En mi espiral deportiva descente cercana a la caída libre, me acerco peligrosamente a la palabra que tanto miedo da: ¡triatlón!; y a la que da terror: ¡Aironman! Aún no me veo tan tan mal pero claramente estoy cogiendo el camino equivocado. Ahora cuento porqué.
El mismo día que me operan por segunda vez del pie un Desalmado me dice que si corremos un swimrun. Tres horas antes estaba en un quirófano, alma putrefacta, ¿y me estás diciendo que si hacemos una carrera? Bueno, vale que sí, ya hablamos si eso. La recuperación fue extraordinariamente rápida, no tenía nada en mente más que recuperarme para mi vida y deporte pero el soniquete se quedó por ahí. Pronto empecé a nadar un poco más largo, iba cogiendo seguridad corriendo, evolucionando con paso firme pero muy despacio y fui visualizando lo del swimrun. A estas alturas te estarás preguntando qué carallo es un swimrun.
Alguien que sabe de lo que habla dijo que el swimrun es un deporte raro para gente rara. Básicamente se trata de nadar y correr, pero no como en triatlón (o acuatlón, más bien) de una forma más o menos ordenada, primero nado, luego monto en bici y luego ya si eso hago deporte de verdad, no, en esto del swimrun cambias 10, 20 o 47 veces, un sindiós, vamos, y esta variabilidad y la ausencia de transiciones como tal le confieren personalidad al deporte del swimrun. Porque si cambias 20 veces de nadar a correr vas nadando con zapatillas, y si corres distancias más o menos cortas (porque si no te harías una ultra en la suma de esos 20 tramos) corres con neopreno. Se entiende mejor lo del deporte raro, ¿no? Pues de eso se trata, de correr y nadar siguiendo un recorrido propuesto por un organizador y si lo estás entrenando, por donde te salga del pijo, ir con zapatillas y neopreno (si es que hace fresco) te da la versatilidad de hacer lo que quieras siempre que haya tierra, agua y una forma de salir y entrar de ésta. En la parte competitiva puedes usar palas, pull-buoy, aletas, lo que quieras, siempre que llegues con lo que salgas, me gusta esta parte de autosuficiencia; es normal llevar pull-buoy para levantar las piernas y compensar lo que se bajan con las zapatillas por el peso y palas, si eres capaz de moverlas. No es mi caso, ni llegué a probarlas porque me estuvo molestando un hombro al poco de subir distancia y aunque pude lidiar con él me faltaba ponerme unas palas, duplicar o triplicar la superficie de arrastre y me saco el hombro de sitio.
La preparación empezó en piscina, cuando cogí seguridad y me agencié un neopreno (de mi sobrino, triatleta -la oveja negra de la familia-, tengo cuerpo de un niñato de 15 años) fui a pantano. Lo de nadar en aguas abiertas tiene su aquel, nunca me ha gustado demasiado, siempre voy algo tenso y aunque no nade mal nunca me ha apasionado pender de un hilo. Es por esto que me agencié una boya, una flotador que llevas arrastrando para en caso de problema, poder agarrarte a él (aparte de que puedes llevar algo dentro como móvil y llaves del coche). El kit consistía en neopreno, zapatillas y boya, las tres cosas me daban mucha seguridad, un tirón o un susto con algún bicho no me mandaban al fondo, las zapatillas te permiten volver andando si tienes algún problema y la boya ya digo que era el salvavidas, aunque el neopreno ya me daba toda la flotabilidad.
Nadar entre semana en un pantano con poco uso y en una zona bastante deshabitada me empezó a gustar cuando iba eligiendo recorridos sobre la marcha, ahora voy hasta aquí, ahora cruzo al otro lado; y cuando hice algún día ya de swimrun para ver qué tal, aún más. Al final me acabó gustando, me sentía seguro y aunque el ritmo era la misma mierda de siempre, en distancia evolucioné bastante bien, pero sobre todo me gustó la libertad de ir por el medio de ninguna parte, sin rumbo y solo. Nado desde hace muchos años para tener algo de tono muscular en tren superior, para no correr demasiado y para variar entrenamientos, lo normal es en torno a 1500-2000 metros, alguna vez más, con frecuencia desde hace un tiempo hago algunos cambios de ritmo para que no sea tan aburrido, pero rápidamente una vez que tenía un objetivo nadé más largo, más fácil y más entretenido que nunca, incluyendo un glorioso día de 5300 m haciendo unos cambios de ritmo en pirámide. Tengo muy claro que no me meto 212 largos del tirón si no tengo algo en mente. Un poco después hice lo mismo en aguas abiertas, sabía que la distancia del Epic Landus ya lo hacía aunque el ritmo era otro cantar.
Epic Landus Swimrun evidentemente era el objetivo, cerca de la ciudad de Vitoria, y ya entrado octubre me daba un poco de yuyu la temperatura. Las distancias, respetables, 29 km a pie y 5,4 (teóricos) nadando. Todo en más de cuarenta tramos cortos, no más de 6 km corriendo (y generalmente mucho más cortos) ni 600 metros nadando, lo que lo hace bastante asequible, pero que la cosa va sumando y al final es una buena tiradita.
No le di una gran importancia al material una vez tenía el neopreno y las zapatillas, pero veía unos ritmos demasiado lentos y empecé a valorar cómo ayudar a que me subiera los pies en el agua -las zapatillas llenas de agua hunden mucho los pies y te frenan-, y una vez fuera del líquido elemento, que evacuasen lo antes posible. Lo primero lo apañé con unas almohadillas de célula cerrada en las espinillas para darme flotabilidad y lo segundo haciendo agujeros en la puntera, a pocos días de la carrera cambié de zapatillas porque iba molesto con el pie lesionado y corrí con unas RaidLight Ultramax que ya conozco bien, aunque muy grandes de talla, me las pillé así para tener más anchura por el mencionado tema de la lesión del puto Morton.
Aún no he dicho otra de las características del swimrun: se corre en pareja. La razón es la seguridad. Mi pareja de baile es un tal David, triatleta y trail runner y ya con un swimrun en su haber. Él a priori nadaba más que yo e intuía que yo podía ser algo más rápido corriendo, pero ya veríamos. No hicimos ningún entreno juntos y no teníamos pensado nada, a las 08h00 de la mañana nos presentamos donde tocaba -Club Náutico Aldayeta-, en el embalse de Ullibarri-Gamboa, al lado de Vitoria. Tras una breve charla técnica nos vamos a los vestuarios a cambiarnos y ya David me pone en sobreaviso que en dos años la gente va mucho mejor preparada. Fuera estamos a unos 7 ºC y la verdad es que apetece correr y meterse al agua lo que yo te diga. Somos unas 30 parejas, no hay mucho preámbulo y en cuanto se puede, se da la salida.
Somos la carrera larga -la primera y ya voy a la larga, nada de lo que sorprenderse, ¿no?-, se sale corriendo un kilómetro y medio donde nos vamos colocando, calentando también, y le sigue un primer tramo de 200 m nadando, el agua está fresca pero como vienes caliente de correr y con ganas, no se notan mucho los 18 ºC del agua. En este primer tramo ya veo una de mis debilidades, la orientación, hago unos generosos arcos cuando creo que más recto no puedo ir; pero cuando salgo del agua encuentro mi fortaleza: voy francamente fácil corriendo, no me quiero calentar mucho porque no voy solo y porque son 30 km pero voy fácil. Un tramo de natación más largo, junto a una pasarela que crucé en una carrera de trail ¡en 2002! me da un bofetón de realidad: soy lentísimo nadando, no me esperaba serlo tanto, soy un lastre para David y me pasan como aviones. Vuelta a correr y en modo recuperar terreno, nadar como el culo, correr razonablemente bien, así fue durante cinco horas, literal, 5:00:00 según las clasificaciones provisionales.
La primera mitad es llana y rápida, se corre bien, se puede ir rápido y se da lo que dan las patas; los tramos de natación no son largos, dado que entro primero al agua tratando de ganar unos segundos de ventaja y David me espera al otro lado, mis transiciones son nulas, no tengo nada de descanso y encima me aprieta en los avituallamientos (no se lleva prácticamente nada encima así que hay que comer y beber algo sí o sí). Nos llovió un rato y es la primera vez en la vida en que no me importa una mierda que me llueva, porque ya voy empapado y porque llevo neopreno. Por cierto, que correr con neopreno no tiene ningún misterio, lógicamente hay que entrenarlo para ver si te roza (en mi caso en el cuello, nadando, y tras las rodillas corriendo largo, me ha hecho unas heridas majas) y tener cuidado con el calor, no transpira nada y es bestial cómo se calienta al sol pasado poco más de un kilómetro por el material y por ser negro, llegué a correr cerca de 3 km a más de 30 ºC con sol y 4,5 continuos con menos calor, pero empiezas a sudar mucho y decae el ritmo de una manera espectacular al ir sobrecalentándote, es tan rápido que se percibe muy bien y hay que estar alerta.
El día no solo estaba fresco y lluvioso, además estaba ventoso y rizaba un poco el agua a ratos. Como éramos pocas parejas en la larga se hacía bastante solitario aunque en el agua, donde se compactaba la cosa, siempre veías alguna otra. Pero en general fue bastante solitario y como en el agua no se habla y corriendo yo iba todo el rato estirándole la cuerda a David, se hizo más individual. Fue una pena que tuviésemos niveles tan dispares 7+3 y 5+5 dan la misma media, pero no hay que ser muy listo para ver que la media es engañosa, parecía que nos hacíamos relevos como pollo sin cabeza, como equipo no teníamos precio, pero como ambos tenemos el culo pelado, no íbamos a estar esperando a cada rato, se tensaba al otro y punto, como si compitiéramos entre nosotros un poco.
En una "casualidad" interesante, al llegar a la zona de salida de la corta ellos acababan de salir, quizá dos o tres minutos de ventaja, los cuales recuperamos en la -en su caso- primera sección a pie de 2,4 km. De repente había gente a la vista, además de que al ser la gente de detrás, eran presa "fácil" (dicho con todo el respeto) lo que nos mantenía activos y con ganas, fue una suerte que llegásemos al poco de salir ellos porque creo que nos dio un plus de motivación tener referencias e ir a por ellas, porque aunque llevasen el gorro de otro color, una presa es una presa. Viniendo de atrás pudimos ver algunas cosas también interesantes: un buen número de mujeres, lo que siempre es bueno; todo el mundo iba bastante bien equipado; y la proliferación de trajes Head, patrocinador de la prueba y que permite alquilarlos, una gran idea para facilitar una primera participación: así se promociona un deporte y no invitando a estrellitas dopadas rebotadas de otro.
Tras dos tramos de natación llegaba una zona delicada: un tramo a pie de 6 km y con desnivel. Delicada por el calor, que no lo hacía, pero con neopreno largo puede tener su punto. No fue el caso, con quitarme el gorro me valió, ni me lo desabroché, pero con algo de calor puede ser muy muy duro e incluso tener un poco de riesgo de golpe de calor. Me empeciné en hacer toda la subida corriendo, mediado el tramo empecé a notarme algo cansado (más de dos horas encima) y se resolvió sin más contratiempos. Poco antes de entrar al pueblo donde haríamos la sección más larga de natación había un tramo de 90 m que me pareció helada porque venía acalorado de correr. También descubrí algo que no sabía: se puede mear nadando.
Los avituallamientos fueron un santiamén, todos, David prácticamente se los saltaba y me metía presión y encima aquí era justo antes de nadar 600 metros. Rodeado de pies algún rato me sentí algo mejor, pero fue un espejismo. 600 metros son más de 10' para mí, que no es tan poco, era frustrante ver cómo me adelantaban, pero no hay más que hacer. A la salida del agua tuvimos el único momento de duda del recorrido, ventoso como estaba se habían volado marcas y había varios senderos posibles, a partir de aquí empezaba la parte más trailera y molaba. Sin demasiada soltura ya, seguía empecinado en no andar y en estirarle el cuello a David, cruzamos al otro lado de un cabo y venía una de las gracias del circuito: íbamos a ir a dos islas interiores del pantano. Una pocholada. La segunda de ellas era tirando a erial y había que rodearla costeando por cantos rodados y aunque no era la primera vez este fue el tramo donde mejor se vio el origen de cada uno. El swimrun requiere ciertas dotes natatorias, el triatleta es tendente a ser abierto de mente, a probar cosas, con lo que ambos se juntan con cierta facilidad. Aunque hay muchos triatletas que combinan la temporada con el trail, los que yo vi eran triatletas puros, no es mi intención ofender, pero que yo me crea Kilian a su lado da idea de su nivel en piedras. Con lo malísimo que soy yo cogía ventaja con facilidad y sin forzar nada, vamos, lo que me hace hasta el último pichirichi en cualquier trail. Pero, oye, que me quiten lo bailao, pasar a gente en piedras... se me humedecen los ojos al recordarlo.
Empecé a verle las orejas al lobo en el agua, notaba que tenía aún menos fuerza que antes y tenía la técnica aún más deteriorada. Aunque quedaba ya poco, ese último tramo de 500 m se me hizo largo, vas tan despacio que cuesta percibir que te acercas al otro lado, sin llegar a tener frío empezaba a tener ligero fresco y ya había ganas de meta. Piernas tocadillas, brazos que no dan de sí, rozaduras tras las rodillas, pie a ratos molesto y cansancio general, plato combinado de todo deporte de larga distancia. El siguiente tramo de 2 km tenía una soberana rampa en la que sí hice unos cuantos metros andando -¡mal hecho por mí!- para encima tropezar y hacerme una herida en la mano, que con el agua parecía que venía de matanza. Se nota cuándo es tu deporte si vas arrastradillo y sin mucha gana ni fuerza y no vas nada mal, David no iba mejor pero nos quedaba poco -de hecho menos de lo que pensábamos, o cambiaron el final o algo raro había- pero cuando divisamos el último segmento de natación que ya estaba al lado del Club Naútico que nos vio partir cinco horas antes, sabíamos que pronto estaríamos saboreando la ansiada meta. Ese último tramo de natación fue bastante patético, pero ya me daba un poco lo mismo todo, se hizo, se remontó una rampa y se cruzó bajo el arco donde el punto final. Bastante cansados, pero sin agonizar, finos pero no famélicos, ni poco ni mucho.
Ha habido tanto tramo corto, hemos entrado y salida del agua tantas veces, era todo tan explosivo que se me ha hecho un tanto confuso, diría. Al final me desorienté un poco, pero viendo el mapa me encanta haber escogido la distancia larga, porque aparte del reto en sí le das la vuelta a todo el pantano de una forma natural y chula, con la fuerza de piernas y brazos y haciendo pareja con alguien, algo que me resulta realmente extraño para quien siempre ha hecho deportes individuales y que siempre entrena solo.
Antes de la salida sabía que había merecido la pena porque los días de entrenamiento en pantano me habían gustado bastante una vez cogido el truco. También como sólo lo podré hacer en condiciones buenas (veranito) y con algo de base detrás, puede ser una alternativa diferente a los entrenamientos. Por ese camino recorrido ya estoy contento de haber hecho el swimrun. La carrera -y el deporte- también me han resultado curiosos y estas diez semanas desde la operación hasta competir cinco horas dejándote los huevecillos pero tampoco muriendo, también han merecido el esfuerzo invertido. ¿Habrá más? He dicho que es el primero y último.
El año pasado me motivé tontamente con un 5k, este con el swimrun, me sigue gustando correr, es lo mío y no lo cambio por nada, pero me ha resultado sano e interesante tener otra cosa en la cabeza, algo que no parecía fácil a priori pero que con un poco de dedicación se consigue. Desconozco el futuro de este deporte, en su día afirmé categóricamente que no lo tenía y empiezo a comerme mis palabras, aquí es pequeñito pero con potencial, necesita crear una base crítica y no esperar resultados a corto plazo. Fuera está bastante lanzado, con una franquicia a lo Ironman tirando del carro. Supongo que pronto algún iluminado de alguna gran marca inventará el swimrun, al tiempo, pero por ahora tiene una docena de años, lo practican cuatro y a poco que sepas nadar recomendaría echarle un tiento. Para mí ha sido un soplo de aire fresco, enriquecedor, me ha resultado interesante y guardo ya un buen recuerdo de toda la experiencia. No suelo pedir más.
+: Epic Landus Swimrun