Hoy una persona me ha comentado que no sabía que Stian Angermund iba a correr Zegama. Tras mil positivos que todos hemos visto en la vida las ideas las tengo bastante claras. Considero que hay diferencia entre un "despiste" y una clara violación de las normas para mejorar el rendimiento (pero la mitad —80 %— de los primeros ocultan lo segundo); no soy partidario de una condena vitalicia, todos podemos cometer fallos del tipo que sean; estoy de acuerdo en que los dopados puedan volver a competir en las condiciones adecuadas; pero no estoy de acuerdo en que deban tener ninguna facilidad ni ayuda ni patrocinio ni nada parecido.
Lo último que me gustaría es que el trail se convirtiera en el ciclismo. Donde locutores tienen oscuro pasado, dopados se reintegran a equipos y pelillos a la mar y la afición tiene la memoria de una ameba. No sé dónde está el trail pero sí sé que está en la misma pendiente deslizante y lo de Stian es otro ejemplo más.
No sé si, estimado lector, ves con asiduidad las listas de sancionados mensuales de World Athletics. Yo lo hago, no sé el porqué realmente. De haber visto muchas tengo una opinión bastante formada: sólo dan positivo los de países tercermundistas y los apollardados.
Hay una tercera categoría como la que se ha vivido en España en los últimos tiempos: varios positivos con un patrón bastante definido, algunos guardados en un cajón y otros en un espacio muy concreto de tiempo en que España estaba siendo vigilada con lupa. Esta tercera categoría la llamo "buscados" y una filtración hace tiempo confirmó una sospecha: hay gente a la que se la sigue porque hay sospechas fundadas y ese seguimiento adicional en ocasiones da sus frutos. Pero esto se supo por una filtración y hay que demostrarlo, cosa altamente compleja sin tener los datos de primera mano.
Quedémonos, pues, con las dos categorías principales. Vayamos con los tercermundistas primero. Las listas están llenas de bielorrusos, keniatas e indios, gente que usa métodos groseros de dopaje, de la RDA, dejando jeringuillas por cualquier esquina. Aficionados. La red que habrá montada (supuestamente, claro) alrededor de una gran vuelta ciclista o unos Juegos Olímpicos tiene que ser de película de espías: gente que transporta, deja en puntos estratégicos, comunicaciones cifradas, transporte por varias vías, uso de señuelos, etc., todo y más y es lógico porque hay gente que juega fuerte a esto y hay medios para hacerlo, patrocinadores, intereses o países. Y por eso se pilla a los aficionados que no han dado el salto al siglo XXI porque no tienen el conocimiento ni saben de plazos de limpieza ni de cómo tratar con esas redes oscuras.
La segunda categoría es la de los despistados en la que, pensando muy muy bien, estaría Stian. No tengo ningún motivo para pensar bien, claro, no por nada especial aparte de dos análisis de sangre y orina (entiendo) y un proceso que está muy afinado desde hace décadas. La contraofensiva judicial es la que hemos visto cientos de veces antes: poner en duda los protocolos, tratar de buscar la aguja en el pajar, clamar al cielo y dar ese fuerte puñetazo en la mesa con voz temblorosa y ojos acuosos: "¿por qué a mí?". Nada nuevo.
Lo que no me esperaba, y confiaba en que se hubiera aprendido algo de décadas de verlo en otros deportes, era la reacción del colectivo. Entiendo que porque conocían a la persona aparte del atleta, y lo veo como una reacción humana, pero escribir un mensaje público en Instagram requiere unos segundos, suficientes para recapacitar. Suficientes como para quizá dejar el móvil un rato aparcado porque ¿y si sí?
Me pareció decepcionante, la verdad. Me retrotrajo a aquel plantón en el Tour porque se sentían perseguidos por la gendarmería. Ciclistas. Increíble. El ciclismo es ese deporte que cuando se sacó el pasaporte biológico para detectar subidones sospechosos de algunos valores de hematocrito lo solucionó estando siempre se subidón. Y todos ganaron. 150 días de competición al año, al menos; los mejores presentes en más carreras; más palos, más rápido, más espectáculo; más tiempo en la tele, más exposición, más dinero. Todo el mundo ganó. Excepto lo que se suele entender como deporte. Luego alguno se queja de los Enhanced Games.
Lo segundo que no me esperaba es lo de Zegama. Sabiendo que es, básicamente, una carrera por invitación, ¿de verdad era necesario? ¿O al menos ser los primeros en invitarle? Creo que no. No sé qué puede motivar a tomar una decisión así, sea sólo dorsal, sea algo más, da lo mismo. Por supuesto tiene el mismo derecho que todos a participar cumplida la sanción (y creo que el reglamento de Western States roza la ilegalidad) pero si invitas ya no hay duda. No había ninguna necesidad y creo que la imagen de Zegama queda claramente manchada y no de barro aunque sea marrón. Y es una pena por muchos motivos. Como no es una decisión tomada en una décima de segundo entiendo que se ha meditado y consultado, quiero pensar que no sólo con amigos de Stian, colegas de profesión o entorno presente y pasado, porque pueden tener, y lo entiendo, una opinión muy subjetiva. Pero Zegama, como carrera, como evento, como "institución", creo que no ha tenido la cabeza fría y no ha sabido decir que no. Una gran oportunidad perdida.
Alguien sugirió medio en coña medio en serio "verás como acaba volviendo a Salomon". Mi contestación fue "Teniendo en cuanta que el responsable durante décadas (Vollet) dio positivo en circunstancias parecidas y que una de sus atletas bandera (Mathys) también, no me sorprendería." No tiene porqué haber relación entre la decisión de una carrera y quién es el patrocinador del circuito donde está la carrera pero desde luego como consejeros no serían quizá los mejores, por aquello del lobo cuidando a las ovejas pero es la única explicación razonable que se me ocurre.
El trail como deporte ha dado un paso equivocado, por el apoyo de unos, la connivencia de otros, por los cuellos esguinzados de los de más allá; la pendiente es deslizante y no por barro aunque sea marrón.
s
1 comentarios:
Firmo debajo. It sucks!
Somal
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