Mis Murallas del Alto Duero

viernes, 29 de julio de 2022

Tu valía deportiva llega hasta tu factor limitante más bajo.

En bici reencontré un muro importante en Montañas Vacías, "reencontré" porque no era algo nuevo, y tras dos años quería volver a intentar algo de bikepacking, ir en bici mola, vas lo suficientemente despacio para apreciar el entorno, lo suficientemente rápido para avanzar mucho al día y es lo suficientemente duro para ser motivador. Esta vez sería una ruta que encontré por casualidad por internet, más corta e iría solo, menos animado pero me permitía hacer las cosas a mi manera. Sin más pretensión que probar si he aprendido algo en dos años y si puedo seguir planteándome cosas en el futuro sobre la bici. 

Mi preparación fue ligeramente mejor, con algunos días largos y tratando de cuidarme el culo porque intuía que me iba a dar guerra pero no sabía cuánta. Tuve algo de suerte con el tiempo porque aunque pillé calor no fue excesivo y debía tener cuidado con el frío la primera noche. El diferencial de temperaturas sería de 30 ºC y es algo a tener en cuenta. Fui en régimen de vivac y con la mitad de la comida, tratando de ir ligero y ágil. Pero con bastantes dudas. Me siento cómodo con la bici, es parte de mis quehaceres deportivos semanales, pero siempre hago corto y rápido, no quería llevarme otra decepción pero las importantes dudas me hacían pensar que era una realidad probable.

Tan probable que tras sólo 25 km de ruta ya estaba molesto y no sabía qué había hecho mal, porque esa es una distancia normalita a diario y no acabo como estaba en ese momento. Molesto y muy desconcertado me paré para aplicar las primeras medidas. Crema que llevaba muy a mano a conveniencia y idea feliz que cambió el rumbo de la ruta: endurecer la suspensión trasera. Tiene su porqué. Con unos diez kilos extra en la parte trasera (bolsa y mochila) con la suspensión muy blanda quizá iba algo comprimida y 'chopper', hundida de atrás, eso hace que te roces de otra manera y que te resientas. Cambiado esto y con muchos mimos en forma de crema (probando una nueva, Muc-Off, me gustó el tacto, buena elección, no necesariamente mejor que la Assos) aplicada varias veces al día y una recuperadora un par de veces al acabar, mantuve la piel sana, libre de heridas y bacterias y sólo algo más allá de molesto, pero siempre tolerable. Y, sobre todo, recuperando de un día para el otro porque esa es la clave de las etapas.

La ruta, por el nombre se intuye, discurre cerca del río Duero, por zonas que fueron hace unos siglos la línea divisoria entre dos "Españas", dos visiones, dos mundos, la musulmana y la cristiana. Se suele resumir en religiones pero en realidad, como siempre, es poder, posesiones y dinero. Me encanta que la gente trace rutas por donde conoce, las comparta, se curre 'roadbooks', las difunda y sean gratis. No todo es una comunidad, región, provincia, junta o cabildo poniendo pasta para que una empresa privada haga el trabajo, existe margen para iniciativas sin ánimo de lucro, con la única voluntad de sus creadores y unos pocos recursos gratuitos que ofrecen algunas webs. Y nada más. Porque el altruismo a este nivel campechano es una riqueza y es de agradecer que se siga compartiendo conocimiento, tiempo y energías sin esperar nada a cambio. Ojalá nunca se pierda.

Elegí la ruta porque intuía que la zona era muy deshabitada (cosa que me encanta... si no tienes problemas), y en mi caso la adapté en el punto de salida y llegada, con lo que Almazán sería mi punto medio y la alargaría unos 30 km. Ya la cosa se iba a 330 km, más de 100 al día que me había autoimpuesto como límite para tener margen. Hay que contar que vas cargado, lo que ralentiza, no comes ni descansas como debes, y el desnivel, no mucho en este caso pero todo te hace ir más lento, nunca más rápido.

Cada vez me gustan menos los preparativos, no preparar en sí que me gusta prever qué puede pasar, llevar lo justo, pero no las dudas, las puñeteras dudas, que cuando no son pequeñas me atormentan ligeramente. Tengo bastantes malos recuerdos de otras aventuras y me costó un buen esfuerzo no mandarlo todo a la mierda. Me encanta alejarme de lo conocido, salir de una puta vez de casa y que pase lo que tenga que pasar, perder de vista todo y mirar sólo hacia adelante. Una vez has salido ya no hay dudas sólo incertidumbres, ya no hay problemas sólo soluciones y ya no hay que pensar demasiado, sólo actuar. Y echaba esto de menos.


La ruta la había visto de refilón, pero muy de refilón, sólo miré dónde dormir el primer día porque justo donde me pillaban los ciento y algo era una zona de cañones técnica y aparentemente difícil, con lo que ese fue el objetivo del día, pasar este cañón. Pero para llegar ahí tuve que cruzar zonas absolutamente inhóspitas del bonito sur soriano, donde la distancia entre pueblos es de docenas de kilómetros y cuando llegas a él no tienen prácticamente nada, la iglesia, el frontón, una fuente con suerte, y nadie o casi nadie en las calles. Y un incierto futuro. Me encantó esa zona, ver a lo lejos el yacimiento de Tiermes (donde me he "prometido" volver con calma) y afrontar esa zona de cañón que no era tan fiero como lo pintaban y aunque lento y con zonas de bajarse, me resultó divertido, porque como casi siempre, voy con mentalidad trialera: poner pies en el suelo lo menos posible. El oasis del cañón, lento y revirado me llevó su tiempo pero a la salida me encontré con un sitio ideal para acampar, 112 km después, muy bien de fuerzas, a buena hora y que consideré era el lugar ideal para parar. O eso creía. Porque pasé una de las peores noches que he pasado por ahí fuera, con un frío tremendo, sin apenas pegar ojo, levantándome con escarcha en la zona de los pies y con todo mojado por la humedad. Que un 1 de julio escarche, no me jodas. Me esperaba fresco pero no esto. Cierto que estaba a 1200 m de altitud, que la previsión eran 5 ºC, pero vaya nochecita, infernal y me quedo corto. Un par de horas para tratar de secar todo, salida algo tardía por ello y a por la segunda etapa.


Había leído que Arenillas era un oasis en el desierto de la despoblación, tuve una agradable charla con un local y poco más adelante por fin tuve cobertura para poder comunicar que todo iba bien, porque sí, había buenas zonas de sombra y lo único que hay es el clásico Movistar que funciona en extensas áreas más como un servicio público necesario que como una empresa privada (nada es gratis en este mundo y recibe por ello su paguina). Más adelante el bonito pueblo de Rello que tiene un increíble potencial turístico... si no estuviera en medio de ninguna parte y si estuviera más cerca del gobierno regional, una carretera o "algo" que evite su aislamiento. Poco después me subí a una atalaya musulmana absolutamente en medio de ninguna parte y cuando estaba a dos pisos del suelo comprobé que la escalera se movía con lo que no me dio mucha seguridad. Por supuestos seguí subiendo hasta arriba del todo. Me encantó el pueblo de Bordecorex y el entorno donde estaba enclavado. 



Y por fin Almazán, donde me di el homenaje de comer sentado, avituallarme con dos bocatas para la cena y pude descansar a la sombra. Era la mitad de la ruta.

La salida fue horrenda, una mezcla de calor, intentos de digerir la comida, largas pistas y molestias varias. Dos o tres horas de penalidades. Al pasar este bache y ver que avanzaba a buen ritmo me fui planteando pequeños hitos cada vez más ambiciosos y con los días tan largos de principios de verano el límite realmente son tus fuerzas. Las tuve y cuando recogí el agua de la noche y me recomendó otro local dónde parar supe que el día había sido bueno, buen recuerdo de Gormaz y su espectacular muralla, de la tontuna de cerrar fuentes en algunas plazas, de la subida de Quintanas de Gormaz (a cero, de pies digo) y de los 132 km que me pude cascar. Cuando encontré dónde iba a dormir daba palmas con las orejas, en un meandro de un pequeño riachuelo donde poderme lavar yo y la ropa, donde dormir en su arena blandita, con una temperatura cálida y de buen humor. Y para colmo dos enormes bocatas de jamón serrano (el único que existe, rechaza imitaciones "inglesas") y chorizo esperándome. Respeto las ideologías de cada uno pero qué grandísima decisión es a veces no dejarse influenciar por algunos cantos de sirena y meterse el rico embutido cárnico que comemos por estas latitudes con las papilas gustativas deseando recibir un chute de sabor. Cuán inmenso placer.


Si apenas pegué ojo la primera noche en la segunda me desquité, profundo e increíblemente reparador sueño, creo que merecido tras casi 250 km durmiendo horas y cuarto a lo sumo. Tocaba descansar y me levanté nuevo, de buen humor y con ganas de acabar la ruta. Tres días es una distancia muy manejable, el primer día es el de la novedad, el segundo el de ya estar perfectamente metido en faena, y el tercero huele a meta y da lo mismo todo. Al poco de arrancar llegué a la bonita localidad de El Burgo de Osma, me dejé un pie en unas piedras que aún me arrepiento no haberle dado un segundo intento, intuía que iba a discurrir la etapa cerca del Duero y más o menos así fue, caminos y carreteras locales muy llanas, rápidas, para avanzar bien, hasta que se me soltó el cable del cambio y unos diez kilómetros más adelante paré a apretarlo para disponer de marchas de nuevo, pero da una idea de lo llano que era si no tuve que parar de inmediato. Fue cerca de San Esteban de Gormaz, donde había una bonita iglesia románica que preferí visitar antes que el castillo. Románico a cascoporro, qué estilo más sobrio y qué bien han pasado los siglos por él. 


A partir de aquí te adentras en una zona solitaria, arbolada a ratos, en la margen izquierda del Duero y de nuevo muy aislada. Poco después dejé la ruta a la altura del espectacular monasterio de La Vid, donde aproveché para comprarme un helado en un restaurante al lado del monasterio como último descanso, y seguí mi ruta junto al río. Una posibilidad es alargar la ruta hasta donde se pone el Sol siguiendo el Duero, básicamente hasta donde quieras, pues bastante bien marcado y mantenido llega hasta la frontera con Portugal. Allá cada uno.

Cansado pero satisfecho puse punto final a una ruta que me resultó lo suficientemente exigente para dejarme tranquilo una temporada, me demostró que con el culo sano y sin la tripa vacía puedo hacer muchos kilómetros en bici, y que con un poco que te animes a salir la recompensa supera con creces las dudas y el esfuerzo.
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+: Murallas del Alto Duero, Wikiloc

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