Trail Run tuvo de nuevo la insensatez de darme espacio para dar mi opinión sobre un tema, nada más y nada menos que de por qué nos cuesta tanto abandonar. Joder. Anda que lo ponen fácil. De esas veces que escribes y sabes que no dices nada... porque dime tú a mí cómo lo cuentas, por mucho que te lea alguien del mismo palo, cómo voy a saber explicar por qué dolorido, desanimado, harto de lo que estoy haciendo, no abandono, cuán grande tiene que ser el premio final para apretar el culo y no cejar en tu empeño. Y encima el premio tampoco es para tanto. O sí.
Tampoco estoy convencido de que sea la persona más indicada para opinar del tema, porque nunca he abandona una ultra, y he pasado -como todos- auténticas penurias, y con la perspectiva del tiempo y la distancia quizá debería de haber dejado alguna prueba. Pero no. Esa fuerza interior que no sabemos de dónde sacamos, cuando nada nos motiva ya, cuando no tenemos ninguna voluntad, una especie de fuerza que nos impide tomar la decisión más inteligente en ocasiones, nos arrastra hasta que lo peor (ja) ha pasado. Y vuelves a levantar la cabeza y a disfrutar. Y a esperar la siguiente cornada, que llegará. Es apasionante ese juego, pero es tan tan duro que en ocasiones me sorprende que sigamos practicándolo.
550 palabras divagando para no llegar a (casi) nada, ya os lo digo. Porque hay cosas que es difícil verbalizar, o directamente imposible, y sólo cuando la vives sabes de qué va el asunto. Hasta cierto punto es bueno que el lenguaje tenga sus limitaciones y haya espacio para sentir más que con las palabras, o los ojos, o los oídos.
+: Trail Run
1 comentarios:
La compraré y te daré mi opinión.
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