Desde la edición 0 de la Eurafrica me llamó la atención y la puse como objetivo, para algún día, porque me pareció una carrera con personalidad, lo cual no abunda. También me gustaba la parte del campamento, la del viaje y la cultural. Tenemos miles de carreras en España con lo que hay para todos los gustos, me gustan las etapas por la parte social, este par de últimos años han explotado aquí y las que las conocemos del pasado no nos extraña pues tiene un gran atractivo para un perfil de corredores. Eurafrica tiene además la particularidad de nuestra caprichosa geografía (y política) pues se disputa en dos continentes y tres países.
He ido a elegir la edición más puñetera, que posiblemente sea recordada durante un tiempo, pues días antes estaban por Andalucía con inundaciones, el día previo y el de la primera etapa llovió como si no hubiera mañana. Mal rollo. No me vengo al sur para que me caiga más que en casa, coño, la próxima vez hay que sobornar más y mejor a los hombres del tiempo. Tras un largo viaje -les pilla lejos hasta los andaluces, pero es el pequeño precio a pagar- ya el campamento empezaba a pintar mal, era en un aeródromo, empezaba a acumular barro y la organización empezaba a moverse. Porque pintaba mal para esa noche y el día siguiente. Si en algo tengo experiencia en este deporte es en carreras pequeñas, con organizaciones a veces minimalistas, en países de otra cultura y forma de trabajar de aquella manera, es decir, carreras-experiencias un tanto alejadas de lo convencional. He visto un poco de todo y cuando la cosa se empezaba a poner delicada se vio la estatura de la organización: ante el previsible campamento inutilizable la organización se sacó de la manga un campamento exprés alternativo, un polideportivo. Hay que tener mucha agilidad y cintura para en un rato realojar a todo el mundo, comunicarlo, mandar material de la organización, cocinas y personal a otro sitio, y además compatibilizarlo con el uso normal del polideportivo, porque las horas que no estábamos los niños siguieron entrenando o compitiendo en él. Olé.
La segunda nota buena fue la de los corredores, cuando se comunicaron los cambios, cuando se tuvo que dormir todos juntos en un sitio más ruidoso, cuando la gente se tuvo que adaptar a la nueva situación, cuando se tuvieron que habilitar nuevos transportes para el polideportivo, cuando todo esto pasó, la gente siguió a su rollo, lo aceptó y siguió haciendo su vida de campamento y de carreras, con buen ambiente y sin quejas ni malos modos. La verdad, me sorprendió, viniendo del país de los protestones profesionales. Creo que todos queríamos tener la carrera lo más sana posible, la experiencia deportiva lo más enriquecedora que se pudiera, y también veíamos los esfuerzos de la organización para salvar la situación. Me alegro, denota un punto de madurez, o quizá soy yo demasiado escéptico y crítico con nosotros mismos. Otro ejemplo: la primera noche había un jaleo monumental en el polideportivo, me puse cascos para escuchar música mientras hacía que dormía, a las 23h15 me di cuenta de que las luces estaban apagadas y que todo estaba en perfecto silencio, el toque de queda era a las 23h00 y se respetaba escrupulosamente. Esto en un grupo de 200 personas es extraordinariamente difícil, con que haya uno o dos dando por culo ya destruyen no sólo el silencio sino la experiencia, los nervios de alguno y el ambiente, pero no fue así.
Pero hemos venido a correr, y de aperitivo, una corta y explosiva etapa en Gibraltar. Gibraltar es una de esa peculiaridades geopolíticas de España, un pedrusco prácticamente inoperativo, una miniciudad donde cada centímetro cuadrado es oro y un aeropuerto que cruza la carretera de entrada. El día estaba tontorrón, llegamos allí, bajamos del autobús, cruzamos la frontera a pie y nos subimos a otros microbuses al punto de salida. Viento, lluvia fina, día de perros. Bendita cafetería que nos dejó guarecernos a todos como piojos en costura, algo de gasto se hizo para compensar pero salimos ganando nosotros.
Medio kilómetro vertical en cuatro kilómetros. Un calentamiento breve pero como sé que se sale por asfalto entiendo que voy a poder calentar, para que no me pase el fallo épico de la Chartreuse Trail Festival, carrera con la que guarda bastantes semejanzas, la verdad, y que hice en mayo (las elecciones no son casuales). En aquella ocasión las piernas me reventaron en 100 m y tardaron media hora en reaccionar, sensación ya conocida por un servidor y que me pasa siempre que hago cuestas fuertes, aunque venga de correr media hora o más, tras la primera estoy para hacer salchichón del malo. Salí en pareja, con separación de 30" y no estaba en mi sitio. No lo estaba porque adelanté a mucha gente, lo que está bien a priori porque te puedes crecer, pero tampoco tenía referencias. Lloviznando un poco, salí con chaqueta impermeable a pesar de que el esfuerzo iba a ser corto e intenso pero prefería quedármela para el calentamiento y ya en la subida me la pondría en la cintura. La chaqueta era la RaidLight Hyperlight MP+, algún día hablaré de ella, es sencillamente espectacular, algo sudé, claro, pero es que es el peor de los escenarios para una chaqueta, ambiente muy húmedo, esfuerzo muy intenso y calor generado como para calentar una ciudad de tamaño medio. Primer mil, 3'55"/km, ya en subida, eso puede ser un 3'30" en llano, así que bien, se fue empinando hasta salir del asfalto, y, sorpresa, te metes en una torre con escalera de caracol, coño, qué curioso. En algún momento no veía un pimiento los escalones, y a la salida, a pijo sacado de nuevo. El resto de la subida era una sucesión de escalones y tramos de descanso, lo que me venía bien, porque en los escalones se me cargaban bastante las patas y aunque iba con tacto para no pasarme, iba con pulsómetro para controlar un poco y no vi más de 158, aunque descargardos los datos veo algún 161, media 153 ppm, baja para la inmensa mayoría, seguro, pero suficiente para mí. No sabía el tiempo que se podría hacer, ¿media hora?, alguien me dijo que el tiempo del ganador estaría en torno a 25', no, fue poco más de 21, y yo hice 25'30", razonablemente contento, aunque nunca sabes lo que te queda dentro si de verdad no mueres.
El día fue feo, pero alguna vista buena se pudo ver, Gibraltar es un tajo espectacular y los barcos y el mar en un día plomizo eran un buen marco en el que apretarse las tuercas. Cuando vi el resultado -¿13º?- pensé cuánto podría haber rebajado conociendo el recorrido y con una liebre, porque estaba un poco perdido sin referencias y adelantando a gente, creo que unos dos minutos son posibles, pero bueno, quedé satisfecho con el rendimiento, sé que iba con entrenamiento muy justito, uno de los objetivos era probarme el pie (me operé por segunda vez este año el 20 de julio) y fui ambicioso lo necesario.
Al acabar un rápido refrigerio en unos pasadizos de pasado bélico junto a unos cañonazos, y de ahí, a unos 300 m abajo, a una espectacular cueva donde nos podríamos cambiar y se celebraría la entrega de premios. Madre mía, vaya sitio para hacer una ceremonia de este tipo, copón.
De ahí a unos microbuses hasta la frontera con una importante coña de la gente de la zona (para reírte no hay nada como los andaluces, pero nada de nada), frontera andando y autobús al campamento-polideportivo.
Primer asalto. Hollín desatascado.
s
+: Eurafrica Trail
Fotos acción: Jose Miguel Muñoz/Mountain Running Photo
3 comentarios:
Buenas,
Las carreras por etapas, ¿también se narran por etapas? ¿O esta estrategia de repartir la crónica en diferentes post es un burdo truco para ganar clicks y seguir forrándose a nuestra costa?
Sea como fuere, esperando estamos a saber cómo le fue en el resto a usted y su pie.
Saludos.
Sigo sin entender que, con el historial del bloguero en cuanto a suspensiones y condiciones dantescas allá donde va, las organizaciones de carreras sigan permitiendo a este individuo participar. Por la seguridad de los participantes debería estarle prohibido pincharse un dorsal.
:)
Lo hago por vosotros, Fran, para no meteros todo el tostón de una vez. Desde luego qué desagradecidos que sois, os voy a facer un hilo de Twitter y a la mierda. Bueno, sí, digamos la verdad, es todo por el pecunio, tengo vicios caros y hay que pagarlos de alguna manera.
Estimado fabricante de bilis: llevo a la necesita campiña andaluza la tan preciada lluvia y encima se me critica, ¿qué queremos?, ¿una sequía apocalípitca? Uno tiene un don, apenas lo cobra (unos pocos ceros ayudan a desplegar el citado don) y todos salimos beneficiados. ¿Qué hay de malo en ello? Aparte de la envidia, digo.
Saludos justitos para ambos.
s
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