Cené forzado, dormí mal y casi no me entra el desayuno. Tres visitas al señor Roca -Monsieur Pierre aquí-, las piernas algo cansadas de ayer (recuerdo, +4h, -2300 m) y malestar general. Bien, oye. Y sin embargo nunca me planteé no correr ni hacer otra distancia que la maratón. Por qué. Porque no tengo pensado volver a correr esta carrera (como ninguna otra, no suelo repetir) y porque me gusta acabar lo que empiezo.
Intuyo que pueden ser bastantes horas en la montaña dadas mis sensaciones y ánimo en general. Así que esta vez sí salgo con mochila (con dos chaquetas impermeables, una de 100 gramos, para qué voy a andarme con cortavientos y gilipolleces), móvil grande para tener música y por si pasa algo, un paquete de kleenex vista cómo va la mañana y auriculares desde el principio. Como sigo estando a 20 m de la salida, aparezco a menos de cinco minutos, con poca moral y peores sensaciones, creo que no va a ser un buen día. Me enchufo la música e intento evadirme de los malos pensamientos. En estos momentos sólo se me ocurre no comer al menos hasta el primer avituallamiento a ver si vaciando se me asienta la tripa y me entra comida. No me apetece una mierda estar en una línea de salida en estas condiciones pero vamos a hacer lo que toca, hay que estar a las duras y las maduras.
A los pocos segundos de correr siento que la tripa va mejor, los tres o cuatro primeros kilómetros son de asfalto, más o menos llanos y me vienen muy bien para asentarme. No creo que pasaran 300 metros cuando ya se me habían olvidado los males, iba cauto, pero me iba centrando en lo que es una carrera, no en males. No tuve ninguna molestia ni tuve que hacer ningún 'pit stop', nada, olvidado: a veces las sorpresas son positivas.
Acabado el asfalto -porque es tal cual, final abrupto, hay un paredón enfrente y acaba la carretera a sus pies-, un poco de pista ya picando para arriba y luego sendero, que pica aún más. Se combinan subidas de andar, de correr justito, un par de cruces de arroyos, y rampón. En los primeros 8 km subes cerca de 1000 m, sin embargo no es demasiado duro, corrible con dificultad a ratos y pensando en lo que queda no se me hizo largo, iba con sensaciones majas, motivado y centrado. Coronado un pequeño collado, una bajada y un llaneo por sendero con algo de técnica. En 9 km, primer avituallamiento y cerca del desnivel mencionado estábamos en 1h10' un grupito como de 25 a cada cual con el culo más pelado. Me impresionó que la gente paraba 10" y tiraba millas, joder, dejadme respirar un poco, que no hice nada, sólo rellené un poco de agua y cogí dos puñaditos de mierdas, pero me pasó gente para aburrir. Voy a llegar a los rescoldos, porque desde luego que esta panda de estresados va a apagar el fuego sin mi ayuda.
El siguiente tramo de aparentes subidas con algún llaneo, falso, como siempre, pero ninguna subida larga. Lo que no sabía es que tenía sorpresa: barro a espuertas. No sé cuántos kilómetros de barro pestoso y coñazo, por senderos con raíces (¡barro y raíces, excelente combinación!) y tirando a coñazo. Y encima la gente, con la guindilla en el culo, apretándome las tuercas. Joder. No sé si alguna vez lo he sentido en mi vida, pero qué puto agobio, coño, a toda castaña, sin respirar un segundo, pegando patinazos y con unas prisas como si fuéramos a las rebajas, no sé, mal. De verdad que hubo un rato de un poco de agobio, que yo no estoy para estas prisas, que me pongo un dorsal de pascuas a ramos, y cuando me lo pongo suele ser para distancias largas, donde la carrera es contra ti, vas con calma porque te queda la de dios, no estás con unos cagaprisas que no te dejan ni levantar la vista del suelo. La verdad es que como muchísimo es bosque no hay tanto que ver, pero cuando clarea o estás por encima de la línea de los árboles las vistas son espectaculares. El trazado es muy bueno, lógico, como me gusta, es una vuelta a un gran circo pasando por las cimas del lugar -en nuestro caso nos saltamos la más importante por nieve-, sin revueltas ni chorradas, sin alargamientos para llegar a la cifra X ni tonterías, de hecho esta son 40 km, que podrían ser 42 si se quisiera, pero no, no tiene ninguna lógica añadir dos kilómetros adicionales que no van a ningún lado y que están basadas en una mentira histórica.
Por supuesto de llano había hostias en vinagre, las rampas no eran largas pero tenían su aquel, nos hartamos de barro, guardaré durante años la llegada a un collado y una increíble vista lateral del Chamechaude, a todo correr como si nos persiguiera una manada de búfalos... y llegaron los fantasmas.
No sé exactamente cuándo empezó ni cuándo acabó, pero aproximadamente entre el 15 y el 20 me vino el dolor del neuroma. He tenido lesiones musculares, tendinosas, me he roto algún hueso por fatiga, se me dislocó un día un peroné por lo mismo: nada es comparable al dolor y la limitación del tejido que transmite el dolor, el puritito nervio. Llevo unos 20 meses lesionado, he probado de todo, me han infiltrado, me han operado y no hay un gran avance. Dolorido y apesadumbrado, y sin necesidad de pensarlo demasiado, supe que no he encontrado la solución y que no quiero seguir así el resto de mi vida de corredor, si hay solución la tengo que encontrar, y pasar por lo que tenga que pasar. Pero no corro más que para disfrutar, de esta forma tan rara que algunos hemos escogido, pero los padecimientos me los busco yo si quiero, no vienen asociados al simple gesto de correr. No quiero esto. Este tramo es el recuerdo y la síntesis de unos 500 días, muchos decepcionantes, el resumen de casi dos años, y lo que me queda, de una lesión que no me ha limitado para muchas cosas pero que no me acaba de dejar ser lo que quiero ser.
Al enganchar una bajada de pista -de la poca pista que hay, un 75 % debe de ser sendero- me lanzo rápido al bajarme el dolor, luego un llano por asfalto hasta un puerto de montaña y me muevo en ritmos de vértigo, para mí. Segundo (de tres, no vamos sobrados de ellos, sin pega, sabemos a lo que hemos venido) y me descalzo para relajar el pie, como un poco, relleno... y hasta el siguiente, que no sé si es en el 30 o en el 36, dos informaciones de la organización dicen las dos cosas y se me ha olvidado preguntar: la verdad, me da lo mismo, voy a llegar igual a uno o a otro, no me preocupa y nunca voy tan justo de comida o agua para ir tan crítico en los kilómetros. De nuevo a subir, algunos tramos duros, y por primera vez siento un poco de hambre, llevo tres horas y es muy raro en mí aguantar tanto sin tener un bajón, que suele ser por hambre, el porqué aún no me lo explico. Es cierto que probé unos brebajes de Tailwind que amablemente me mandaron unos días antes, los estrené el día anterior, pero hoy es cuando me doy cuenta de que nunca he ido tan constante en la energía ni he tenido sensación de hambre atroz ni bajones escandalosos. Me parece a priori excesivo achacarlo a este producto, y me temo que no voy a probar de nuevo en mucho tiempo, pero me dejó sencillamente alucinado, y si es esto, tienen a un cliente por años, porque eso de no ir de lado a lado es una novedad, algún día espero probarlo en ultras y aclararme, pero por ahora, sobresaliente.
Cuando llego en las proximidades del kilómetro 20, el final de una carretera con unas bonitas vistas, a los pies de otra de las cimas locales (Charmant Som), tras un kilometrillo de asfalto picando para arriba, diviso a lo lejos gente y sarao, entiendo que es avituallamiento pero no me confío e hice bien: no había manduca, entonces es en el 36 o así, muy cerca de meta, el tercer y último avituallamiento. Desde lejos se veía también una subida de aúpa pero como es domingo y hay mucha gente pasando el día en el monte no sé si subirá por ahí. ¡Si es la más dura, los
treil runers van por ella, dalo por hecho! Coñe, que echo los higadillos. Si lo de la comida ha sido una sorpresa, en las bajadas me he defendido decentemente (para mi inutilidad), no quepo en mi asombro en cómo he subido estos dos días andando. Nunca nunca practico andar conscientemente en montaña, si lo tengo que hacer dejo este deporte, así de claro, e iba como un tiro (o estaba rodeado de patanes, porque si no no se entiende, siempre me han arrollado en subidas pateando), y nada, que iba subiendo de lujo ¡andando!, ¡yo! Pues nada, no voy a pedir perdón. Al coronar, un tramo técnico y lento de sendero pedregoso y con escalones. A la derecha caída, pero no de matarse. Bueno, sí de matarse, pero hay que desearlo. No iba mirando mucho pero de reojillo hay unos metros donde te puedes salvar, entiéndase, si vas pegando 17 tropezones son ganas de matarse como viendo una peli en Antena 3, por entregas, vas a ir con el uy uy uy hasta que ya sí, te acercas al abismo y tienes centros de metros, pero vamos, en condiciones primaverales, sin nieve o hielo, no hay riesgo para la vida ni da yuyu.
Ese tramo con mi torpeza habitual, y con el añadido de empezar a ir cansadillo (unas cuatro horas de carrera), sin embargo nadie me pilló, y había tiempo, que era un tramo larguito. Lo de siempre, ya llegaré abajo, sin mucha prisa y sin pausa, el que me pase le dejo gentilmente adelantar -y otros lo hicieron conmigo, he visto buen rollo al respecto, tenía malas referencias de los vecinos del norte-, pero no, supongo que la gente no iría demasiado católica, porque hasta bien pasada esta zona y ya en bosque y sendero más normal, con algo de barro y justo tras calzarme una dolorosa hostia (segunda del finde), me cogieron dos, que incluso no llegué a perder de vista.
Poco a poco la bajada se fue suavizando, empecé a alargar zancada y entre los árboles veía el pueblo, hay que dar un ligero rodeo, no se entra directo, pero ya iba en modo 'racing' al llegar al último avituallamiento, saludos a gente del avituallamiento que conozco, un trago de agua, cojo algo de comida, y esta vez sí, ni 20" parado y a degüello, huele a mete y voy con fuerzas. Me meriendo fácil a los dos que me habían pasado en la caída, y como pollo sin cabeza, a meta.
Los cuatro o cinco kilómetros finales son épicos, subidas de andar corriendo, bajadas fuertes y llaneo final a lo que quedaba. En una buena subida me creo el rey del mambo por hacerla toda corriendo, giro 180º y un cabrón va y la ha hecho igual, me cago en mi padre, no le dejan a uno disfrutar de su ego, pues nada, a unos pocos metros de distancia te voy a pegar un palo que me podrás ganar pero te voy a hacer echar bilis. No se resistió más, mejor para los dos. Quedar el 88º o el 89º me da lo mismo, ese final tan anormal era por y para mí, porque sabía lo que iba a venir después. El último kilómetro raspaba el 4'/km, con fuerzas y entero. 4h41' para unos 39 km y casi +2100 m. Al cruzar la meta tuve la misma sensación que cuando llegué a aquella plaza de Chalco, México, un año ha. Me tomé unos minutos solo. Porque lo que viene después, supongo, serán unos meses malos, en barbecho, tratando de poner fin a una larguísima lesión y con la incertidumbre de cuándo va acabar esto y cómo, porque nadie garantiza nada. Está claro que una vez quitado el nervio ese seguro que no es el problema nunca más, pero si es que es esa la solución, la cosa va para largo.
He corrido bien, me lo he pasado de lujo, no nos ha llovido, he conocido una nueva carrera que me ha gustado mucho, todo ha merecido la pena. Estoy contento de haber corrido aquí, una gran experiencia. Quizá dentro de unos meses aprecie el empujoncito que también esos cinco kilómetros me han dado, porque intuía desde hace mucho que no tenía solución esto, que la operación de dejar espacio para el nervio quizá para aguerridos atletas no es suficiente, y si vuelvo a ver la luz y poder correr cuando y lo que quiera al final la decisión será la correcta. Nunca estoy feliz en una meta, suelo estar satisfecho si más o menos he hecho lo que debía hacer, pero el regusto amarguillo de esta espero que me dure una temporada, con la parte dulce de los buenos momentos, el sentirme competitivo, esas subidas atizándome, escuchando mi música y haciendo lo que quería, ese final de carrera.
Muy a mi pesar, paso de nuevo a modo paciente.
s
+:
Chartreuse Trail Festival