueda, nosotros no lo hicimos, asumimos ese riesgo. Pero lo que no debería ser ajeno para ningún participante es la montaña: subidas de una hora, correr con piedras, largas distancias, zancada corta, mecánica correr-andar-correr, etc.
No es una prueba técnica, sólo una bajada tiene algo de dificultad si se quiere ir fuerte; pero si alguien ha corrido el Maratón Alpino Madrileño, en el Aneto o en Viella, es pan comido.
Se recomienda también entrenar muchas cuestas, a ritmo constante, y bajada al trote siempre; yo llegué a hacer 65 de 140m.
Es una prueba muy asequible para gente con más de una maratón en sus piernas, adaptándose al tipo de carrera y al entorno.

Las temperaturas eran suaves (para la altitud). Como referencia, nosotros llevábamos ropa Sportill (Zone 2, para temperaturas entre 4º-18ºC, según fabricante) y nos fue perfecta; un buen impermeable transpirable; e incluso llevad ropa para ir de corto, que se puede llegar a utilizar.
Y los pies, nuestros instrumentos de trabajo, bien preparados. Se puede optar por unas zapatillas relativamente ligeras, sin gran protección y taqueado bajo, no hay “zonas de escalada” como en algunas pruebas españolas; yo usé unas Nike Tupu, que es ese término medio del que hablo, ni supermontañeras ni de asfalto. Y mucho cuidado con ampollas, rozaduras y demás, en pruebas por etapas pueden ser una auténtica tortura; para asegurar, yo llevé calcetines dedo a dedo, de Injinji.
s

+s13: Index: Mis otras ultramaratones

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